9:00
El clima sigue enfriándose y el colegio está lleno de la actividad típica de noviembre. El bullicio de los alumnos de intercambio añade una energía vibrante al lugar, y cada día trae nuevas experiencias y desafíos.
Desde la conversación con Milo en el bosque, me he sentido más tranquila y segura en nuestra relación. Alba y yo hemos formado un vínculo fuerte, compartiendo risas y confidencias. La situación con Lucía también ha mejorado; aunque sigue siendo coqueta, Milo ha sido más consciente de mi incomodidad y ha mantenido una distancia respetuosa.
Una tarde, Alba y yo decidimos ir al centro comercial. Queremos comprar algunos regalos para nuestras familias, ya que la Navidad se acerca, y disfrutar de una tarde de chicas. Mientras recorremos las tiendas, no puedo evitar notar que Alba parece distraída.
—¿Estás bien? —le pregunto, agarrando una bufanda y examinándola.
—Sí, solo tengo muchas cosas en la cabeza. —responde ella, sonriendo de manera forzada.
—Si necesitas hablar, ya sabes que estoy aquí. —digo, tratando de ser de apoyo.
Alba asiente y me agradece, pero no dice más. Decido no presionarla, confiando en que me contará cuando esté lista.
De regreso a casa, nos encontramos con un grupo de alumnos de intercambio en la entrada. Entre ellos está Lucía, quien parece estar en una conversación animada con Ryan. Nos saludan y continuamos nuestro camino.
Esa noche, después de la cena, Alba recibe una llamada. Se disculpa y sale al porche para contestar. La veo desde la ventana, gesticulando con intensidad mientras habla. Algo en su expresión me preocupa, pero respeto su privacidad.
Más tarde, cuando vuelve, parece haber recuperado su ánimo.
—¿Todo bien? —le pregunto con cautela.
—Sí, solo una llamada de mi familia. Nada de qué preocuparse. —responde con una sonrisa que no llega a sus ojos.
Decido no insistir, pero no puedo evitar sentir que algo no está bien.
Al día siguiente, durante el almuerzo, Alba parece más relajada. Charlamos con nuestros amigos y disfrutamos del tiempo juntos. De repente, recibimos un mensaje de Ryan, invitándonos a una fiesta esa noche en casa de un compañero. Alba y yo decidimos ir, pensando que sería una buena oportunidad para despejar nuestras mentes y disfrutar.
Esa noche, la casa de nuestro compañero está llena de gente. La música retumba y la energía es palpable. Veo a Milo y Lucía entre la multitud, charlando con otros amigos. Me acerco a ellos, pero antes de llegar, Lucía se inclina hacia Milo y le susurra algo al oído, riendo coquetamente. Milo sonríe y le responde algo que no puedo escuchar.
El dolor y la inseguridad que había estado conteniendo estallan dentro de mí. Siento que las lágrimas empiezan a llenar mis ojos y, sin pensarlo, salgo corriendo de la casa. Necesito aire, necesito alejarme de todo.
Salgo a la calle, respirando profundamente, tratando de calmarme. De repente, escucho a alguien llamando mi nombre. Me doy la vuelta y veo a Alex corriendo hacia mí.
—Demi, ¿qué pasa? —pregunta, visiblemente preocupado.
—Nada, solo... necesitaba un momento. —respondo, tratando de controlar mis lágrimas.
Alex se acerca y me mira a los ojos, buscando la verdad.
—Demi, sabes que puedes contarme lo que sea. —dice, con voz suave.
De repente, la situación con Milo y Lucía se siente abrumadora y no puedo contener más las lágrimas. Empiezo a sollozar y Alex me abraza, ofreciéndome consuelo. Después de un momento, él me suelta y me mira con preocupación.
—Vamos, vamos a caminar un poco. —dice, intentando hacerme sentir mejor.
Caminamos juntos por las calles, y poco a poco empiezo a calmarme. Sin embargo, mis pensamientos siguen siendo un caos. De repente, Alex cruza la calle sin mirar, todavía enfocado en mí y en intentar animarme.
—¡Alex, cuidado! —grito, pero es demasiado tarde.
Un coche aparece de la nada y lo atropella. Todo ocurre en un instante, pero para mí, el tiempo parece detenerse. Alex cae al suelo y el coche se detiene bruscamente. Corro hacia él, mi corazón latiendo con fuerza.
—¡Alex! —grito, arrodillándome a su lado. Él está inconsciente, y una sensación de pánico absoluto me inunda.
La gente empieza a reunirse, alguien llama a una ambulancia. Todo es un caos, pero todo lo que puedo pensar es en Alex, esperando que esté bien.
El pelo rubio de Alex comienza a teñirse de rojo, debido a la sangre.
Mi estómago se revuelve y mis oídos pitan. El miedo y la culpa me consumen, y me siento como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no puedo despertar. La visión de Alex herido es demasiado para soportar. Mis piernas tiemblan y tengo que luchar contra el impulso de desmayarme.
Minutos después, la ambulancia llega y los paramédicos comienzan a atenderlo. Me quedo a su lado, mi mente llena de pensamientos de culpa y miedo. Cuando finalmente lo suben a la ambulancia, uno de los paramédicos me dice que puedo acompañarlo. Sin pensarlo dos veces, subo y me siento junto a Alex, sosteniendo su mano.
En el hospital, los médicos se lo llevan de inmediato. Me quedo en la sala de espera, sintiéndome impotente y asustada. Llamo a Milo para contarle lo que ha pasado, mi voz temblando.
—Milo, Alex... ha tenido un accidente. Estamos en el hospital. —digo, sintiendo cómo las lágrimas vuelven a llenar mis ojos.
Milo llega al hospital poco después, acompañado por algunos de nuestros amigos, incluida Lucía. Nos abrazamos, y por un momento, todas las inseguridades y preocupaciones se desvanecen. Solo importa que Alex esté bien.
Las horas pasan lentamente, pero finalmente, un médico sale y nos informa que Alex está estable, pero que necesitará tiempo para recuperarse. Un alivio inmenso me inunda, aunque el miedo y la preocupación siguen presentes.
Esa noche, mientras estoy sentada junto a la cama de Alex en la unidad de cuidados intensivos, siento la presencia de Milo a mi lado. Él toma mi mano y la aprieta suavemente.
—Demi, siento mucho lo que pasó. —dice en voz baja—. Estoy aquí para ti, y para Alex.
—Gracias, Milo. —respondo, apoyando mi cabeza en su hombro—. No sé qué haría sin ti.
En ese momento, decido que, pase lo que pase, no dejaré que mis inseguridades destruyan lo que tengo con Milo. Ahora más que nunca, necesito ser fuerte, por Alex, por Milo y por mí misma.
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Inefable
Teen FictionDemetria lo tenía todo: una carrera prometedora, amigos leales y un amor que creía eterno. Pero cuando descubre que Milo, el chico al que ama, solo juega con ella, su vida se desmorona. Mientras lucha por sobrellevar la traición y el dolor, Demetria...