11:00
Cuando llego a clase, me siento al fondo esperando a que nadie se siente a mi lado. Pero como no, Milo al entrar por el marco de la puerta me localiza con la mirada y se posa a mi lado.
Pánico. Vuelvo a entrar en pánico, estoy nerviosa otra vez. ¿Por qué causas ese efecto en mí, Milo?
Rápidamente recojo mis cosas para sentarme en otro sitio pero Milo habla.
—No creo que te puedas sentar en otro sitio, guapa, están todos ocupados.
Joder, joder, joder, no me quiero sentar con él.
Le hago señas a Francine para que me cambie el sitio, pero niega con la cabeza y vuelve a hablar con Ryan, ya que están sentados juntos.
También intento hablar con Cas, pero no me presta atención, ya que está sentada con uno del equipo de fútbol.
Alex me mira con cara triste, pero también está sentado con un compañero.
Genial. Tener amigos para esto.
Mierda. Me estoy comenzando a desesperar y quiero salir corriendo de clase.
Milo suelta una risita, me coge de la parte de delante del cuello, está a escasos centímetros de mis labios y vuelve a hablar en un susurro.
—Vas a tener que aguantarme esta hora de historia y la de después de francés. Y no solo eso, después de clase vas a venir conmigo.
—Suéltame, Milo, hay gente mirando. Y no, no iré contigo a ningún lado.
—Créeme Demetria, lo que menos me importa es que la gente se nos quede mirando.
El profesor entra al aula en ese momento, cortando la tensión. Milo me suelta, pero su mirada me sigue clavada. Trato de calmar mis respiraciones, centrarme en la clase y no en el latido acelerado de mi corazón. Historia nunca ha sido mi materia favorita, y hoy menos que nunca puedo concentrarme.
El profesor comienza a hablar sobre la Revolución Francesa, pero su voz se vuelve un murmullo lejano mientras mi mente sigue anclada en la presencia de Milo a mi lado. Siento su mirada cada tanto y me estremezco, tratando de mantener los ojos en mis apuntes.
Los minutos pasan lentos, como si el reloj estuviera en mi contra. Finalmente, el timbre suena anunciando el fin de la clase. Recojo mis cosas apresuradamente, pero antes de que pueda levantarme, Milo pone una mano sobre mi brazo, deteniéndome.
—No te olvides de lo que te dije, —susurra, sus ojos verdes brillando con determinación.
Me suelto de su agarre y me dirijo a la clase de francés, mi mente llena de pensamientos conflictivos. Al llegar, busco un sitio alejado, pero para mi horror, Milo aparece de nuevo, con la misma sonrisa tranquila.
La clase de francés es un calvario. Monsieur Dubois habla de la conjugación de verbos, pero todo lo que puedo pensar es en la proximidad de Milo. ¿Por qué me afecta tanto? ¿Por qué no puedo simplemente ignorarlo?
Al final de la clase, me levanto rápidamente, decidida a huir antes de que Milo pueda alcanzarme. Pero él es más rápido. En cuanto salgo al pasillo, siento su mano en mi brazo otra vez, suave pero firme.
—No huyas, Demetria. —Su voz es baja, casi suave, pero hay una firmeza en ella que no puedo ignorar—. Necesito hablar contigo.
—No tengo nada que decirte, Milo. —Intento zafarme, pero su agarre se mantiene.
—Solo dame cinco minutos, ¿vale? —Su tono se suaviza—. Si después de eso quieres irte, no te detendré.
Suspiro, sabiendo que no tengo muchas opciones. Asiento con la cabeza y lo sigo fuera del edificio, hacia un rincón más tranquilo del instituto.
—Bien, tienes cinco minutos —digo, cruzándome de brazos.
Milo me mira con una expresión que nunca había visto antes en él, una mezcla de seriedad y algo más profundo, algo que me desarma un poco.
Me mira directamente a los ojos con profundidad. El corazón me comienza a palpitar con fuerza.
Cuando va a hablar, aparece Alex por el pasillo y se detiene al vernos juntos. Su expresión de preocupación se intensifica.
—Demetria, ¿estás bien? —pregunta, sus ojos pasando de Milo a mí con evidente desconfianza.
Milo suelta un suspiro, su expresión cambiando a una de impaciencia.
—Alex, no es momento para esto. —Dice Milo—. Necesito hablar con ella, y es importante.
—¿Importante? —replica Alex, cruzando los brazos—. ¿Qué clase de importancia puede tener hablar con Demetria en un rincón del campus?
Milo rueda los ojos, claramente frustrado.
—No tienes ni idea, Alex. Esto va más allá de lo que piensas.
Decido intervenir antes de que la situación se vuelva más tensa.
—Alex, estoy bien. —Trato de sonar convincente—. Solo dame unos minutos, por favor.
Alex me mira fijamente, evaluando si debo confiar en Milo o no. Finalmente, asiente, aunque no parece convencido.
—Estaré cerca, —dice, retrocediendo unos pasos pero manteniendo su mirada fija en nosotros.
Milo aprovecha la oportunidad y se vuelve hacia mí, su rostro mostrando una mezcla de urgencia y preocupación.
—Demetria, no tenemos mucho tiempo hasta que comience la siguiente clase. —Empieza a hablar más rápido—. Simplemente quiero repetir lo de la última vez. Quiero llevarte a un sitio.
—No sé si es buena idea.
—Confía en mí, por favor.
Me lo pienso y suspiro intensamente.
Decido ceder.
—Está bien. Iré.
Milo me dedica una última mirada de gratitud antes de darse la vuelta y alejarse, dejándome con Alex, que se acerca rápidamente.
—¿Qué te dijo? —pregunta Alex, todavía preocupado.
—Me ha pedido que vaya con él a un sitio. No ha especificado dónde, —respondo, tratando de sonar convincente—. Nada de qué preocuparse por ahora.
Alex asiente, aunque su expresión indica que no está del todo convencido. Juntos, nos dirigimos a la próxima clase, con mi mente aún girando en torno a las palabras de Milo y lo que podría estar esperándome después de salir del instituto.
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Inefable
Novela JuvenilDemetria lo tenía todo: una carrera prometedora, amigos leales y un amor que creía eterno. Pero cuando descubre que Milo, el chico al que ama, solo juega con ella, su vida se desmorona. Mientras lucha por sobrellevar la traición y el dolor, Demetria...