CAPÍTULO 13

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21:30

Me siento en mi habitación, con el portátil abierto y la videollamada con mis amigos lista para comenzar. La tarde ha sido una locura de emociones y necesito compartirlo con ellos. El icono de conexión parpadea y, uno por uno, aparecen las caras familiares de Alex, Francine, Ryan y Cameron en la pantalla.

—¡Hola chicos! —saludo, tratando de contener mi entusiasmo.

—¡Hola Demi! —responden al unísono.

Francine es la primera en hablar. —Tienes una sonrisa radiante. ¿Qué ha pasado?

No puedo evitar reírme. —Chicos, tengo que contarles algo increíble.

Cameron se inclina hacia la pantalla, curioso. —¡Suelta ya, Demi! ¿Qué pasó?

Miro a Alex por un segundo, notando cómo su expresión se endurece un poco. Trato de no pensar mucho en ello y me lanzo a contarles la historia.

—Bueno, hoy Milo me llevó a una vieja casa que pertenecía a su abuelo. Estaba un poco polvorienta y en medio del campo, pero tenía algo especial.

Ryan sonríe. —¡Suena interesante! ¿Qué más?

Respiro hondo, sintiendo un cosquilleo al recordar. —Preparó una mesa en la cocina, con un mantel, flores, y una cesta con comida. Comimos y charlamos sobre todo, hasta que empezó a ponerse el sol.

Francine suspira. —¡Qué romántico!

—Sí, fue muy romántico —digo, sonriendo al recordarlo—. Luego, cuando el sol estaba casi escondiéndose, estábamos mirando por la ventana y él... se acercó.

Veo a Alex fruncir ligeramente el ceño, pero sigue escuchando atentamente.

—Me tomó del mentón y me susurró que tenía muchas ganas de besarme, pero solo si yo quería.

Francine y Cameron exclaman al mismo tiempo. —¡Awww!

Ryan se ríe. —Vaya, Milo sabe cómo hacer que una chica se derrita.

—Lo sé —admito—. Fue un momento tan... mágico. Sus labios tocaron los míos suavemente, y luego el beso se hizo más intenso. Todo el mundo desapareció. Era como si solo existiéramos nosotros dos.

—¡Wow! —dice Francine, sus ojos brillando de emoción—. Suena como sacado de una película.

Miro a Alex, cuya sonrisa parece un poco forzada. —¿Qué te parece, Alex?

Él se encoge de hombros, tratando de sonar casual. —Me alegro por ti, Demi. Milo parece un buen tipo.

—Lo es —respondo, sin notar del todo el tono en su voz—. Nunca había sentido algo así.

Cameron se ríe y bromea. —Entonces, ¿significa que Milo y tú son oficialmente pareja ahora?

—Obviamente no—respondo, mordiéndome el labio—. Y tampoco sé si quiero que lo seamos. Todo esto es muy raro y nuevo.

Francine asiente, apoyándome. — Te mereces ser feliz, Demi.

—Gracias, chicos —digo, sintiendo una calidez en mi corazón por el apoyo de mis amigos.

Alex asiente, aunque puedo ver en sus ojos algo que no logro descifrar del todo. —Siempre estaremos aquí para ti, Demi.

Nos quedamos hablando un rato más, cambiando de tema y riéndonos de las cosas tontas del día a día. Pero, en el fondo de mi mente, sigo pensando en el beso, en lo perfecto que fue, y en lo afortunada que me siento de tener amigos con quienes compartir estos momentos.

Cuando finalmente nos despedimos y cierro el portátil, no puedo evitar recostarme en mi cama y revivir cada segundo del beso, sabiendo que, pase lo que pase, siempre tendré a mis amigos para compartir mis alegrías y mis penas.

Pero, hay algo que me preocupa, y tiene nombre y apellido.

Alex Miller.

Me levanto y camino por la habitación, preguntándome si hice algo mal. ¿Acaso Alex no está contento por mí? Intento recordar si alguna vez me dio alguna señal de que se sintiera diferente, pero nada concreto me viene a la mente. Siempre ha sido un buen amigo, pero ahora me pregunto si hay algo más que no estoy viendo.

Me siento en la cama, abrazando una almohada mientras pienso. Alex siempre ha sido muy protector conmigo. Recuerdo todas las veces que me ayudó con mis problemas, que estuvo ahí para escucharme. Pero, ¿podría ser que esos sentimientos fueran algo más que amistad? Mi corazón se acelera al considerar esa posibilidad. No quiero lastimar a nadie, y menos a Alex.

—¿Qué debería hacer? —me pregunto en voz alta, aunque no hay nadie que me escuche.

La idea de que Alex pueda sentir algo más me atormenta. ¿Cómo no me di cuenta antes? Me siento culpable por no haber prestado atención, por haber estado tan concentrada en mis propios sentimientos. Si Alex realmente siente algo por mí, esto podría haber sido muy doloroso para él.

Decido que no puedo dejar las cosas así. Necesito hablar con Alex, aclarar las cosas. No quiero perder su amistad, y si hay algo más, necesito saberlo para manejar la situación con cuidado.

Tomo mi teléfono y abro la conversación con Alex. Dudo por un momento, sin saber exactamente qué decir. Finalmente, no le escribo.

Suspiro, sintiendo nerviosismo. Debería dejar pasar esto. Creo que me estoy volviendo loca.

Me acuesto en la cama, abrazando la almohada y mirando al techo. Mi mente sigue dando vueltas, pensando en Alex, en cómo manejaré la situación. Pero a pesar de todo, una parte de mí sigue reviviendo el beso con Milo, ese momento perfecto que nunca olvidaré.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora