18:25
Las vacaciones de Navidad continúan con una mezcla de alivio y melancolía en la ciudad. El escándalo con Alicia Ramírez ha dejado a todos conmocionados, y el intercambio estudiantil se cancela abruptamente para todos los estudiantes extranjeros.
Alex finalmente es dado de alta del hospital y ahora está en casa, recuperándose. Aunque aún está débil, su presencia en casa es un alivio para todos nosotros.
Milo y yo hemos pasado días sin hablarnos, cada uno luchando con nuestras propias emociones y decepciones. Pero finalmente, decido enfrentar la situación con valentía.
Una tarde, me planto en casa de Milo y llamo al timbre.
Cuando abre la puesta, respiro hondo y me acerco a él, decidida a hacer las paces.
—Milo, no podemos estar sin hablar para siempre —digo, buscando su mirada con determinación.
Él me mira, sus ojos reflejando una mezcla de dolor y resignación.
—Demi, yo... —comienza, pero lo interrumpo suavemente.
—Milo, rectifiqué con lo de las drogas. Estoy buscando ayuda para enfrentar todo esto. Y quiero pedirte perdón por haberte decepcionado tanto. Te quiero tanto que no puedo explicarlo con palabras. Es inefable lo que siento por ti, y no quiero perderte por nada del mundo —digo sinceramente, mis palabras brotando de lo más profundo de mi corazón.
Hay un momento de silencio tenso entre nosotros mientras Milo absorbe mis palabras. Finalmente, se acerca lentamente y me toma las manos.
—Demi, yo también te quiero. Y te perdono —dice con voz suave, sus ojos encontrando los míos con ternura.
El peso que he estado cargando se disipa en ese momento, y nos abrazamos con fuerza, ambos sintiendo el alivio de dejar atrás el dolor y la desconfianza.
Entramos a su casa entre besos húmedos y dejando atrás todas las tensiones y malentendidos que nos separaron estos días. La conexión entre nosotros es palpable mientras nos perdemos en el afecto mutuo, reafirmando nuestro compromiso con un futuro mejor.
La ropa vuela por todo el salón de su casa y nos acercamos al sofá.
Milo me levanta del suelo y me tumba con delicadeza.
Él se pega a mi cuerpo, ya desnudo, y reparte besos por mi cuello, bajando por mis pechos, pasando por mi abdomen y aterrizando en mi parte más íntima.
Besa mis muslos e ingles. Sube de nuevo por mi abdomen, pero vuelve a descender haciendo un camino con la lengua hasta llegar a mi punto más sensible.
Mueve su lengua de arriba a abajo y luego succiona. Solo se escuchan mis gemidos y suspiros retumbar entre las cuatro paredes del salón.
Estoy completamente fuera de mí.
—Milo, necesito tenerte dentro ya. —Le pido entre suspiros y con una voz entrecortada.
Me mira sin dejar de mover la lengua y niega con la cabeza.
Milo aumenta la intensidad y mete dos dedos dentro d mí. Muevo mas caderas buscando mi propio places mientras enredo mis manos en su cabello. Araño su nuca y arqueo la espalda.
Milo se separa y se pone sobre mí.
—Di que eres mía.
—Soy tuya. Completamente tuya.
Esta empapada en sudor.
Le doy un beso en el cuello y seguidamente nos besamos con intensidad.
Hago que Milo se tumbe sobre su propia espalda y me siento a horcajadas sobre él.
Comienza a restregarse y siento como si fuera a morir.
—Demi, deja de hacer eso, por favor. Si no, no podré controlarme.
—¿Y si no quiero que te controles?
—Es mejor que sí que lo haga, créeme.
Con una mano, agarro su miembro y lo introduzco dentro de mí.
Muevo mis caderas y las manos de Milo guían mis movimientos.
Los músculos de mis piernas se tensan y después comienzan a temblar.
Me bajo de encima suyo y me tubo a su lado.
—Me vuelves completamente loco, Demetria —no contesta.
Sonrío y le doy un tierno beso en los labios.
Milo y yo hablamos sobre Nochebuena y lo invito a cenar a mi casa con mi familia. Él acepta encantado.
Con una pequeña sonrisa me voy a mi casa para alistarme para la cena de esta noche.
*
Antes de la cena, me miro en el espejo de mi habitación y decido ponerme un vestido corto de manga larga color granate y unos botines negros. También me he cortado el pelo negro por encima de mis hombros, buscando un cambio que refleje mi nueva determinación y renovada esperanza.
Cuando Milo llega a mi casa y me ve, muestra sorpresa en su rostro, pero rápidamente una sonrisa se forma en sus labios.
—Demi, te ves increíble —dice, su voz llena de admiración.
Su reacción me llena de confianza, y juntos nos dirigimos a la cena con mi familia.
Durante la cena, el ambiente se llena de diálogos graciosos y anécdotas familiares que nos hacen reír a todos. Mi padre, conocido por su humor de boomer, hace un comentario que hace que todos se rían a carcajadas, incluso Milo, quien parece relajarse y disfrutar de la atmósfera acogedora.
No puedo dejar de mirar a Milo. Está guapísimo. Su pelo, mojado y engominado, cae sobre su frente. Luce una sonrisa radiante, que acompaña su vestuario impecable. Una camisa azul oscuro y unos pantalones chinos grises que realzan su elegancia.
Después de la cena, Francine, Ryan, Casey, Milo y yo decidimos visitar a Alex, quien está solo en casa ya que sus padres están trabajando esa noche. Llegamos con bolsas llenas de golosinas navideñas y juegos de mesa para pasar un buen rato juntos.
Alex nos recibe con una sonrisa cansada pero genuina, y nos instalamos en su sala de estar, compartiendo historias y recuerdos de tiempos mejores. A medida que la noche avanza, el ambiente se llena de camaradería y gratitud por estar juntos en esta época del año.
El espíritu navideño llena la habitación mientras brindamos por la amistad y por los momentos difíciles que hemos superado juntos. Aunque nuestras vidas han sido sacudidas por los eventos recientes, encontramos consuelo y fuerza en el apoyo mutuo.
La Nochevieja está a la vuelta de la esquina, pero por ahora, estamos contentos de estar juntos, celebrando la esperanza y la renovación que la temporada navideña trae consigo.
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Inefable
Teen FictionDemetria lo tenía todo: una carrera prometedora, amigos leales y un amor que creía eterno. Pero cuando descubre que Milo, el chico al que ama, solo juega con ella, su vida se desmorona. Mientras lucha por sobrellevar la traición y el dolor, Demetria...