Capítulo 13

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Después de unas horas volví a la consciencia y como pude me levanté del suelo. Observé mi cuerpo magullado en el espejo del baño. Me golpearon fuertemente, mis ojos estaban negros, dentro de mis fosas nasales y en mis labios había sangre seca. Mis piernas tenían hilos de sangre fresca que aún bajaba.

El dolor abarcaba todo mi cuerpo y aumentaba con cada movimiento. Los mareos y el punzante dolor de cabeza amenazaban con hacerme caer al suelo otra vez. Solo quería salir de ahí, ya no importaba cómo. Muerta o viva, ya no importaba nada, no podía soportar eso una vez más.

Abrí el grifo de la ducha. Me senté en el suelo con el agua cayendo sobre mi cuerpo lastimado y con la cara entre mis piernas. Mis lágrimas volvían a hacerse presentes y se fundían con la lluvia de la regadera. Luego de dos horas bajo el agua me vestí y me acosté en la cama, el dolor de mi cabeza era muy fuerte.

Con el paso del tiempo me volví parte de la decoración de la habitación. Pasaba el tiempo recostada mirando el techo blanco. Me sentía como una muñeca rota tal como las que veía frente a mí. Nadie me había hecho sentir así en años. Ya no quedaban ganas de vivir en mí.

Sin nada de atención por parte del guardia, fueron pasando las semanas hasta la llegada de Joseph, que tardó mucho más tiempo del que había mencionado. Por suerte los cerdos que me hicieron sentir menos no habían vuelto por ahí y mi cuerpo comenzaba a sanar poco a poco. Aún se veían los moretones pero ya no dolían tanto.

Mientras me duchaba, alguien entró en el cuarto y dejó un hermoso vestido negro de satín con tirantes de espagueti y un tajo en la pierna derecha, junto con unos tacones plateados llenos de pequeños cristales y una nota arriba de la cama:

"Vístete, nuestro invitado finalmente ha llegado

J. Kajsan"

El misterioso hombre al que esperaban había llegado. Me sentía un poco aliviada, eso significaba que podría irme. Realmente esperaba que fuera así, no quería pasar ni un segundo más en ese infierno.

Vestí mi magullado cuerpo y di un suave golpe en la puerta. Otra vez vi a Samir del otro lado. Este vendó mis ojos, ató mis manos y tomó mi brazo. Guio mis pasos hasta lo que se sentía como un jardín al aire libre. Podía sentir el pasto debajo de mis pies, los arbustos rozarme mientras caminaba y ese característico aroma a tierra húmeda y flores.

Me dio órdenes de sentarme en una silla y lo hice al pie de la letra. Sentí sus pasos detrás de mí. El tener los ojos cubiertos me hacía sentir insegura. Volví a sentir su tacto, esta vez para atarme a la silla. Claramente no iban a dejar que escapara.

— ¡No digas nada! —Dijo Samir con tono prepotente— en cuanto él llegue lo capturaremos, pero si tú haces algo estúpido que lo arruine lo pagarás con tu vida —asentí en silencio y él se alejó

Pocos minutos después sentí la voz de Joseph hablar con alguien acerca de mí:

— ¡Ahí está! Ahora dame la carta —dijo Joseph

— Ya le dije que no la tengo —una voz masculina, pero más joven, le contestó— esa carta ya fue entregada, no hay vuelta atrás

—¡Estás mintiendo! —su paciencia parecía acabarse rápidamente

— Si no me cree, no me importa la verdad, yo solamente vine a buscarla y no me va a poder detener, sin importar lo que haga

— Eso ya lo veremos —sus pasos se apartaban de mí

Escuché sonidos que parecían ser de una batalla de esas donde nadie queda vivo. Golpes iban y venían a mí alrededor. De pronto el silencio invadió el lugar. Unas manos me desataron y me cargaron como si de una niña se tratase. Alguien corría conmigo en brazos.

 Alguien corría conmigo en brazos

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Armas y Seducción (Trilogía Antara 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora