Capítulo 9

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Sentí como el auto se frenaba y minutos después me bajaban con brusquedad, haciéndome caer al asfalto y lastimándome mis piernas, sentía como se despegaba la primera capa de piel de mis rodillas y brotaba la sangre espesa. Por lo que podía suponer parecían ser dos hombres. Algo en ellos se me hacía familiar, sentía como si los conociera de algún lugar, su aroma me era conocido.

De pronto se escuchó el ruido de una puerta metálica abriéndose y me llevaron tomada de mis brazos hasta allí. Me ataron a lo que parecía ser una silla por mis manos y pies, quitaron la cinta de mi boca y se retiraron, dejándome sola y encerrada. Traté de identificar ese maloliente lugar por los pequeños hoyos en el tejido de la tela que cubría mis ojos, pero la oscuridad me lo impedía.

No sabía cuánto tiempo llevaba allí encerrada, nadie había vuelto a venir desde hacían días, quizás semanas. La noción del tiempo estaba en mi contra por la deshidratación ¿Qué habría sido de Andy? Esperaba que hubiera podido escapar, dejé salir un suspiro, no soportaría saber que algo malo le había sucedido.

La puerta se abrió después de mucho tiempo. Se escuchaban muchos pasos, parecían dos o tal vez tres personas las que estaban entrando, era muy confuso. No tenía conocimiento de si era de día o de noche, cuánto tiempo había pasado y el no comer por días no ayudaba en lo absoluto.

— ¡¿Quiénes son?! —Mi voz temblaba— ¿Qué quieren de mí?

— ¡Cállate si quieres seguir viva! —gritó una voz femenina al otro lado de la habitación

Tenía miedo. Alguien estaba apoyando el cañón de un arma en mi cabeza cuando sonó el flash de una cámara frente a mi cara. Sabía que habían tomado una fotografía, lo que no entendía es por qué, no tenía familia ni amigos a los que pudieran extorsionar con eso.

—Más vale que no intentes nada estúpido o te volaré tu hermosa cabecita —dijo uno de los hombres desatándome de la silla mientras el otro me sujetaba inmovilizándome

— ¿Por qué me hacen esto? —Mis traicioneras lágrimas se asomaban— ¡No tengo nada y tampoco soy nadie, no valgo nada, déjenme ir por favor!

—Eso es lo que tú piensas —nuevamente habló la mujer

— ¿A qué te refieres con eso?, mi madre está muerta y yo no tengo dinero

—Ya te enterarás —¿Ya me enteraría?, no me consideraba importante o especial de ninguna manera, no entendía quien pensaban que era— todo a su tiempo querida

Me llevaron afuera, por fin podía sentir la brisa fresca en mi piel, la claridad del día se filtraba en la venda que cubría mis ojos. Un automóvil paró frente a nosotros y me subieron nuevamente en la cajuela. Estaba agotada pero intentaba mantenerme despierta y atenta a lo que escuchaba.

No había bebido ni comido nada en mucho tiempo. Mi estómago rugía por el hambre, pero traté de calmarlo. No podían tenerme así por mucho tiempo más. ¿Qué se pensaban?, no era un animal ni un objeto. Si seguía así pronto moriría deshidratada o por falta de nutrición.

El viaje era largo, no sabía dónde estábamos, pero el aire que entraba era distinto. El olor salado del mar y el ruido de las olas se sentían realmente cerca. El auto se detuvo y las puertas de este se abrieron, se escucharon pasos alrededor de él, pero nadie me sacaba.

—Aquí tenemos el paquete señor —hablaba por lo bajo la mujer

— ¿Algún problema? —la voz de un hombre me hacía pensar, en algún lugar la había escuchado pero ¿Dónde?

—No, señor, ningún problema

—Lleven el auto atrás, mis hombres se encargarán de ella

El coche volvió a ponerse en marcha y se detuvo a pocos metros. Esta vez, un hombre me bajó sutilmente sin hacerme daño, me sujetó solo de un brazo guiándome a una habitación. Quitó el amarre de mis manos, no sin antes darme una advertencia amenazante si se me ocurría golpearlo, y cerró la puerta con llave dejándome sola de nuevo.

 Quitó el amarre de mis manos, no sin antes darme una advertencia amenazante si se me ocurría golpearlo, y cerró la puerta con llave dejándome sola de nuevo

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Armas y Seducción (Trilogía Antara 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora