Esperé a Rajul en aquella habitación secreta como él me había dicho, por mientras exploré a fondo las distintas armas que había. Me sorprendía la cantidad y la variedad que tenían allí, algunas eran conocidas, pero había otras que no había visto nunca. Luego de un rato, sus manos me rodearon por la espalda y sentí paz al sentirlo.
— ¿Lista? —susurró en mi oído
—Siempre —le sonreí dándome la vuelta para verlo
—Empezaremos despacio, quiero que tomes un arco e intentes darle al blanco
—Te advierto que en los juegos del parque de diversiones siempre gano en el juego de puntería —le guiñé un ojo y él se rio
Quisiera haber tomado una fotografía de la expresión de su rostro al ver que le di al blanco justo en el círculo de en medio con mucha facilidad. Reí a carcajadas mientras miraba su cara de asombro por el rabillo de mi ojo. Su boca abierta al igual que los ojos demostraba que lo había sorprendido mi habilidad. El arco era más pesado que el de los juegos pero no lo suficiente como para arruinar mi puntería.
—Te lo dije —me giré riendo hacia él
—Está bien, tú ganas —tomó una espada muy delgada y me tendió otra— intentemos algo más difícil
—Bien, explícame como tengo que ganarte —volvió a reír, se veía tan sexy así
—Tienes que tocarme con la punta de tu espada antes de que yo lo haga
—Vale —contesté mientras imitaba su postura de combate
La pelea fue justa, aunque él ganó, estuve cerca. Luego se posicionó detrás de mí, abrazándome, tomó mis manos que aún sostenían la espada y realizó suaves movimientos. La cercanía con su musculoso cuerpo hacía que el corazón se me acelerara y mis respiraciones se entrecortaran, era tan excitante sentirlo pegado a mí. No podía centrarme en lo que intentaba enseñarme y él se dio cuenta porque tomó distancia con las mejillas sonrojadas.
La mañana pasó rápido, entre risas y entrenamientos, cuando nos dimos cuenta eran las dos de la tarde y nuestros estómagos rugían de hambre. Si el sonoro compás que se producía no hubiera estado presente podríamos haber continuado por horas, me sentía muy cómoda con su compañía. Salimos del cuarto secreto y nos dirigimos a la cocina para almorzar.
Las cocineras ya se habían retirado por lo que Rajul se ofreció a preparar la comida, no sabía que cocinaba pero me sorprendió. Preparó un exquisito plato de Kibbe. Luego de comer, nos recostamos en el sofá y vimos una película de terror, mis favoritas.
Los días sin tener que trabajar estaban siendo muy aburridos y agradecía su compañía, aún no me acostumbraba a esa nueva rutina. En mi vida anterior apenas me daba tiempo de ver algo por la noche y nunca podía terminar de ver una película completa porque a la mitad el sueño me ganaba. Era agotador, pero debía aceptar que extrañaba a mis compañeras y sobre todo a Andrew.
Su pecho se sentía suave y caliente bajo mi cabeza. Su mano jugaba con mi cabello haciéndome entrar en un profundo trance. Ya no estaba viendo la película, estaba volando entre sus caricias.
Cuando menos lo esperé su mano se detuvo, me di cuenta de que estaba dormido. Con cuidado de no despertarlo me levanté. Tomé una fotografía con mi celular para atesorar ese momento y quizás para hacerle alguna bromita inocente luego.
Fui a la cocina a preparar unos dulces que mi madre hacía cuando era pequeña. Unas de las pocas cosas que aprendí de la cocina. Digamos que no era muy habilidosa en lo que a la cocina se refiere, pero sabía defenderme bien.
Puse un poco de música mientras cocinaba. Estaba tan inmersa en la música que no me di cuenta de que él estaba apoyado en el marco de la puerta, mirando como bailaba y cocinaba con esa hermosa sonrisa que me encantaba. Cuando di la vuelta y lo vi, me sonrojé y le dediqué una sonrisa tímida.
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Armas y Seducción (Trilogía Antara 1)
Roman d'amourComo una simple rosa puede cambiarlo todo... Nadie se esperaba esto, mucho menos yo. María Tesman, una joven de 23 años, quien trabaja en una editorial muy conocida de la ciudad, con una vida tranquila, da un giro de 180° al ver su vida en peligro...