Capítulo 10

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Rápidamente descubrí mis ojos. Parecía la habitación de una niña. A mi alrededor había muñecas y osos de peluche por todos lados. También había cortinas rosa colgadas, pero las ventanas estaban selladas con metal. No entraba ni un solo rayo de sol que me dijera en que momento del día estaba.

¿Cómo saldría de allí? Escuché voces del otro lado de la puerta. Alguien venía, se sentía como manipulaban la cerradura. Apenas abrieron corrí lo más rápido que pude, aunque solo llegué a cruzar el corredor antes de que un enorme hombre me agarrara como un saco de papas y me devolviera a la habitación donde un señor de avanzada edad esperaba sentado en la cama.

—Samir suéltala, ella puede caminar —le dijo el señor al hombre que me tenía cargada y éste me bajó

— ¿Quién es usted? —entré al cuarto algo dubitativa pero sin otra opción a la que recurrir

—Tranquila niña, no te apresures —dijo él muy tranquilo

— ¿Qué quiere de mí?

—De ti nada, no te preocupes, no te haremos nada si tú te comportas y cooperas

—Si no quiere nada de mí ¿Por qué me secuestraron?

—De ti no quiero nada, pero necesito capturar a quien está protegiéndote

— ¿Protegiéndome? No tengo a nadie, estoy sola, mi madre está muerta

—Eso es lo que tú piensas, pero no es así

— ¿Puede darme agua?, por favor —él hizo un gesto al hombre que estaba en la puerta y este desapareció por el corredor

—Mientras estés aquí podrás salir del cuarto y usar la casa como si fuese tuya, solo si cumples mis reglas y cooperas, pronto mis hombres traerán lo necesario para que puedas asearte

—Gracias —observé detenidamente mis rodillas

— ¿Quién te hizo esto? —preguntó señalando mis piernas

—No sé quiénes eran los que me trajeron aquí, pero me tiraron al asfalto al secuestrarme

—Está bien, quédate aquí, voy a ver si ya está lista tu comida —lo escuché murmurar a uno de sus hombres que se encargaran de ellos, cerró la puerta con llave y se alejó

Pasados unos minutos entró uno de sus hombres con agua y un plato de pasta. Estaba realmente buena y me alegraba poder comer algo después de tanto tiempo.

En cuanto trajeron algo de ropa limpia, fui al baño de la habitación para tomar una ducha larga y caliente. Debía calmar mi cabeza para pensar en un plan de escape antes de que mi mente comenzara a delirar. Después de vestirme alguien golpeó la puerta.

— ¿Puedo pasar? —era el mismo señor de hacía unas horas

—Sí —no tenía muchas opciones, trataría de ganarme su confianza, esperaba que así no intentaran hacerme daño

—Permiso —dijo entrando— espero que estés cómoda

—Sí, muchas gracias —traté de poner buena cara para que no sospechara lo que en realidad quería hacer

—Creo que mereces saber mi nombre, al menos, ¿Qué piensas?

—Claro que si —me parecía una buena idea para denunciarlo cuando lograra salir de allí

—Mi nombre es Joseph Kajsan, ¿sabes quién soy?

—Creo que no he escuchado su nombre antes

—Eso será mejor, así mantendremos una buena relación

—¿Cuánto tiempo estaré aquí? Agradezco su amabilidad, pero quiero y necesito volver a mi vida —ya estaba muy cansada, necesitaba volver a ser libre, cada idea que se me ocurría sabía que la frustrarían los guardias de ese viejo

—No creo que después de esto vuelvas a tu antigua vida —dijo con una sonrisa que causó que un espeluznante escalofrío recorriera mi espalda

Sus palabras retumbaban en mi cabeza. ¿Qué había querido decir con que no iba a volver a mi antigua vida? ¿No iban a dejarme ir o iban a matarme? Cualquiera de las dos opciones parecían horribles, la primera más que la segunda. Prefería morir a vivir cautiva lo que me quedara de vida.

 Prefería morir a vivir cautiva lo que me quedara de vida

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Armas y Seducción (Trilogía Antara 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora