Capítulo 22

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A la mañana siguiente, vi a Andrew en el jardín y me dirigí hacia él. Necesitaba respuestas y él iba a tener que dármelas, no podía evitarme para siempre. Bajé lo más rápido que pude y al verme salir dejó de hablar como si no pudiese escuchar su conversación telefónica. Una actitud muy sospechosa que me intrigaba aún más.

—Hola Andrew

— ¿Qué quieres Basilisa?

— ¡Auch! Antes éramos amigos, ¿qué pasó con eso?

—Lo siento, pero eso no fue real cariño

— ¿A sí? O sea que me has mentido toda la vida, ¿no te parece un poco cruel de tu parte?

—Es mi trabajo, tú no me importas en lo más mínimo —sus palabras y la indiferencia en su rostro dolieron, pero no iba dejar que él viera que mi debilidad está en su cariño

—Claro, ¿hasta cuándo pensabas seguir mintiéndome?

—Hay cosas que no puedes saber —entrecerré mis ojos, eso era exactamente lo que quería averiguar

—Eso es lo que tú piensas —dije con sonrisa ladeada intentando tramar un plan en mi mente para sacar a la luz los cientos de secretos que en ese momento me rodeaban

—Como digas —se encogió de hombros— tengo que irme —pasó por mi lado sin cuidado alguno golpeándome el hombro y se retiró dejando el rastro de su masculino perfume, cerré los ojos por un momento y tomé aire para bajar la tensión que se había producido minutos antes en mi cuerpo.

Si tenía que ponerme en plan entrometida a escuchar conversaciones ajenas detrás de las puertas para saber qué es lo que estaba pasando, lo haría sin pensarlo dos veces. Solo me interesaba que Rajul volviera y diera una explicación. No podía marcharse así sin más.

Decidí ir a la habitación secreta de entrenamiento para practicar y distraerme por un largo rato. Esto serviría para ponerme fuerte al menos. Una vez allí comencé a hacer ejercicio en las distintas máquinas y luego a practicar tiro con diferentes tipos de armas. Si tenía que vivir allí debía saber defenderme, no toda la vida iba a tener a alguien a mi lado que lo hiciera por mí.

Después de cinco horas de entrenamiento me dispuse a comer algo. Mi hambriento estómago pedía a gritos algo de comida. La cocina estaba vacía, pero sobre la barra descansaba un delicioso platillo de espaguetis con salsa de tomate.

Luego de almorzar fui a recorrer nuevamente la casa. Entré en el despacho de mi padre y revisé por completo la habitación. Quería pistas de cuáles eran esas "cosas de las que no podía enterarme".

Mi búsqueda fue en vano, estaba limpia, ningún rastro. Probablemente, hubieran escondido todo mucho antes de que llegara a este país. Pude divisar un diario en la biblioteca, me acerqué y lo tomé. Había letras doradas sobre el cuero negro de la tapa que ponían:

"I. Kajsan"

Sin dudas era de mi padre, su diario, quizás allí encontraría algo que resolviera alguna de todas mis interrogantes. Mi primer pensamiento desapareció cuando comencé a leer. Es su diario de adolescente, es su historia fuera de la mafia, sus amores y desamores.

Al leer sus palabras me sentía más cerca de él y era reconfortante identificarme con él de cierta manera. Lo llevé a mi cuarto para seguir leyéndolo poco a poco, me daba gusto tener algo para conocerlo. En Antara y sobre todo en la casa, la gente no me dirigía la palabra más que lo justo y necesario. Era frustrante estar rodeada de personas y no poder conversar con nadie, extrañaba mi hogar, mi trabajo, mis compañeros.

De tanto leer me quedé dormida. Volví a despertar cerca de las diez de la noche, hacía demasiado calor por lo que me coloqué un traje de baño azul y fui directo a la piscina. Estar ahí me hizo recordar la noche que Rajul y yo estuvimos en ese mismo lugar riéndonos y hablando, la tristeza entró, pero rápidamente la bloquee. No necesitaba sentirme así por nadie.

—Señorita, ¿traemos su cena aquí? —preguntó Amal

—Sí, por favor —se dio la vuelta y volvió a entrar a la cocina

Después de un rato vuelve con un enorme platillo de Maqluba, que por lo que ella me indicó es como una especie de paella árabe. Posteriormente, me dirigí a mi habitación para tomar un baño y volver a dormir. La noche estaba pasando rápidamente.

Para cuando terminé de ducharme eran las 3 a.m., mis ojos estaban cansados y rojos por el sueño. Reflexioné sobre mis padres biológicos y recordé aquella carta que escribió mi padre. Mis abuelos quizás seguían con vida y ellos podrían contarme más sobre mis padres.

Pero había prometido quedarme en la ciudad hasta que se calmaran las cosas con Joseph. También debía estar preparada para cualquier situación y eso me llevaría tiempo, así que postergué esa visita, quizás después pudiera verles y conocerles, pero ese no era el momento.

Me costó dormir esa noche, no podía parar de pensar y repasar cada momento de este último tiempo. No podía entender por qué tenía que ser a mí a quien le pasaran todas estas cosas y sabía que sonaba algo cliché mi pensamiento pero cuando algo tan arrollador como lo que estaba pasando se presentaba en la vida ya no se escuchaba tan absurdo. Ya tenía suficiente con mi tortuosa infancia.

A la mañana siguiente, después de mi desayuno, volví a entrenar, esta vez me ejercité al aire libre primero, los jardines de la mansión eran impresionantes y no podía negarme a las vistas, luego practique con el arco, también encontré una bolsa de box en una pequeña habitación del centro de entrenamiento que usé ese día. Necesitaba prepararme, iba a tomar el lugar de mi padre y no podía hacerlo si era débil, no quería parecer una damisela haciendo el trabajo sucio.

Pronto escuché un pleito proveniente del jardín, tomé una pistola y salí sin que nadie me viera. Andrew estaba con Samir discutiendo. Mis sospechas crecieron, sabía que mi vida estaba en peligro y aún no estaba lista para luchar por ella. Si los hubiera enfrentado allí hubiese sido como sentenciarme de muerte en ese mismo momento, por lo que me oculté para que no pudiesen verme.

Los hombres de Joseph rodearon a Andrew y vi como poco a poco lo hacían sangrar con sus golpes. Por más que se hubiera comportado como un insensible imbécil no iba a dejarlo morir, tomé el arma que había apoyado en el suelo a mi lado y disparé a uno de ellos hiriéndole su pierna.

— ¡Lárguense de aquí o lo lamentarán! —ellos se echaron a reír, visualicé a los cerdos que me violaron durante mi encierro, mi odio crecía con cada risa de ellos

— ¿Y quién va a hacer que lo lamente? —dijo uno de ellos

—Basilisa vete, no debes ver esto —habló Andy desde el suelo con expresión de dolor

—Ni loca dejaré que te maten un par de puercos matones

— ¿Cómo nos llamaste? —dijo Samir abriendo los ojos como platos— estás muerta niña

—Inténtalo —le dije y él comenzó a caminar hacia mí, yo le apunté y jalé el gatillo

— ¡Mierda! —dijo cayendo al suelo, le di en sus costillas, sabía que no moriría si corrían al hospital, pero lo dejaría fuera por bastante tiempo

Los otros lo tomaron y se largaron dejándonos a Andrew y a mí solos, tal y como estaba esperando. Corrí hacia él y analicé sus heridas, parecían superficiales. Le ayudé a pararse y nos dirigimos al sofá de la sala. Pedí a Amal el botiquín de primeros auxilios, curé su labio y sus mejillas. Le quería aunque fuera un patán y me dolía ver que lo lastimaran.   

   

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Armas y Seducción (Trilogía Antara 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora