Capítulo 12

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Joseph se marchó la mañana siguiente a su viaje, por lo que era hora de empezar con el plan. Quería salir de una vez por todas y librarme de la horrible pesadilla que estaba viviendo.

Lo primero era montar un show previo, comencé golpeando la puerta con desesperación pero sin la fuerza suficiente fingiendo sentirme mal otra vez. Sabía que, por cómo había estado el día anterior, caerían fácil.

— ¡Ayuda! —grité al guardia del otro lado de la puerta y este abrió

— ¿Qué pasa? —respondió el tal Samir de mal genio

—Creo que voy a desmayarme —toqué mi frente como había aprendido de las telenovelas que mi madre veía y me "desmayé", aunque fue completamente dramático y sobreactuado se lo creyó y eso era lo importante

— ¡Señorita! —dio palmadas en mi mejilla tratando de despertarme

Luego de que me llevó a la cama lo vi salir de la habitación dejando la puerta abierta dándome pase libre para lo siguiente. Era hora del paso número dos, salir sin que me vieran.

Iba de puntas por el pasillo sin hacer ningún sonido que pudiera alertarlos. Al llegar al final visualicé la cocina del lado izquierdo y una puerta en el lado derecho. Corrí hacia la puerta, pero la madera del suelo crujió bajo mis pies y antes de que pudiera salir me tomaron por mis piernas haciéndome caer al suelo.

Nuevamente, me llevaron al cuarto y esa vez procuraron dejarme encerrada. ¡Mierda! Esa era la oportunidad perfecta para librarme de ellos. La puerta se abrió nuevamente y entraron dos hombres a los cuales no había visto antes.

— ¿Qué pensaste maldita perra? —Dijo uno de ellos— ¿Qué podrías escapar?

—Pues ahora pagarás por tu maldito error —dijo el otro

— ¡Déjenme en paz! — los observé acercarse a paso rápido, intenté mantener la distancia pero ya estaba contra la pared

—No puedes hacer nada niña, ¡Resígnate!

—Eso nunca —comenzaron a tocarme y a arrancar mi ropa, traté de quitar sus manos de mi cuerpo pero uno de ellos las tomó sosteniéndolas sobre mi cabeza— ¡Suéltenme! —grité desesperada

— ¡Cállate o será peor!

— ¡Quítense! —uno de ellos me abofeteó haciéndome caer al suelo

Me sentía tan estúpida y vulnerable en ese momento. Luché por quitarlos, pero era inútil, me superaban en fuerza y tamaño. Me lamieron el pecho provocándome un asqueroso escalofrío. Uno subió arriba mío teniendo mis manos nuevamente por encima de mi cabeza para inmovilizarme mientras el otro hombre tomaba mis piernas.

Intentó besarme, pero le mordí el labio haciendo que sangre y a cambio recibí un puñetazo en la cara. Él se levantó mientras el otro me giró haciéndome quedar boca abajo. Sostuvo mis manos en mi espalda y me besó el cuerpo causando aún más asco, mis ganas de vomitar crecían con cada toque que ellos daban.

Ya no aguantaba más, las lágrimas comenzaban a caer sin parar por mis mejillas como si de lluvia se tratara, pero a ellos parecía no importarles en lo más mínimo, se mezclaba el gusto salado y frío de mi llanto con la espesa y metálica sangre que brotaba de mi labio dentro de mi boca. Mi visión se nublaba, creí que esa vez me desmayaría en serio.

Me quitaron mis bragas y las olfatearon como animales. Luego de gruñir con ellas en su mano las arrojó a un lado y me dio un fuerte golpe en mi trasero dejándome la marca de su mano al rojo vivo en él. Mi pasado amenazaba con volver a mi presente con cada uno de sus golpes.

—¡Son unos malditos cerdos! —fue lo único que pude decir antes de que mi voz se quebrara por completo y el nudo en mi garganta me impidiera seguir hablando

Uno de ellos comenzó a embestirme brutalmente y sentí como si algo dentro de mí se desgarrara. Traté de patalear y pelear para quitármelo de encima, pero me tomó del cabello y me golpeó contra el suelo dejándome inconsciente. Una vez más la historia se repetía.

 Una vez más la historia se repetía

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Armas y Seducción (Trilogía Antara 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora