Al cabo de un rato ya estaba lista para ir al salón y me encontraba descansando en el sofá mientras esperaba que Andy volviera de la tienda, se estaba demorando demasiado. Cuando escuché nuevamente ruidos extraños provenientes del cuarto y salté de mi asiento por el susto.
Otra rosa, esa vez a diferencia de las anteriores, era negra, sin tarjeta, pero con una cuchilla atada a su tallo. Observé nerviosa por la ventana para ver si encontraba alguna pista de quien podía ser ese sujeto misterioso que tanto disfrutaba de atemorizarme. Había sangre en el cristal roto de la ventana, pero parecía a propósito, ya que no había por ningún otro sitio. Dudaba que fuese real, pero sin dudas la broma ya había cruzado la raya de lo permitido.
La puerta de entrada se abrió y por instinto me metí al armario, pensaba que podía ser Andy, pero sabía que también podía ser alguien más. En cuanto escuché ruidos en la cocina decidí salir y tomar mi pistola que estaba en el cajón de la mesita de noche. Si había aprendido algo de la muerte de mi madre era que nunca estás lo suficientemente protegida.
Iba con el arma entre las manos apuntando hacia adelante cuando llegué a la sala y Andy alzó las manos asustado al verme así.
— ¿Qué pasa? ¡Baja eso! —sus ojos permanecían abiertos como platos
—Lo siento —dije bajando el arma— alguien volvió a entrar, me dejó otra rosa, ¡mira! —lo llevé al cuarto y le enseñé la rosa con la cuchilla
— ¡¿Qué mierda está pasando aquí?! —Dijo un poco alterado, la verdad es que estaba muerta de miedo— ¡si es una broma no tiene ni puta gracia!
— ¡Estoy harta de esto, no sé qué es lo que quieren o quien es el que hace esto! —mi enojo y frustración crecía con cada segundo que pasaba, sabía que llamar a la policía era inútil, en los años que llevaba en esa casa cada vez que los necesitaba casi nunca se presentaban o si lo hacían simplemente me decían que investigarían, pero en realidad nunca lo hacían, jamás volvía a tener noticias de ellos y por eso no recurría a ellos
—Vámonos, tenemos que ir al salón —me tomó del brazo guiándome a la sala tratando de cambiar el tema para calmarme— toma, esto es un obsequio para que uses esta noche —me entregó una hermosa caja de terciopelo negro
— ¡Es demasiado! —Me quedé perpleja viendo el hermoso collar— ¡Gracias, gracias, gracias! —lo abracé lo más fuerte que pude
— ¡Déjame respirar! —Dijo asfixiado por mi abrazo— vámonos, se hace tarde —me hizo un gesto para salir de casa
Después de dos horas de peluquería, maquillaje y manicura volvimos a casa. Ya casi eran las nueve y tenía que cambiarme de ropa, Andy prometió quedarse en mi casa mientras no estaba para ver que no entrara nadie por la ventana rota, eso me tranquilizaba un poco, pero también me daba miedo que le hicieran algo. Sí, sabía que su aspecto era intimidante pero quien dejaba las flores quizás lo era aún más que él y si lo superaba en tamaño o fuerza podría hacerle daño como lo hicieron con mi madre.
— ¡Estás preciosa! —dijo dándome un giro para verme por completo y sacándome de mis tortuosos pensamientos
No se me había ocurrido que el señor Fieldman tuviese tan buen gusto en ropa femenina, el vestido era realmente increíble. El profundo tajo en uno de los lados que llegaba hasta mi muslo se abría con cada paso que daba y me hacía ver estilizada y hermosa. El largo era perfecto para corta mi estatura, parecía haberse hecho a medida. Me sorprendía que supiera mi talla a la perfección como para hacerlo tan justo, pero quizás solo escogió la talla que pensó que me iría mejor, no tenía certezas de que hubiese sido hecho exclusivamente para mí.
De pronto sonó el timbre, traté de prepararme mentalmente para lo que venía en los siguientes momentos, sobre todo porque siempre en estos eventos había prensa y no quería malentendidos con mi jefe en las revistas de chismes. No quería leer el lunes "Nueva novia" o cualquier título de esa índole que involucrara mi nombre. Realmente es lo que se leía siempre después de estos eventos del señor Fieldman y sus "novias".
—María, es el señor Fieldman —gritó Andrew abriendo la puerta
—Voy en un momento —me miré por última vez al espejo y respiré profundo, no estaba para nada lista, estaba demasiado nerviosa imaginando todo lo que dirían de mí luego
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Armas y Seducción (Trilogía Antara 1)
RomansaComo una simple rosa puede cambiarlo todo... Nadie se esperaba esto, mucho menos yo. María Tesman, una joven de 23 años, quien trabaja en una editorial muy conocida de la ciudad, con una vida tranquila, da un giro de 180° al ver su vida en peligro...