Informes 1-?

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Hestia se había parado frente a los elfos, no había ninguna intención hostil, pues los niños solo sonrieron mientras guardaban la daga en su funda y se la entregaban a Bell.

"Usted debe ser una hermana mayor muy cariñosa." Comentó Mare entregando la daga.

Todos se quedaron asombrados, por lo general cualquier mortal podía diferenciar entre alguien normal, un aventurero y un Dios, pero los elfos parecían no conocer nada de esto.

"Si no les molesta, regresaremos cuando el sol se oculte. Trataremos de vender el resto de nuestros artículos." Comento Aura dando media vuelta y disponiéndose a salir.

"Si no te importa quisiera comprarte todos tus artículos." Interrumpió Hestia.

"Me temo que no se podrá, necesitamos conseguir algunas cosas más y al menos que nos pague con la moneda local, nos veremos obligados a negarnos."

"¿Podrías mostrarnos al menos que otros ítems llevas?" Preguntó Bell.

"Claro, traemos otra daga pero de oricalco blanco especial para enemigos no-muertos y una daga mágica de hielo." Sin mostrar sus artículos Aura describió las demás armas.

Los gemelos se dispusieron a salir de la mansión de la chimenea, tomaron la perilla de la puerta.
Bell intento tomar a Mare de su brazo para detenerlo, pero el instinto asesino del elfo fue liberado, para él nadie más que momonga y su hermana eran los únicos seres dignos de tocarlo.
El chico albino retrocedió, el escalofrío recorrió su cuerpo observó a los demás pero al parecer nadie más se percató, con una sonrisa los elfos se marcharon de aquella mansión.

Haruhime y Asfi observaron a los elfos alejarse, una vez estos salieron de la propiedad, Asfi se quitó el casco.
Todos se acercaron a dónde estaba la arma adquirida por Hestia. Hermes y Loki trataron de tomarla pero la Diosa anfitriona empujó a Bell alejando por escasos centímetros el arma de los interesados.

Los tres Dioses sabían a la perfección que esa arma les daria una ventaja momentánea, si está se lograba replicar sería su principal fuerza de ataque.

"Hestia, teníamos un trato." Comentó con un tono serio el Dios mensajero.
La tención era clara, aún sin la familia Hestia tuviera intenciones de defender aquella arma sabían que su victoria sería momentánea. Un ataque coordinado por parte de la facción de la justicia sería su destino y su inevitable final.

"Lo sé, pero el arma quisiera que sea Hefesto quién la analice primero."

Loki y Hermes no entendían lo que pasaba, era obvio que irían con los Dioses de la forja. Ambos aceptaron y se retiraron dándole solo cuarenta y cinco minutos para presentarse frente a Hefesto.
Las guardias de ambos seres se retiraron tras ellos, ninguna de las dos entendía porque se había tenido dicha consideración. Sabían el caos que podía provocar Evilus, si por alguna razón dicha arma caía en malos de esa facción, ellos se verían en gran desventaja desconociendo el alcance y potencial.

Dentro de la mansión Hestia pidió a ver le entregará el arma, observó con detenimiento cada centímetro de está. El gran detallado de la funda le sorprendía, parecía tener incrustado escamas doradas junto con piedras preciosas y algunos metales. Evidentemente ella desconocía las técnicas para evaluar las armas, sin embargo había algo en aquellos elfos que la hacían querer examinar dicho objeto antes de llevarlo con su amiga cercana.

El color del alma de ambos elfos era de una tonalidad gris, por su experiencia sabía que aquellas almas de ese tono, eran incapaces de brillar por algún arrepentimiento, temor o por su propia maldad. Pero esto no aplicaba en dichos elfos, pues apesar de la tonalidad gris que era su alma está brillaba cuál fuera un niño inocente jugando.

Un nuevo gremio en OrarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora