Rakia

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En los aposentos del Dios Ares, se podía observar a dicho ser mirar a través de su ventana la ciudad de Rakia. El no podía creer que hace solo unos segundos se encontraba en el hogar de la muerte misma. 

"Ares-sama, ¿Necesita algo antes de que me retire?" Preguntó Lupusregina al otro extremo de la habitación. 

Ares observo fijamente a la sirvienta, pudo notar el alto detalle en su uniforme, la tela de la vestimenta superaba por mucho la calidad de la mayoría de su guardadopa. Con duda y nerviosismo se acerco a su cama, tomo asiento y con un gesto invito a la sirvienta a hacer lo mismo. 

"Tu maestro..." 

"Es el supremo líder." Interrumpió con irritación la sirvienta, al mismo momento que tomaba asiento junto al Dios.

"El supremo líder...¿Qué es?" Preguntó, aun sabiendo que la posibilidad de que recibiera una mentira como respuesta era muy grande. 

Lupusregina lo observo en silencio, lentamente una sonrisa comenzaba a formarse en su rostro hasta que finalmente en una risa desenfrenada respondió.
"¡Es el último de los 41 seres supremos que nos crearon, líder de la Gran Tumba de Nazarick y el gobernante absoluto de la muerte!"

-¿Creación?- Se  cuestiono el Dios. Incluso para los seres celestiales existía un mito respecto a la creación del mundo, cuando el comenzó a ser consciente sobre la existencia del mundo inferior, ya existía la vida; tanto los seres mortales de los cuales ellos eran aliados, como aquellos monstruos que los atormentaban. 

"Podrías ¿Contarme sobre él?" Preguntó confiado, si era el orgullo y devoción por aquel ser eran tan grande, probablemente ella no tendría discreción al hablar de él. 

"Usted Dios Ares, ¿Me contara sobre ustedes los Dioses?" Preguntó con tono provocador colocando un dedo sobre el pecho del Dios. 

"Ahh...yo..." 

"No hay necesidad de responder ahora..." Contesto Lupusregina levantándose de la cama y caminando a la salida de la habitación "...cuando comprendas la grandeza del ser supremo hablaras sin que te lo pida." Agregó con una sonrisa que reflejaba la absoluta confianza que tenia sobre sus palabras, después de eso la sirvienta se retiro de la habitación. 

- Todo se resume en la creación...- Eran los pensamientos de Ares, mientras se recostaba en su cama y miraba su techo. -...Zeus o Urano ¿Quizá ellos podrían conocer más sobre él?- 

La noche fue complicada para él, se decía que solo un Dios puede infundir miedo en sus semejantes, pero ese día el había sido testigo de la excepción a esto. No comprendía la existencia de ese lugar y como había permanecido oculto por tanto tiempo, pero agradecía la oferta de colaboración ofrecida por dicho ser. 

"Espero realmente que esto no cause mayor caos en el mundo." Fueron sus últimos palabras antes de terminar completamente dormido.

A la mañana siguiente la primera en despertar a Ares, fue Lupusregina. La sorpresa del Dios fue tal, que aún en paños menores le permitió el paso ya que normalmente era su general quien acudía a reportarle los avances de sus diferentes batallas.

"Vengo con un mensaje de Momonga-sama..." Anuncio la pleyade mientras acercaba al Dios la ropa que estaba en el suelo. "...en el próximo atardecer, un herrero se presentará ante usted. El se encargará del intercambio de materiales por armas."

Ares se sintió encerrado, en una posición de jaque. El no-muerto había cercado sus movimientos y rutas de comunicación, desconocía el potencial de los seres que el enviaba a su reino.
"Entiendo..." Respondió sin ánimo, levantó su mirada a la sirvienta y noto que está tenía una pequeña sonrisa, como si disfrutará de la tortura psicológica que sentía el Dios en ese momento.

Un nuevo gremio en OrarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora