Ilusión

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Los integrantes de la familia Freya no podían creer la visión frente a ellos: una ciudad completa no reportada en ningún registro conocido. Allen intentó tomar su óculo para notificar el hallazgo a los Dioses en Orario, pero Ottar se lo impidió bruscamente.

"Esto debe permanecer en secreto por ahora" declaró el capitán con voz grave.

La urbe desplegada ante ellos era majestuosa. Altas murallas de piedra gris cercaban decenas de torres y edificios de estilo clásico. Sus tejados azules destellaban bajo el sol de la tarde. En el centro se elevaba un enorme castillo resguardado por un foso natural. Un caudaloso río bordeaba la muralla oeste de la ciudad, con un gran puente que permitía el acceso.

Hogni silbó impresionado ante la visión. Una metrópolis así debía albergar miles de habitantes. Y sin embargo, ningún registro en Orario la mencionaba. Era imposible que hubiese permanecido oculta tanto tiempo.

Con cautela, el grupo se acercó a la muralla más cercana. No se veían guardias vigilando la entrada, pero esto los tenía aún más alertas. Algunas partes de la ciudad parecían desgastadas y cubiertas por enredaderas, como si el paso de los siglos la hubiera ido reclamando.

Ya frente al gran portón de madera, Ottar se volteó y miró al resto. "Manténganse alerta", ordenó mientras adoptaban una postura defensiva.

Tan pronto dieron el primer paso al interior, las majestuosas edificaciones frente a ellos se desvanecieron como polvo. 

"Bienvenidos, aventureros de Orario", los saludó Ares apareciendo frente a ellos. Su expresión era serena y no denotaba hostilidad.

"No esperábamos visitantes en nuestra pequeña comunidad. Por favor, siéntanse como en su hogar", agregó el dios con tono afable.

El grupo quedó momentáneamente desconcertado. No parecía la actitud intimidante que esperaban del temible Ares.

"Un momento...¿no fuiste tú quien creó esa ilusión de la majestuosa ciudad allá afuera?", preguntó Finn intrigado.

Ares ladeó la cabeza, sin comprender. "¿Ilusión? No sé de qué me hablas. Esta siempre ha sido la apariencia de nuestro asentamiento".

Intercambiaron miradas inquietas. Si Ares decía la verdad, eso significaba que alguien más los había atraído hasta ahí a través de un elaborado engaño.

El dios notó su consternación y se acercó con cautela. "Parece que fueron víctimas de un hechizo muy poderoso. Por favor, permítanme ofrecerles nuestra hospitalidad mientras resolvían este extraño suceso".

Aún desconfiados, decidieron aceptar temporalmente la inesperada cordialidad de Ares. A la distancia, la familia Freya logró vislumbrar a una mujer catman con un elegante vestido blanco que resaltaba entre la multitud.

Los aventureros recorrieron las calles en busca de algo fuera de lugar, pero todo parecía un asentamiento común y corriente.

"¿Aventureros de Orario?", comentó una voz grave, atrayendo la atención del grupo.

El hombre que los llamaba no lucía corpulento, pero su piel era extremadamente pálida, casi blanquecina, inclusive para un elfo. Sus ojos rojos como la sangre eran su rasgo más notable. Detrás de él, la mujer catear lo escoltaba en silencio.

"Soy Lord Ainz, gobernador de esta humilde comunidad", se presentó haciendo una leve reverencia. "Es la primera vez que recibimos visitantes de la legendaria ciudad de Orario. Por favor, vengan a mi castillo para que podamos agasajarlos como se merecen".

El grupo intercambió miradas inquietas. Había algo siniestro en la apariencia casi espectral de ese personaje y su sonrisa excesivamente amable.

Pero no tenían alternativa que seguirle el juego por ahora. Debían investigar la verdad tras las extrañas ilusiones y apariciones que habían presenciado desde su llegada. Con cautela, siguieron al pálido personaje rumbo al castillo, flanqueados por los curiosos aldeanos. La mujer catman no les quitaba un ojo de encima, como una guardiana protegiendo a su señor.

Un nuevo gremio en OrarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora