Salvador

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El filo de una lanza perforaba la delgada piel de un niño dogman. Fríos y desgarradores gritos eran liberados por el niño, quien apretaba con fuerza la herida para evitar que más sangre abandonará su cuerpo.

"Adelante, por cinco mil valis pasen y torturen a este pequeño."
Oía a la distancia la voz de su 'dueño', el pequeño solo cerraba los ojos e imploraba por un salvador, sin embargo, nadie atendía su llamado. Una piedra de gran tamaño caía sobre sus piernas, aún sin conocimientos médicos sabía que sus huesos se habían partido.

"¡Aahhh!" Gritaba con fuerza esperando que se detuvieran, pero aquellos presentes, solo reían.

¿Porqué, porqué, porqué? - Eran sus pensamientos, él había salido de su aldea para ser un aventurero, sin embargo, incrédulo de la realidad, confío en la persona equivocada.

"¿Quién va a ser el último cliente del día?"
Al oír esas palabras el niño no pudo evitar llorar, lo había visto días antes, el último cliente siempre asesinaba a la víctima.

"Piedad...ruego piedad..." Decía entre sollozos. Arrastraba su cuerpo hasta los pies de los espectadores, pero estos sólo pateaban su rostro para alejarlo.

"¡Espantas a los clientes!" Gritaba un hombre atrás de él, segundos antes de sentir el látigo impactar en su espalda, provocando que el niño se enrollará intentando protegerse de otro azote.

La escena era en extremo gráfica, debajo del cuerpo del niño, había un gran charco de sangre, sus piernas estaban desechas, su espalda tenía múltiples heridas abiertas producidas por los múltiples azotes que había recibido en el lapso del día, sin embargo, aún se aferraba a la esperanza de un salvador.

"¡Anímense, 10 000 valis y podrán desahogar su frustración con él!"

"Supongo esto es lo que buscaba Ainz-sama..." Una voz infantil se escuchaba entre los presentes. "...¡Entendido!" Agregó aquella voz.

"Adelante, pequeño elfo. Acércate e intenta salvar a este niño." Comentó con burla el hombre, mientras pisaba la espalda del chico.

En cuestión de segundos, el cuerpo del hombre colapsaba en el suelo, había sido decapitado en un único movimiento.
"¡Todos aquellos abandonados por los Dioses, sean testigos de la llegada de su salvador!" Gritaba con fuerza.

Guardias y algunos ex aventureros comenzaron a rodear al elfo, sin embargo, a este parecía no preocuparle. El dogman intento ver a su salvador, pero era tanta la sangre que había perdido y el dolor de sus heridas, que ya no pudo mover su cuerpo.

El ruido de una corriente de aire escuchaba, acompañado de múltiples gritos de miedo y terror provenientes de aquellos que segundos antes lo habían herido. Él sonreía usando toda la energía que le quedaba, su salvador había llegado, tarde para él pero a tiempo para el resto de niños del lugar.

"Gra..." Su vida terminaba, impidiendo que dijera sus últimas palabras.

Ainz llegaba al lugar y observaba como aquellos aristócratas presentes, huían aterrados de su presencia, sin embargo, sus esfuerzos eran en vano. Aquel poblado estaba rodeado por caballeros de la muerte, los cuales ejecutaban a cualquiera que saliera de los límites del lugar.

"Seres del mundo inferior, no tengan miedo, yo he estado a su lado toda la existencia..." Eran las palabras con las que se presentaba Ainz a los esclavos y pocos aristócratas que seguían con vida. Haciendo uso de un item de resurección, traía a la vida al dogman.

La escena sorprendía incluso a los miembros de Nazarick, y no era para menos, en Yggdrasil la animación de resucitación era simplista, un destello blanco rodeaba el cuerpo y este despertaba del letargo. Sin embargo, ahora frente a sus ojos eran testigos de como la sangre del dogman envolvía el cuerpo sin vida, formando una especie de capullo.

Ainz miro con sorpresa y cierta preocupación como su MP disminuía de manera drástica llegando a 1.
- Use un ítem, no tendría porque hacer uso de mi MP - Eran sus pensamientos, sin embargo, no tenía tiempo para analizarlo, debido a que acompañado de un destello dorado el capullo se abría partiendos en múltiples pedazos.

En medio de los trozos del capullo, el dogman se levantaba desnudo y con apariencia aún más joven. Los seres del mundo inferior veían incrédulos cómo renacía aquel dogman. Sin excepción alguna, todos se arrodillaron y no pararon de alabar al ser que se auto presento como Ainz.

"...vida o muerte, no hay nada que esté por encima de mi." Afirmó el no muerto, mientras ayudaba a ponerse en pie al nuevo dogman.
El pelaje del ser se había tornado de un color más oscuro y sus pupilas se habían vuelto claras.

Un mensaje aparecía en el campo de visión de Ainz, había conseguido los cien creyentes necesarios. Era evidente que todos aún tenían temor de él, sin embargo, eso ya no le interesaba, había conseguido su objetivo.

"Cambio de planes Aura, nos centraremos en llevar a todos los presentes a la fortaleza de Ares y Pandora." Murmuró, acto seguido un nuevo portal se abría.

Aura usaba una de sus habilidades para manipular el comportamiento de los humanos, los guiaba uno a uno a través del portal.
"Es como guiar ganado al corral." Comentaba con un tono divertido Aura.

Tras varios minutos que duró el traslado, Ainz comenzó a borrar las evidencias de su presencia en el lugar. Los cuerpos cortados por los caballeros de la muerte, fueron acomodados en distintas casas, para después con magia comenzar a quemar el poblado. Los caballeros de la muerte se encargaron de destruir aquellas construcciones que no tenían nada en su interior. En el lapso de cuarenta minutos, un poblado con poco más de mil habitantes, había desaparecido sin dejar rastro alguno.

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Ares miraba con asombro la cantidad de civiles que llegaban a su nuevo territorio, una variedad de razas enorme, algo que no había visto en Rakia. Elfos, beastman y enanos, se formaban de manera organizada. Pandora, con la forma de Ainz, instruia a los recién llegados a diferentes labores.

Tala de árboles, preparación de materiales, trabajo de campo y preparación de alimentos, eran unas de las múltiples asignaciones en el dominio.
"¿Son esclavos?" Preguntaba con vergüenza el Dios.

"Gran parte de ellos..." Respondía Pandora caminando lentamente alrededor de la fortaleza. "...espero que Ares-san, tenga los mismos sentimientos de alivio que yo al verlos libres." Agregaba mientras veía fijamente a niños jugar con un intento de pelota.

Ares no podía evitar sentir culpa, al ver los resultados que en menos de una semana había conseguido el no muerto.

- ¿Realmente vinimos a ayudar? - Se cuestionaba observando lo felices que se veían los niños, a pesar de las cicatrices que tenían en su cuerpo y en algunos casos en su rostro.

Un nuevo gremio en OrarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora