Apolo

1.2K 169 22
                                    

En la Ciudad de Orario, los Dioses de las familias más numerosas, se reunían. Estas reuniones, que antes del incidente del dragón dorado eran casi inexistentes, hoy se habían vuelto algo rutinario. 

"Los Dioses fuera de Orario deben ser protegidos..." Expresaba Ganesha con un tono que denotaba su frustración por el momento en que se encontraban. 

"Aún si lo intentáramos, ¿Cómo podríamos ubicar a los Dioses errantes?" Replico Hermes al mismo tiempo que colocaba sobre la mesa redonda un mapa del continente. "Orario es minúscula a comparación del territorio del continente. Incluso si enviáramos a nuestros 'niños' a buscarlos, no hay garantía que puedan ser localizados." 

La expresión en los Dioses presentes evidenciaba su molestia por aquella respuesta, sin embargo, todos eran conscientes de que Hermes tenía razón, motivo por el cual ninguno se atrevió a protestar o insistir sobre el tema. 
"Es inevitable..." La Diosa Freya atraía la atención de todos, al mismo tiempo que se levantaba de su asiento y comenzaba a caminar alrededor del lugar. "...es mejor que nos hagamos a la idea, que uno de los nuestros será sacrificado..." Las expresiones de los presentes eran una colección de gestos; algunos eran de desagrado, otros de arrepentimiento, sin embargo, dos de los Dioses se mostraban orgullosos. "...en honor a nuestro 'hermano' deberemos mejorar nuestra seguridad y la de nuestros 'niños'." 

Ninguno, de los que eran testigos de aquella declaración, celebro. Todos guardaron silencio e internamente pedían que la caída de su 'hermano' fuera en un futuro lejano. 

Mientras tanto, alejado de cualquier ciudad grande, un Dios caminaba entre el bosque. 
"La naturaleza del mundo inferior siempre me ha fascinado..." Comentaba mientras cortaba una flor de su tallo y la colocaba en el cabello de una elfa de seis años. "...odie cuando la loli me expulso de Orario, pero de saber que podría tener vistas como estas, habría abandonado la ciudad desde cuando." 

El en algún momento llego a tener una de las familias más grandes de la Ciudad de Orario, sin embargo, ahora el numero de combatientes de su 'familia' se había reducido a solo 7 aventureros, de los cuales solo uno de ellos era de nivel dos. 

"Apolo-sama, el sol esta comenzando a ocultarse, lo mejor será comenzar a buscar un refugio para los más pequeños." Comentó un elfo de cabellera dorada, portador de un arco encantado y una espada larga. 

"Tienes razón, ¿Hay algún poblado cerca?" 

"Lo siento, pero todavía nos encontramos demasiado lejos del próximo asentamiento." 

Ares observo a los niños que caminaban detrás de él, tres pequeños que no superaban los 10 años de edad lo miraban confundidos, una cuarta evitaba mirarlo. 
"Busquemos una cueva donde podamos protegerlos del frio." Ordeno, a lo cual el elfo solo asintió. "Díganme, ¿Qué desean comer?"

Los niños rápidamente comenzaron a hablar sin parar. Ares sonreía de manera grotesca, sin embargo, no era por pensamientos impuros, el motivo de su sonreír era debido a la 'belleza' sin igual de la inocencia de los pequeños. - No puedo esperar a que crezcan. - Era su pensamiento.

El cielo se comenzaba a tornar de un color rojizo, anunciando que quedaban pocos minutos de luz. La familia de Apolo se habían adentrado aún más en el bosque, con el fin de encontrar un 'refugio' para los más jóvenes. 

La mirada del Dios dejo de ser cálida, cambiando a una más fría y analítica. Sus escoltas no entendían el cambio de actitud, sin embargo, a pesar de no recibir ninguna instrucción empuñaron sus armas. El capitán de la familia, el único elfo de esta, tomo a los más jóvenes y se adentro en la cueva buscando protegerlos de lo que sea que alterada al Dios. 

La luz se extinguía, con ello el miedo invadía los corazones de los aventureros encargados de proteger al Dios de la belleza, sin embargo, aquel sentimiento se desvanecía al mismo tiempo que una luz de tonalidad dorada iluminaba el contorno de Apolo. 

"Así que haz decidido venir por mí..." Comentaba con un tono serio, al mismo que sus escoltas no paraban de buscar de manera frenética a quien le dirigía sus palabras. 

De entre los arboles una silueta comenzaba a iluminarse, una túnica que daba la sensación de ser vieja, con múltiples agujeros que revelaban que debajo de aquella prenda, solo había huesos. Aquella escena provoco que dos de los escoltas quedaran inconscientes de manera casi inmediata. 

"Me sorprende tu capacidad para haberme percibido..." Hablo Ainz acercándose más a los escoltas del Dios. "...aun que he de admitir que para ser un 'Dios' tardaste demasiado." El comentario fue un duro golpe al orgullo de los seguidores de aquel ser divino. 

Uno de los escoltas intento atacar de manera directa con su lanza, sin embargo, la punta de esta se rompía cual cristal al tocar los huesos de la palma de Ainz. 
"¿Debería perdonarte?" Preguntó el no muerto caminando hasta quedar frente a su atacante. 

Todos miraban con desesperación como el ser colocaba su palma en el rostro del humano. 
"¡DETENTE! Es a mi a quien buscas o me equivoco." Gritó Apolo, quien caminaba entre sus escoltas hasta quedar frente al no muerto. Ainz al ver su valentía, soltó el rostro del humano y giro a ver al Dios, quedando frente a frente. 

Los Dioses tienen una sola regla, no tienen permitido activar su esencia divina, pero Apolo ya había roto dicha regla. El destello dorado que recubría sus extremidades, provoco una emoción en el 'corazón' del no muerto. 

Ainz uso su habilidad para observar las características del Dios, pero por primera vez su habilidad no tenía el efecto esperado. - ¿Debería retirarme? No, ahora que sabe mi identidad, podría ser más peligroso si la comparte con el resto de los Dioses. Me volvería su objetivo prioritario.- 

"¿Apolo, cierto?" Preguntó Ainz sin apartar la mirada de su rival. "Disculpe el atrevimiento, pero antes de empezar, me gustaría que ordenara a sus 'niños' marcharse del lugar. A pesar de mi apariencia, odio las muertes sin valor alguno."

Los escoltas miraron incrédulos la petición del no muerto, algunos pensaban en protestar, sin embargo, Apolo levanto el puño en el aire una señal para que todos guardaran silencio.
"Agradezco que seas tú quien lo solicite. Todos retírense del lugar, los veré en el próximo poblado." 

Los reproches de sus escoltas no se hicieron esperar, no obstante, el capitán de la familia regresaba al lugar de los hechos. Los aventureros esperaban que el protestara en contra de aquella orden, pero este solo levantaba el cuerpo inconsciente de uno de los aventureros.
"No escucharon la orden, ¡Vámonos!"

Los aventureros a regañadientes, levantaron el cuerpo de su compañero que permanecía en el suelo, y sin girar a ver a su Dios patrón, se marcharon del lugar en silencio. 
"Dime, ¿eres tú el cazador?" Preguntó Apolo materializando una espada que ardía en llamas.

"Supongo sabes mi objetivo..." 

Ambos seres se miraron fijamente, siendo Apolo el primero en realizar un ataque contra su oponente. Ainz recibía el ataque de manera directa, necesitaba conocer todo sobre su rival para poder organizar una estrategia en el acto. 

- El arma es suficiente para infligirme daño, necesito mantenerlo a la distancia. - 

Un nuevo gremio en OrarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora