Vulnerabilidades y vínculos

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Para Ainz, los nuevos cambios en su vida diaria significaban un riesgo y una potencial amenaza. Si necesidades tan básicas como comer y dormir habían sido habilitadas, existía el riesgo de que otras habilidades se activaran. Sin embargo, su papel como líder supremo de Nazarick le impedía simplemente comentarlo. Le preocupaba no saber cómo reaccionarían los guardias de piso. Por este motivo, decidió acercarse a un "semejante": Ares.

Ares era el encargado de la mayoría de los asuntos relacionados con la ciudad superior. Aunque antes tenía un carácter infantil, el hecho de convivir con un depredador natural de los dioses lo había vuelto meticuloso. No podía juzgar el comportamiento de Ainz, pero eso no significaba que pudiera permitirse bajar la guardia frente a él.

Dentro de la habitación que Ares ocupaba como oficina, se presentó Ainz. Ares sabía que no podía ver las intenciones del ser frente a él, no obstante, hoy era diferente; sentía que había una pequeña vulnerabilidad.

Ainz se sentó frente al dios, quien permaneció en absoluto silencio, esperando a que el no muerto fuera quien diera el primer movimiento.

"En toda mi existencia, probar alimentos era inútil. Sin embargo, tras una serie de pruebas, he descubierto que puedo percibir sabores y disfrutarlos..."

"Es parte del contrato por el cual descendemos..." Ainz guardó silencio, las llamas en sus ojos parecían volverse más intensas. "Un dios no puede estar libremente en este mundo. Al no ser creado por nosotros, nuestra presencia divina puede interferir con el ambiente. Por eso sellamos nuestra divinidad. A cambio, podemos disfrutar de todos los placeres que existen: el sueño, la comida, la sexualidad en algunos dioses..."

"Entonces, ¿es por eso que requieren familias...?" murmuró Ainz, llevando una mano a su quijada. "...¿ellos son sus escoltas que garantizan su seguridad?"

"Depende del dios. La gran mayoría generamos un vínculo con aquellos que portan nuestra bendición", explicó Ares.

Ainz guardó silencio por un momento más mientras reflexionaba sobre su relación con Felina. No podía negar que le importaba, pero no se atrevería a definir su cariño como un vínculo. Era más bien como el de una pieza en una colección."¿Qué otras cosas implica el contrato?" preguntó Ainz.

Mientras tanto, dentro de la tumba de Nazarick, se podía observar a Felina realizando sus entrenamientos diarios. Su maestro le había anunciado que su actualización de estado sería esa noche. La joven estaba emocionada y comenzó a blandir con gracia y esmero su katana favorita. Necesitaba obtener la mayor cantidad de experiencia posible antes de que llegara el momento.

Ella hubiera preferido pasar más tiempo con su hermana, pero no podía negar que el hecho de averiguar cuánto había avanzado la emocionaba aún más."Reconozco tu compromiso con tu entrenamiento", comentó Albedo, quien llegaba a la escena luciendo un vestido blanco que resaltaba aún más sus alas negras. "Quiero ponerte a prueba, Felina".

La chica detuvo sus movimientos y miró confundida a la líder de los guardianes. "¿Contra algún duende?"

"No...", respondió Albedo retrocediendo unos pasos. "...si logras rasgar este vestido, te otorgaré un regalo". Felina no comprendía las intenciones de su protectora, por lo que su agarre de la katana se debilitó casi al punto de dejarla caer. "Qué decepción, yo que comenzaba a sentir orgullo al llamarte mi niña"

Las palabras de Albedo resonaron en el corazón de Felina. Ambas manos apretaron el mango de la katana, y al notarlo, Albedo simplemente asintió y cerró los ojos. La joven ilusamente creyó que aquel gesto era una invitación y que su protectora se dejaría atacar para otorgarle el regalo. Sin embargo, tan pronto estuvo dentro del rango de ataque de Albedo, ella le propinó un fuerte golpe en el costado derecho.

Un nuevo gremio en OrarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora