Que hayamos llegado a la Tierra no fue una mera casualidad. Los lorienses llevamos en la Tierra más tiempo de lo que creería cualquier persona. Cuando los escuadrones de la Agencia de Exploración Interplanetaria comenzaron a hacer las investigaciones aquí, muchas cosas cambiaron. Si bien las teorías conspiratorias e historias que afirman la presencia de alienígenas en determinados puntos del planeta son muy locas y descabelladas, algunas sí tienen buena base.
Mis tareas como cêpan iban más allá de cuidar y formar a número Nueve. Para cumplir debidamente con mis actividades, diseñé un par de programas informáticos que recopila informaciones y datos curiosos relacionados a eventos sobrenaturales, avistamientos extraterrestres entre otras cosas, pues además de mantener a mi garde con vida, debo intentar rastrear a los demás. No es una tarea fácil, y eso es un alivio. Si fuera fácil, los mogadorianos llegarían antes que yo.
No siempre me la paso escuchando o leyendo estas noticias o publicaciones en redes, pues la mayoría están vinculadas al Área 51, así que son avistamientos de OVNIs falsos. Porque lo son. El Área 51, que atrae a mucha gente curiosa no es más que un enorme depósito militar. Los rumores sobre extraterrestres se propagaron con el fin de acentuar la concentración de los terrícolas en la zona, cuando la verdadera movida está en Dulce, un pequeño pueblo en Nuevo México.
Desde que las exploraciones comenzaron, la ruta fijada por los ingenieros lorienses llevaba a un punto exacto que es, sin variaciones, la base subterránea de Dulce. Todos los aterrizajes se daban allí. Todos los movimientos operativos comenzaban allí. Todos los proyectos eran discutidos allí. Nuestra nave quedó guardada allí.
Trabajé durante semanas para acceder al riguroso sistema de vigilancia que instalaron en el edificio de mi interés, sin ningún resultado favorable. Visité y me vinculé con cada sistema del gobierno, buscando el error. No lo encontraba y no podía permitirme visitar el lugar sin antes echarle un vistazo, pues iba en contra de todo lo que alguna vez me indicaron y yo había indicado al chico. No podía simplemente confiar a ciegas.
La ansiedad por saber qué se estaba gestando en esos túneles me estaba pasando factura. Como cêpan (alguien sin legados) que huye de unos locos asesinos que quieren acabar con su garde, se supone que debo mantenerme en forma. En forma y en alerta permanente, porque la velocidad, la fuerza y la destreza serían mis aliados si nos volvemos a ver las caras con los apestosos piel pálida. En algún momento, dejé de participar activamente de los entrenamientos, enfrascado en lograr mi objetivo a toda costa.
Llevaba cuatro días de intensa investigación cuando encontré los planos del lugar y un listado de las personas vinculadas a él. Una persona llevó a otra, un oscuro pasillo al otro lado de la ciudad, de ahí a otro continente, luego de vuelta a América y por fin logré mantener una conexión estable con una de las cámaras de vigilancia de la base en Dulce. Una base que antiguamente fue loriense, hoy está repleta de mogadorianos.
La primera vez que lo vi, pensé que eran imaginaciones mías, pensé que era producto de tantas horas de paranoia (según Nueve) y que mi mente me estaba jugando una mala pasada. Pero no. Estuve viendo los vídeos por horas, reproduciendo las imágenes desde tantos ángulos como me permitían las tomas, pasando de un nivel de calidad a otro. Todos los patrones eran iguales. El lugar en el que está nuestra nave, fue invadido por el bando enemigo.
El alma se me fue a los pies. La electrónica era mi aliada, pero la tecnología terrícola es muy limitada, sin embargo, no me iba a dejar vencer tan fácilmente. Pasé los siguientes días diseñando posibles artilugios para los entrenamientos futuros y planificando combinaciones de aparatos que servirían para aumentar el potencial del niño. También deseaba reforzar los niveles de seguridad, más por ególatra que por no sentirme a salvo. Nunca en mi vida me había sentido tan seguro.
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Las sorpresas de Chicago: Fanfic Loriense
FanfictionAU. Porque Sandor y Nueve merecen un final menos trágico. Este fanfic de Los Legados de Lorien describe los primeros años en el John Hancock Center. AVISO: algunos capítulos incluyen palmadas/azotes a un menor. Si no gusta, no lea.