| Alexander |
Quietud. Silencio. Oscuridad. Se suponía que esa era la fórmula para hacer pasar el dolor de cabeza causado por el estrés, pero esa combinación a mí me produjo una sensación punzante que no tenía ganas de desaparecer. Empecé a sentirme mal del estómago y me pregunté si sería la primera vez que me enfrentaba a algo así.
Ya había vivido una escapada, por supuesto. Como profesor encargado de los niños terrícolas con Legados había vivido MUCHAS escapadas. Muchos de los niños de hecho eran muy pequeños para estar lejos de casa y la Academia exigía que los chicos pasasen toda la semana dentro de la institución. Solo podían salir los fines de semana, según el reglamento que yo NO había establecido y definitivamente estaba luchando por cambiar, pero los comandantes terrestres tenían sus razones para sus determinaciones y yo estaba parcialmente de acuerdo, pero hace falta que el reglamento se adapte a las necesidades de los chicos. Y obviamente no estoy de acuerdo en que me dejaran a mí para lidiar con la situación.
Afortunadamente tenía a mi queridísima Lexa. La mejor directora que uno podría esperar, sin duda. Un poco mandona, pero podía con ella perfectamente, gracias a Sandor por la experiencia con gente así... siempre que no quiera mandarme a entrenar, por supuesto. Me ha ayudado muchísimo con los chicos, por no decir que ella lo hace todo excepto dar clases.
McCarthy se escapó dos veces y amenazó con hacerlo en otra ocasión. La primera vez la razón fue tan inocente que no pude hacer nada más que reírme de la situación, pues el niño, con la adquisición de Legados había empezado a imaginar hechos fantasiosos en cualquier parte. Creo que su tendencia no ha desaparecido del todo, pero lo va controlando mejor. La segunda vez se escaparon en manada, amotinados ante un ejercicio "absolutamente imposible" que les había puesto. Se escaparon en mis narices y fue muy estresante, sin embargo, nada de lo que hubiera podido vivir me podría haber preparado para esta ocasión.
Stanley, mi versión más joven, no estaba donde debía estar. No era la primera vez que me iba de Sandor y tampoco sería la última, pero esto me parecía muy grave debido a mi presencia aquí. Me pregunté si el tema de las armas influyó en su decisión o si lo hubiese hecho de todas formas, porque el niño se fue, no se lo han llevado, no hay indicios de lucha, de pelea, ni de resistencia. Todo aparenta que fue decisión suya y Sandor pareció estar de acuerdo conmigo.
- Igual no podría haber llegado muy lejos – Sandor especuló. - A pie no puede llegar muy lejos – aseguró mientras agarraba las llaves del auto.
- ¿Llevamos el Cofre?
- No. Está bien aquí, volveremos enseguida.
Y así, en pijama, confiados en que lo encontraríamos pronto, condujimos por media ciudad. Paradise estaba en silencio a altas horas de la noche, excepto por algunos bares en los que se oía el bullicio de la gente ebria. Tuve ganas de pedirle a Sandor que se detuviera, que me apetecían unos cigarros pero sentí que mi petición no sería bien recibida, sobretodo porque Sandor parecía tener una curiosa sensación de poder sobre mí. Claro que eso sucede porque yo lo permito, pero siempre es más fácil hacerle caso que ir contra él y ya había aprendido a no discutirle aunque no esté de acuerdo en algunas cosas. No era agradable, pero lo prefería.
Me pregunté si quizás Stanley esté en la casa, en algún rincón en el que no hayamos mirado bien, porque nada de esto tenía sentido. ¿Dónde se habrá metido?
- No miramos en el bosque – dije bajito, porque no me animaba a hablar fuerte. Sandor aparentaba tranquilidad, pero yo sabía que se estaba muriendo por dentro.
- No hay ninguna posibilidad de que ese niño se haya metido en el bosque – Sandor sonrió débilmente y algo muy parecido a arrugas aparecieron en su rostro a pesar de su juventud. – Piensa que los vampiros existen, que habitan en los bosques y que pueden comérselo.
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Las sorpresas de Chicago: Fanfic Loriense
Hayran KurguAU. Porque Sandor y Nueve merecen un final menos trágico. Este fanfic de Los Legados de Lorien describe los primeros años en el John Hancock Center. AVISO: algunos capítulos incluyen palmadas/azotes a un menor. Si no gusta, no lea.