| Nueve |
Sandor no quiso decirme nada sobre las averiguaciones que estuvo haciendo, ni qué pasó finalmente con Lucía. Intenté sonsacarle información con algunas preguntas que se me antojaron discretas, pero no conseguí engañarlo porque las desvió todas y paré antes de que me mande a lavar los platos o algo así. Supongo que eso les habría venido bien a las señoras que trabajan para el hotel, pero yo no estaba dispuesto a sacrificar mi suave y hermosa piel por andar de preguntón. Me dije que cuando mi cêpan salga de fiesta navegaré en su computadora, para tener al menos una idea de sus movimientos.
Claro que eso sería después de que me recupere del fastidioso resfriado que me gané esta semana. El primer día lo tomé con euforia, para qué negarlo. Sandor me prohibió entrenar y nos pasamos el día viendo dibujos en la tele, pero luego los síntomas empeoraron y sentía el nerviosismo de Sandor a flor de piel. Creo que esto (contagiarnos de una enfermedad terrestre) solo había pasado una vez, por lo que él no sabía muy bien qué hacer y no podía llevarme al hospital, por temor a que me hagan un análisis de sangre en que los resultados generen algún tipo de sospecha. ¿Harían análisis de sangre por un resfriado? ¿Realmente era un resfriado? No podíamos saberlo con exactitud, así que nos dedicamos a intentar tratar los síntomas hasta que mi cuerpo sea lo suficientemente fuerte para recuperarse por sí mismo.
Nos arreglábamos con pequeñas recetas que veíamos en internet, las cuales Sandor probaba primero, porque su paranoia no le permitía darme de beber nada antes de saber que no me haría daño. Según me contó, esta era una de las recomendaciones que había recibido de otro cêpan más experimentado. Había registros de que el pimiento, el mango, las langostas y el arroz generaban efectos dañinos sobre los lorienses. Nada grave, pero supongo que en nuestro estado Sandor no pensaba arriesgarse y aunque muchas veces yo me burle de él, en realidad, estaba agradecido por su cuidado. Podía ser fastidioso, pero era una muestra clara de lo comprometido que estaba con nuestra supervivencia y de lo mucho que me quería.
Mi cabeza había empezado a doler demasiado, así que apagué la televisión y cerré los ojos buscando relajarme. La Navidad se aproximaba, no podía yo estar enfermo durante esa fecha. Todavía no había conseguido un regalo decente para Sandor y si yo seguía enfermo para ese día, ¿quién pondría las decoraciones? El arbolito en la recepción del hotel es precioso, pero yo quería MI arbolito, con MI decoración y MIS dulces.
- Te he preparado un té – se anunció Sandor, en voz muy baja, seguramente sin saber si estaba dormido o no.
- Por favor no más de esa cosa – supliqué, al abrir los ojos y ver el asqueroso líquido verde humeando en el jarro.
- Te hará bien – respondió, antes de llevar una mano a mi frente. Chasqueó la lengua. – La fiebre ha regresado. Iré por un paño frío mientras tú bebes.
Beber una mierda. Discretamente, agarré el jarro y fui a vaciarlo por el lavamanos del baño. No seguiría tomando de aquel brebaje, aunque debía reconocer que la cosa consiguió controlar bastante bien la tos. Me mojé los labios y fingí una expresión de asco muy bien lograda, a juzgar por la mirada de simpatía que me dedicó Sandor. JA, se la creyó.
- Es demasiado amarga – me quejé, más que nada para evitar la expresión de triunfo que quería apoderarse de mi rostro.
- Lo lamento, pequeño. Intentaré agregar algo un poco más dulce la próxima vez... tal vez algo de miel de abeja servirá... - murmuró, pensativo.
Torció el paño, que estaba en un recipiente con agua y mucho hielo, y lo llevó directo a mi frente. Di un saltito y aparté su mano con brusquedad, porque no me esperaba la sensación que me invadió cuando el lienzo húmedo y frío hizo contacto con mi piel. Supuse que la diferencia de temperatura era abismal
![](https://img.wattpad.com/cover/251969107-288-k452338.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Las sorpresas de Chicago: Fanfic Loriense
FanfictionAU. Porque Sandor y Nueve merecen un final menos trágico. Este fanfic de Los Legados de Lorien describe los primeros años en el John Hancock Center. AVISO: algunos capítulos incluyen palmadas/azotes a un menor. Si no gusta, no lea.