XXV: Impulso

128 8 97
                                    


XXV: Impulso

| Alexander |

Sacudo el brazo una y otra vez, haciendo círculos imaginarios con el codo. Hubo un tiempo en el que podía hacer más de quinientas flexiones en un día. En el piso, en el techo con un brazo o con dos. Era todo lo que hacía cuando los mogos me capturaron, en la fría celda de Virginia Occidental, escuchando los gemidos y ronquidos de las bestias que tenían presas allí.

Sandor jamás podría entender mi reticencia a viajar con ellos. Quería disfrutar del momento, claro que sí. Deseaba con todas mis fuerzas restaurar muchos de los recuerdos que me fueron arrebatados. Era extraño, según yo, nunca estuve en el Complejo Ashwood, que es donde están todos los aparatos con los que experimentan todos los días. Las montañas de Virginia Occidental eran solamente un lugar en el que criaban a sus picken, entrenándolos para acabar con nosotros.

Lo que no sabían era que los animales también sienten. Los mogos son tan aberrantes que no se esperaban lo que aconteció en el momento de mi liberación.

Sandor me había dicho muchas veces que nuestros Legados aparecen en tiempos de necesidad, ante emociones muy fuertes. Él decía que los Legados eligen el alma de su garde mucho antes de su nacimiento y en eso no sabía si mi cêpan tenía razón, porque creo que ser testigo del sufrimiento de esas criaturas me ayudó a forjar mi Legado. Conseguí comunicarme con ellos. Les hablé desde mi propia desesperación, muy similar al sufrimiento que ellos vivían. Me comuniqué con los picken, les mostré cómo era mi planeta antes del ataque de los mogos y lo que quedaba de Lorien después de eso. Pensé que sería un poco complejo de entender para ellos, sin embargo, ellos también fueron exiliados de su planeta, obligados a vivir en cautiverio.

Usé sus propias armas contra ellos. Entrenaban a los picken para que acaben con nosotros, los picken acabaron con ellos. Bueno... al menos lo suficiente para permitirme correr.

A medida que Sandor iba describiendo el lugar al que nos dirigíamos, muchos recuerdos empezaron a aglomerarse en mi cerebro. No es que me capturaran durante este viaje ni nada, de hecho sería algo fenomenal. El problema era que durante este viaje nos reencontramos con una mujer.

Una mujer terrícola cuyo nombre no recuerdo.

Yo sé que Cuatro se ganó la lotería con su chica envidiablemente sexy. ¿Pero yo? Yo solo había encontrado decepción con ellas. Una traición tras otra, mentira tras mentira. Sé que Ocho pasó por una situación similar y no podía ser testigo de ello nuevamente. Vi mi oportunidad de abandonar el viaje cuando Sandor me dio el Legado de la invisibilidad. ¿Era así como se sentía Seis cada vez que se hacía invisible? Se sentía como gotitas de luz cálida que inundaba cada célula de mi cuerpo. Tal vez he estado tanto tiempo sin Legados, por eso me gustó tanto la sensación.

Pensé que sería difícil controlar un Legado que no me pertenece, pero el aparato ese se hizo cargo de la situación. No requirió ningún esfuerzo de mi parte. Me escondí en el baño de damas, sabiendo que Sandor jamás se metería allí a buscarme, esperando a que se fueran. Estando allí, para mi alivio, el efecto de invisibilidad terminó. En un momento pensé en la posibilidad de quedarme así para siempre. Sería cool entrar a conciertos sin pagar boletos, pero la idea de no volver a ver mi hermoso rostro me aterrorizaba.

Debí haber sabido que Sandor no se rendiría tan fácilmente. Cuando me asomé para salir del baño deshabitado excepto por mí, vi que seguían allí, observando una pequeña plataforma turquesa.

No lo pensé mucho, salí y me dirigí hacia ellos, pensando en una mentira sobre la marcha. Sandor me había prometido una paliza solamente por sugerir abandonar el John Hancock Center. No sabía qué pasaría si descubriera que esa era realmente mi intención. Tampoco es que me importe demasiado, la verdad. Después de todo el dolor que he experimentado durante los últimos años, un par de azotes no serían nada en comparación. Puedo soportarlo.

Las sorpresas de Chicago: Fanfic LorienseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora