Capítulo 30

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Siyeon y Bora caminaban por la acera tomadas de la mano. El turno de trabajo de Siyeon había terminado mucho más temprano y ninguna de las dos tenía clases ese día. Así que decidieron tomar ese día como uno para pasarlo juntas.

-¿Y que quieres hacer?-preguntó Siyeon mientras balanceaba de vez en cuando sus manos entrelazadas

-Podemos ir a caminar un rato y luego podemos ir a un lugar cerca de aquí que conozco-sugirió

-Bien, entonces hagamos lo que tú dices-le dio un rápido beso, para el gusto de Bora, en los labios

Caminaron alrededor de unos 30 minutos en donde solo disfrutaban de la compañía de la otra. En cierto momento de su trayecto se toparon con un parque en el cual se detuvieron y se sentaron en una de las bancas que había allí. Disfrutaban de la tranquilidad de este y de ver a algunos niños jugar con sus padres o sus mascotas.

Pero no todo fue bueno.

-¿Aún te duele mucho?-le preguntó Bora preocupada

-Puedo sentir como aún palpita por el impacto, pero tal vez se me pase luego-acomodó la bolsa de hielos sobre su sien-tendré un moretón mañana y todo por culpa de ese engendro

-Cariño, el niño no tuvo la culpa de golpearte con esa bola de béisbol-acarició el dorso de la mano de la contraria

-Yo pude ver maldad en su mirada cuando su madre lo obligó a disculparse. Así que no creo que lo haya hecho sin intención-Siyeon tenía un puchero en su rostro

Bora sonrió y besó la mejilla de la más alta.

-Eres adorable, ¿Lo sabías?-le dijo con una sonrisa

-Claro que no lo soy-se quejó

-Si lo eres-dijo la castaña-ahora iremos al lugar que te mencioné. Y no te preocupes, no hay niños con bolas de béisbol allí

-Menos mal-murmuró aliviada sin dejar de frotar la bolsa de hielos en su sien

-Menos mal-murmuró aliviada sin dejar de frotar la bolsa de hielos en su sien

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-¿Es un taller de manualidades?-preguntó la pelinegra

-Si, venía se vez en cuando para distraerme un poco-dijo la castaña mientras abría la puerta-ven, entremos

La tomó de la mano y la jaló hacia adentro de aquel taller. Lo primero que vieron fue que había solo unas pocas personas repartidas alrededor de las mesas.

-Hola, buenos días-un chico pelinaranja se acercó a ellas con una sonrisa-¿En que las puedo ayudar?

-Quisieramos una mesa para hacer algunos collares-le dijo la castaña

-Bien, pueden tomar asiento en cualquiera de las mesas mientras yo les traigo los materiales para realizar lo que piden-el chico dio media vuelta para ir por los materiales

Bora y Siyeon tomaron asiento una al lado de la otra en una de las primeras mesas.

-¿Qué te parece el lugar?-preguntó Bora mientras acariciaba la sien de Siyeon-¿Aún duele?

-Ya no tanto-dejó a un lado la bolsa de agua que había ahora porque los hielos se había derretido hace unos minutos-y con respecto al lugar, me parece muy bonito. Es cálido y agradable

-Me alegra que te guste-besó rápidamente los labios de Siyeon-pensé en traerte aquí apenas vi que tu turno acabó temprano. Sé que al tener que hacer tantas cosas tú sola puedes estresarte y agotarte mucho, así que se me ocurrió traerte aquí para que pudieras distraerte por lo menos unos minutos de tus responsabilidades. A mí siempre me funcionó en mis peores momentos y pensé que a ti también te podría ayudar

Siyeon fue quien se acercó esta vez a Bora y dejó un beso un poco más largo en sus labios.

-Gracias por preocuparte por mí-le sonrió-Me conmueve que hayas pensado en traerme aquí para que pudiera relajarme un poco. Eres una novia asombrosa

-Trataré siempre de encontrar la manera de hacer que te sientas bien. Así que no te vayas a sorprender cada vez que lo haga-le dio un toque en la nariz haciendo reír a la contraria

El chico que las había atendido anteriormente regresó para entregarle los materiales necesarios para realizar sus collares. Bora se encargó de explicarle a Siyeon que era lo que tenía que hacer para así comenzar a realizar su collar.

-¿Puedo elegir cualquier cosa para ponerle a la cadenita?-preguntó Siyeon mientras buscaba entre los posibles dijes que podía usar

-Puedes ponerle cualquiera y los que quieras. No hay un límite estipulado para ponerle-le dijo sin mirarla ya que estaba concentrada en hacer el suyo

-Esta bien-respondió la pelinegra mientras continuaba rebuscando entre aquella variedad de dijes

Al fondo de todos ellos pudo encontrar uno que le llamó la atención. Era la silueta de un lobo, era de color negro y tenía un fino borde color plata. Ella lo tomó y se quedó mirándolo por unos instantes anonada por lo bonito que era.

No lo dudo e inmediatamente lo insertó en su cadenita. Lo acomodó en el centro y se quedó mirándolo de nuevo por un largo rato.

-¿Piensas ponerle otro más?-preguntó a castaña con una sonrisa, llamando la atención de la más alta. Bora había dejado su collar de lado apenas observó la cara de su chica concentrada en aquel dije de lobo

-Creo que sí-murmuró volviendo a mirar aquel lobo de metal-es perfecto si está solo...Como un lobito de verdad

Bora sentía su corazón derretirse por la ternura que le provocaba ver como los ojos de la menor brillaban con adoración.

-Bien, en ese caso creo que podemos hablar con el chico que nos atendió para que podamos pagarle e irnos-le dijo mientras buscaba con la mirada al pelinaranja. Apenas lo localizó, levantó su mano para indicarle que viniera a donde ellas

-¿En qué puedo ayudarles?-preguntó amablemente

-Ya tenemos nuestros collares listos, así que deseamos pagar por los materiales que utilizamos-le comentó la castaña

-Bien, entonces síganme por aquí para ir a la caja registradora-les indicó

Bora tomó de la mano a Siyeon para que caminara con ella hacia donde el chico le había indicado que la siguiera. La pelinegra la seguía a pasos torpes sin despegar la mirada del dije que había escogido.

'Este lobo...Me siento representada por él' pensó

A mis piesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora