Epílogo
Cuando bajé a desayunar, ya todos estaban reunidos.
Me senté.
Gloria, la chica encargada de la cocina, puso el desayuno delante de mí. Me dedicó una sonrisa y yo aparté el rostro enseguida. Había sido muy dulce durante lo que llevábamos de estancia, pero yo no quería dar pie a ninguna conversación.
—¿Cómo amaneciste, Ángel? — inquirió Rosa mirándome con cariño.
Llevaba un bonito vestido blanco floreado sin mangas que hacía resaltar su piel. Mi vista se clavó en la enorme cicatriz de su hombro.
—Bien — contesté llanamente.
Me concentré en mi plato y por un momento, todo fue silencio, a pesar de que yo los había escuchado charlar alegremente antes de que yo llegara.
—¿Qué tal el tour de buceo, chicos? — preguntó mi papá mirando a Danilo y a Gloria — Yo hacía buceo cuando era joven y me encantó. Recuerdo que una vez tuve la osadía de subirme a una tabla de surf, pero no pude durar ni diez segundos de pie.
—Fue genial, señor Ignacio — replicó Gloria con su tono animado y exageradamente alegre de siempre —. He vivido cerca del mar desde pequeña, pero nunca había tenido la oportunidad de verlo desde abajo porque las clases de buceo son muy costosas. Muchas gracias por haberme invitado. Lo pasé muy bien.
—Yo también — asintió Danilo —. Fue una experiencia maravillosa. Muchas gracias... Ignacio.
Papá le sonrió abiertamente.
—¡Por fin he logrado que dejes de llamarme señor Ignacio! — se echó atrás en la silla — ¿Y qué harán hoy?
—Hay un paseo en velero que está incluido dentro del paquete y que hace parada en uno de los arrecifes corales más hermosos de toda la isla — explicó Danilo —. La Van viene a recogernos a las dos de la tarde.
Rosa miró su reloj.
—Pero apenas falta media hora para eso, y Ángel todavía no está listo.
—Porque yo no voy a ir, Rosa.
Ella se giró hacia Danilo.
—¿No le avisaste?
—Él me dijo ayer, pero yo no quiero ir — repuse.
Papá me miró con seriedad.
—Llevamos tres días en esta isla y no has salido de la cabaña ni uno solo. Te estás perdiendo lo mejor.
Yo señalé hacia afuera.
—He disfrutado la piscina, la playa y el sol. Incluso estoy algo bronceado.
Papá había alquilado una cabaña privada, así que podíamos bajar a la playa sin tener que tolerar las aglomeraciones de turistas.
—Pero puedes salir con Gloria y Danilo y hacer cosas diferentes.
—La cabaña es muy bonita, papá. De verdad que me gusta mucho estar aquí.
Él lanzó un hondo suspiro.
Gloria parecía incómoda, así que empezó a recoger los platos. Danilo y Rosa se veían algo apesadumbrados.
—¿Y qué te parece si vienes con Rosa y conmigo? — propuso — Vamos a dar un paseo en la noche. El yate es privado.
Yo logré componer una sonrisa.
—Eso suena a plan romántico, papá. Vayan ustedes dos y, Rosa, cuida que él no se vaya a caer por la borda — añadí soltando una carcajada.
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El Bello Y Las Bestias
RomanceMi vida es tranquila, solitaria y aislada como la de un ermitaño. Alguien con mi apariencia no puede ir mostrándose por ahí como si nada. Mi nombre es Ángel pero tengo cara de monstruo. La esperanza de tener amigos fue desapareciendo con el pasar...