Extra 1 🤖

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Nota: Como lo prometí, aquí están los capítulos extra. 

Espero que los disfruten. 

🎧✨🤖😊



Extra 1


Inspiré hondo, como siempre que me iba a dirigir a un público numeroso.

Alrededor de cuarenta rostros me miraban expectantes.

—Cerramos el trato — dije finalmente, atreviéndome a sonreír un poco.

Casi todos festejaron entre ellos, se abrazaron y aplaudieron ruidosamente. Yo me di la vuelta, dispuesto a regresar a mi oficina.

—Señor Ángel... espere, por favor.

Era Sarita, una señora dulce y sabia que ya rondaba los sesenta. Dudé mucho con respecto a contratarla porque era muy mayor, pero no erraba ni una sola cuenta. Cuando le pregunté por qué no se dedicaba a descansar, me dijo que no podía porque su único hijo se había quedado sin trabajo a raíz de un accidente laboral que había tenido en el que perdió la mano derecha hasta el muñón. Ella se había visto forzada a buscar el sustento para los dos porque a él no le daban empleo. La contraté medio tiempo porque no quería saturarla demasiado, pero no pasó mucho para que yo descubriera lo eficiente que era.

Resultó que su hijo tenía habilidades ofimáticas, así que luego de una entrevista, le ofrecí un puesto a él también en Creabótica. La señora Sarita quiso quedarse, incluso después de que su hijo entrara a trabajar con nosotros. Todo el mundo la apreciaba y su conocimiento era muy necesario para la empresa.

—Nosotros queremos darle este pequeño regalo como agradecimiento por todo lo que nos ha brindado — prosiguió Sarita con su sonrisa cálida de siempre —. Más que un trabajo, nos hemos convertido en una familia y todo ha sido gracias a usted. Todos los que estamos aquí, nos sentimos inmensamente felices de tenerlo como jefe. Sólo llevo un año con este empleo, pero puedo decirle que no pienso irme a otro lugar mientras viva. Y no se trata de halagarlo solamente porque bien sabe que yo soy una mujer muy sincera, que dice siempre lo que piensa. Es usted una persona correcta, noble, humanitaria y muy capacitada para dirigir una empresa. Cuando hubo dificultades, hizo recortes de presupuesto en las máquinas y talleres, pero nunca despidió a nadie. Y siempre que se cierran concesiones grandes donde hay mucho dinero de por medio, usted nos recompensa con bonos o nos aumenta el sueldo. Ojalá todos los jefes fueran así.

Yo acepté la canasta adornada que me tendía Sarita. Alcancé a distinguir una botella de vino y un paquete de mis galletas favoritas.

—Todo lo que hemos logrado ha sido producto de nuestros esfuerzos aunados — dije en voz alta mientras los miraba —. Esta empresa no es sólo mía porque yo solo no puedo mantenerla en pie. Si hemos llegado tan lejos es porque han creído en este proyecto. Muchos renunciaron a los trabajos anteriores que tenían y vinieron a unirse a Creabótica, confiando ciegamente en este sueño. Mi preocupación constante es la búsqueda y creación de nuevas ideas que nos lleven cada vez más hacia adelante. Pero para eso, debo creer también en las cualidades que todos ustedes tienen y en esas habilidades y talentos que los hacen únicos.

Claudia se adelantó, echando a rodar su silla de ruedas.

—Yo no tuve que renunciar a ningún lugar porque antes de conocerlo a usted, no me habían dado trabajo en ninguna parte. Poco importaban mis estudios o mis capacidades porque la gente sólo me juzgaba por no poder caminar. Usted fue el primero y el único que creyó en mí — sonrió —. Y ha sido toda una fortuna. Tengo una amiga que trabaja el doble de tiempo, su ambiente laboral es horrible y no gana ni la mitad de lo que yo devengo aquí. Muchas gracias, señor Ángel.

Yo asentí. Muchas personas se reían, no sólo de Claudia sino de alguno de los demás Creabóticos cuando íbamos a las conferencias y seminarios a exponer nuestras ideas. Se burlaban de mí también, por supuesto, pero eso no afectaba nuestras cifras y el que los accionistas apostaran por nosotros porque a fin de cuentas, a ellos les traía sin cuidado que no fuéramos atractivos o estuviéramos completos físicamente, siempre y cuando tuviéramos propuestas serias y fuéramos innovadores, brillantes, con espíritu emprendedor.

—Gracias a todos ustedes por el empeño tan grande que han puesto en este proyecto. El bono por el trato que acabamos de firmar será consignado junto con el próximo pago de nómina.

Me encerré en mi oficina y el resto de la tarde se fue volando. Ya estaba oscuro cuando Ricardo, el gerente administrativo y mi mano derecha, irrumpió abruptamente.

—Nos vamos a celebrar, Ángel — informó —. Hay un bar genial en el centro...

Yo tomé mi blazer y mis cosas, luego me puse en pie. Me dolió ver la cara de alegría que esbozó Ricardo porque iba a tener que rechazarlo.

—Voy para mi departamento. Estoy agotado. Hoy hubo demasiado trabajo. Nos vemos el lunes, Ric.

Él no se dio por vencido desde luego.

Caminamos juntos hasta la salida.

—¿Entonces me vas a dejar aullando solo como siempre? — se quejó.

—Tienes una novia, por si se te olvida. Deberías aullar con ella y dejar de...

Mi voz fue perdiendo fuerza.

Al otro lado de la calle había varias personas esperando el cambio del semáforo. Todas se movieron cuando se puso en verde, excepto una. Era una mujer esbelta con el cabello largo asomándole bajo una gorra que no dejaba ver su rostro.

Mi corazón latió con fuerza y comencé a respirar de forma agitada.

—¿Ángel? ¿Estás bien? — Ricardo se plantó delante de mí.

Tardé un largo instante en reaccionar.

—Sí, estoy bien.

Cuando volví a mirar, la mujer ya había echado a andar y desapareció rápidamente en medio de la multitud.

El Bello Y Las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora