Capitulo 19.

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-¡Yo la lance más lejos!

Alonso y Jos estaban sentados en la playa, ambos traían un montón de pequeñas piedritas en una bolsa de plástico, agarrando una por una, las lanzaban al agua. No decían gran cosa, solo competían por quién llegaba más lejos.

-No, te hacen falta lentes, Jos. Llegué más lejos yo.

-Sí, claro. No porque seas adorable me ganarás en esto, Villalpando.

Seguían jugando, no les importaba en lo más mínimo la hora. Alonso ya le había avisando a su madre que llegarían tarde. Debía admitir que tenía la mejor madre el mundo, además de un buen padre.

Después de que la familia de Jos le dio la espalda, dejándolo solo por ya ser mayor de edad, él no tuvo a donde ir. Pero Sandra le acogió en su casa, como un hijo más. Jos aún no sentía la confianza como para ser parte de la familia, pero el mejor amigo de Alonso, con eso bastaba.

-Fue divertido volverlo a ver, ¿no? –dijo el ojimarrón, lanzando otra piedra.

-Sí, parece que se ha vuelto alguien fuerte.

Ambos comprendían que estaban hablando del mismo teñido al que alguna vez llamaron ''amigo''. Dejaron de jugar, tan solo se quedaron mirando como la luna llena se reflejaba en las grande olas de agua.

-Lo extrañe mucho –confesó Alonso.

-Yo aún lo extraño –el menor quedó mirándolo, esperando que continuara hablando–: Quiero decir, extraño esos días, Alon. Aquellos días en que podíamos salir y todo era perfecto.

Alonso bajó la mirada. Jos tenía razón, aquellos días fueron buenos.

**

-Bien –empezó el Leyva–. Yo tenía quince años en ese entonces, ya sabes, siempre ser el nuevo es algo duro, para mí lo fue. Hasta que me hice amigo de Alonso, Jos, Leo, Frank, Brad y Gary. No sé como paso pero, confié plenamente en ellos.

Bryan lo escuchaba atentamente, sin decir una sola palabra. Ya él sabía gran parte del pasado de Freddy, pero jamás había oído de esa historia y era curioso como algo tan importante nunca se le escapó al Leyva. Al parecer, en serio deseaba olvidarlo.

-No es una historia muy larga, pasó un año rápidamente, ya tenía 16 y un día, cuando estábamos en una fiesta, tomamos demasiado. A Leo se le ocurrió que podíamos salirnos sin pagar y nada pasaría. Así lo hicimos, pero al día siguiente prometimos que no volvería a pasar.

Freddy bajo la mirada, encogiendo las piernas, apoyo su cabeza en sus rodillas, soltando un largo suspiro. No era fácil decirle a Bryan como terminaron las cosas después de eso.

-Al poco tiempo volvimos a hacerlo, después agarrábamos cosas de los puestos, mientras distraíamos a los dueños. Todos participábamos, Alonso, Jos, bueno, Alonso y yo éramos los mejores de edad, pero eso no importaba –soltó otro suspiro–. El punto es que... después de un tiempo, fuimos considerados como la peor banda del vecindario, salirme ya era imposible para mí. Porque Josh siempre nos decía que estábamos en esas quisiéramos o no.

-¿Y entonces?

Bryan le regalaba una mirada de completa preocupación a Freddy, sabía que mientras más hablaba, más se hundía en la depresión de los recuerdos, pero necesitaba saber. Quería saber todo del Leyva, lo bueno o lo malo, no importaba. Deseaba conocer por completo al chico sentado a su lado.

-Entonces –Freddy lo observo, dando a notar sus mejillas totalmente mojadas por las lágrimas y sus hermosos ojos rojizos–. Entonces en una de esas noches, hicimos algo más grande, robamos una tienda. No contábamos con que nos verían y llamarían a la policía y cuando llego, Leo, Frank, Brad y Gary se fueron, ellos estaban fuera de la tienda así que nos vieron, pero nos agarraron a Jos, Alonso y a mí.

-Freddy...

El castaño paso su brazo por los hombros del Leyva, y este, como reflejo, se acomodó mejor sobre su hombro, dejándose abrazar. Su cabeza estaba llena de recuerdos, pero aún así, esa calidez que le estaba regalando Bryan, se sentía muy bien.

-Pasamos la noche metidos en ese lugar, fue horrible. Pero no fue nada comparado cuando salimos. Yo perdí el contacto con Alonso y Jos. Leo y los demás ni se atrevieron a acercarse.

-¿Les dieron a los policías de Leo y ellos?

-No –murmuro el teñido, muy débilmente, casi hablándole en el oído a Bryan–. Convencí a mis padres de que tampoco lo hicieran. Como sea, la vida fue una completa mierda después de eso –rió un poco, irónico–. Éramos conocidos ante todos por ladrones, me golpeaban porque sabían que estaba solo, me insultaban, y nadie se juntaba conmigo y tuve que soportar todo ese infierno hasta que por fin mis padres reunieron el dinero para mudarnos. Y... aquí estoy.

Seguía sintiendo el abrazo de Bryan, cada vez con más firmeza. No sabía cómo tomaría la historia que le había contado, pero aunque lo tomara mal, se sentía mejor consigo mismo. Algo en él estaba más tranquilo, lleno de paz.

En realidad, Bryan no tenía idea de que decir, bueno, si sabía lo que debía decir o lo que sentía pero no cómo hacerlo. Jamás se alejaría de Freddy, menos por una cosa tan tonta como un pasado doloroso. Nunca lo dejaría solo, no cuando más lo necesitaba y siempre, siempre, siempre se quedaría a su lado, pase lo que pase.

-Tengo sueño –escucho murmurar a Freddy, aún muy cerca de su oído, prácticamente susurrándole en su cuello, causándole unos pequeños escalofríos.

-¿Te ayudo a acostarte?

-No, Solo... por hoy... Bryan, duerme conmigo.

Sabía que el Leyva no se encontraba completamente en sus cabales, si se le podía decir así. Ya había forzado mucho a su cabeza como para decir cosas coherentes en ese momento. Pero aún así, su corazón latió con fuerza cuando escucho esas palabras salir de sus labios. Y sin quiera dudarlo, contestó:

-Claro.




Mi Chico Malo (Breddy Meyva/Moyva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora