Mi Chico Malo (Breddy Meyva/Moyva)

Capitulo 8.

Ese sábado no fue tan especial. El Leyva salió con una chica que le había pedido una cita de improviso y bueno, ya saben, larga sesión de mimos y besos, cosa normal ya para la vida del teñido. Luego un beso de despedida y listo, a la mañana siguiente no recordaba ni su nombre.

Por cruel que sonara era la verdad, Freddy ya tenía la suficiente experiencia con todo tipo de mujeres; rubias, morenas, pelirrojas, lo que fuera, las conocía de pies a cabeza. Y quizás esa era la razón principal por la cual no quería tener una novia formal ni nada parecido, de hecho, odiaba la idea de un compromiso.

En su antigua ciudad pasó por muchos malos momentos que prefería no recordar. Pero si algo logró ganar, fue experiencia y muchas enseñanzas de la vida. Para él, las chicas eran la creación más hermosa del mundo, capaces de convencer a cualquiera con su simple belleza. Pero eso ya no le impresionaba en lo más mínimo aun que fuera cierta.

Tampoco es que fuera gay, no, solo prefería tener muchas aventuras de un día o dos y punto. Quizás algún día llegué la persona que le moviera el mundo, o tal vez, ya estaba ahí, solo que él no lo podía reconocer.

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Llegó a su casa muy de madrugada, su mamá lo recibió con una mirada de reproche. Bueno, no era algo fuera de lo normal, siempre era lo mismo, más cuando hace tan poco había sucedido lo de aquella chica, Becky.

Se lanzó sobre su cama como le encantaba hacerlo —rebotar sobre ella—, cerrar sus ojos y pensar en nada, era una sensación increíble. Estaba cansado, casi eran las dos de la mañana, cuando reviso el celular, elimino el número de aquella chica. Listo, ella pasó a ser historia antigua.

Pero ahora que por fin estaba a solas, un pensamiento que había estado postergando volvió a su mente. Bryan iría a su casa más tarde, porque ya era domingo.

Conocería a su madre, a sus hermanas y quizás también a su padre. Entraría a su cuarto, sería la primera persona en pisar su casa, claro, que sea invitada por él. De repente, una pequeña ansiedad se concentró en su pecho, logrando olvidar por completo el hecho de que tenía sueño y debía dormir.

Miró su celular de nuevo y, tecleando un poco, leyó una vez más ese mensaje de Bryan: ''Sí, el domingo en la tarde. Por cierto, feliz madrugada del sábado, Leyva''. Sonrió, aún le causaba gracia haberlo despertado.

Respondió el mensaje y dejo su celular sobre la cama, bajo al primer piso, buscando algo de tomar. No andaría como un idiota esperando que Bryan le contestará, además, la última vez que fue a las doce, ahora eran dos y tanto. Quizás el ojimiel no se levantaría ni aunque le mandara una serenata.

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Acababa de acostarse, el auto de su papa se había malogrado, así que estuvieron trabajando juntos con tal de solucionarlo y aunque lo lograron, les costó demasiado.

Entro a su cuarto, quitándose la playera sucia que traía y se estiro. Le gustaba pasar tiempo con su padre, más porque este trabajaba casi todo el día y le era imposible estar con él, pero no le llamaba la atención pasar ese tiempo arreglando un auto que ya no tenía remedio.