4

14.1K 729 153
                                    

Scott Rolf

¿Desde cuándo las personas se burlan de mí?

Sin duda alguna no estaba acostumbrado a ello, y los murmullos en la sala seguían presente por lo ocurrido hace unos minutos con Nora y la chica.

—Bro, creo que esas chicas se burlaron de ti —entre risas Adan puso su mano en mi hombro. 

—¿Y piensas tú, qué voy a dejar esto así? — respondí furioso— Tengo que hacer algo.

—¿Qué piensas hacer?

—Solo te voy a dar la tarea de que me averigües quien es la chica. Investiga todo sobre ella —pedí.

—¿Y Nora? —pregunta— ella también te la jugó.

Nora.

Norita.

Nora.

—De esa me encargo yo — frunció el entrecejo—, digamos que conozco su pequeño y oscuro secreto.

Me mira confuso, pero no agrega nada más.

—Scott, ¿vienes a mi casa o que? — me interrumpió una pelirroja muy sexy. Mi vista cayó sobre ella.

Le había prometido una noche de puro sexo.

—Claro, solo dame unos segundos —me disculpé.

Mi teléfono comenzaba a sonar y era mi hermano Diego. 

—¿Dónde coño estás? —protestó.

—Hermano, esa boca, habla bonito Estoy en una fiesta ¿Qué sucede?

—Sucede que mamá está muy molesta porque llevas mucho tiempo fuera de casa. Te recuerdo que vives aquí, al menos eso dice tu dirección

—Mamá nunca se va a adaptar a que salga por ahí, nada más llevo cuatro horas. No vivo en la calle.

Resoplo y me imagino a Diego con los ojos en blanco.

—Eso no es todo —casi le cuelgo.

—¿Y ahora qué?

Son expertos en tocarme las pelotas.

—Pues que te olvidaste que hoy llegaba nuestra hermanastra y Albert está enfadado.

«Albert»

El marido cool de mamá.

«Patético»

— Lo olvidé por completo.

— ¿Vas a venir o qué?

— Si Diego, ahora voy.  No jodas más.

Se me jodió la diversión y la noche de sexo prometida.

Colgué el teléfono y me despedí de mi grupo de amigos. Ahora tendré que aguantar el regaño de Albert, lo trato porque es muy bueno con mi madre, pero no entiende que no es mi padre y nunca lo va a ser.

Entro en la casa intentando no hacer ruido, «misión imposible» mi madre y su esposo se encontraban sentados en la sala esperando por mí.

Me cago en la puta.

— ¿Dónde estabas, Scott? — preguntó Albert.

—A ti que te importa —me crucé de brazos.

—Scott te prohíbo que le hables así —intervino mi madre, poniéndose de pie— Estás no son horas de llegar a casa, nos preocupamos por ti.

—Tenía planes y se me olvidó por completo que mi hermanita llegaba hoy —agregué.

—Que no se vuelva a repetir, hijo —cedió.

No Sonrías ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora