27

9.9K 555 17
                                    

Natacha.

— Pero mira lo que tenemos por aquí — Nora se sorprende al verme, pero me abraza al instante. 

— ¿Que te trae por estos rumbos?  — enteramos y  tomamos asiento en el sofá.

— Vine a despedirme. 

— ¡¿Qué?!

— La gira de mi madre terminó, tengo que hacer unos pendientes y aquí como que ya no estoy a gusto. 

— ¿Vas a volver?

— De seguro si, pero no será pronto — agrego — Además tú también puedes ir a verme con Diego.

— Y con Scott. 

Me quedo en silencio.

Ella lo sabía, claro que sí o al menos siempre lo sospechó. 

— ¿Todo mal con él, no?

— Fatal — escondo mi rostro en unos de los cojines y suelto un enorme suspiro.

— Necesitamos unos tragos.

— Mala idea. 

— Que no, tú hazme caso a mí.

Se levanta y comienza a rebuscar en el salón. 

— Mi padre tiene una buena botella de tequila por aquí escondida — me dice.

— ¿Escondida?

— Movidas de él y mi madre — se encoge de hombros —. Aquí está.

Alza la botella entre sus manos y sonríe como niña pequeña que acaba de hacer una maldad. 

Vuelve a dónde mismo y me entrega un vaso ya servido.

— Es un idiota integral — lo insulta, dándose un largo trago.

— Lo es — yo me doy otro.

— También es un imbécil — continúa. 

— Lo es.

— Cabrón.

— Lo es. 

— Tengo más insultos, pero creo que lo mejor es que no pienses en él.

Levanto mi cabeza y la miro antes de hablar:

— Me enamoré de él, Nora. — Me doy otro trago y los ojos se me humedecen cuando el líquido caliente recorre por mi garganta.

— Lo sé Natacha, en realidad todos lo saben menos tu padre. — aclara lo obvio.

— Es una locura que a pesar de todo lo que ha pasado y que lo nuestro sea imposible yo siga queriendo estar con él. 

— Nos aferramos a lo imposible, cuando la única limitación es tu propio mente.

— Explícale a Albert que su hija y el hijo de su mujer se acostaron. 

Ella no se sorprende por la nueva información.

— Yo no veo lazos de sangre por ningún lugar. 

Quisiera ser como Nora, la admiro, hace lo que quiere, dice lo que piensa y es siempre ella misma.

— Da igual — informo —. De todas maneras Scott no quiere continuar con esto.

— Yo no entiendo que tienen los hermanos Rolfs.

— ¿Con Diego bien?

— Si, claro — sonríe — pero a veces me saca de quicio. Detrás de ese chico sarcástico se esconden muchas inseguridades.

No Sonrías ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora