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¿Voy o no voy?

Caminaba de una punta a la otra dando vueltas por mi habitación.

¿Quién me habrá mandado a mí a decirle que tenía que contarle tres cosas?

Scott: ¿Vienes o qué?

Otro mensaje.

Venga mamita tú lo provocaste ahora tú lo enfrentas.

—Bien yo puedo hacerlo.

Respiré profundamente, decidí ir por el baño continúo para evitar que alguien me viera en el pasillo. ¿Cómo iba a explicar que me metería a estas horas de la noche en la habitación de Scott? Tenía que prevenir.

Agarré la manija de la puerta y entre sin pensarlo.

Scott estaba sentado en la orilla de la cama, tenía su pelo revuelto, solo llevaba un short corto, sus perfectas abdominales, junto a pequeños tatuajes esparcidos por toda su piel, me desconcentraron de tal manera que olvidé porque había ido.

Me llamó varias veces. El brillo de sus ojos era evidente, me miraba con picardía, diversión incluso deseo... ¿Acaso mi hermanastro me deseaba?

— Hermanita sé que te gusto —se burló—, pero podrás disimular un poquito. Tienes baba, ahí.

— Eres un idiota.

Pasó las manos por su cabello en señal de frustración, se remojó los labios con su lengua y agarró entre dientes su arito de metal.

¡Dios mío es tan sexy que duele mirarlo!

— Mis tres cosas — indagó.

— ¿Qué? —pregunté un poco confusa, no estaba escuchando absolutamente nada. Todos mis neuronas estaban fritas por pedazo de monumento frente a mis ojos.

— Deja de mirarme y presta atención.

— Yo no te estoy mirando —mentí cruzándome de brazos.

— Como quieras —se levantó y camino hacia mí—. ¿Qué tenías que decirme?

A pocos centímetros me ponía de los nervios.

Ahora que estaba frente a él, mi valentía se fue de vacaciones por Hawái y sin boleto de regreso.

Levanté la mano y comencé a enumerar con mis dedos.

— Lo primero es que me parece muy mal que no puedas dormir pensando en mí. Según decís, somos hermanos.

Porque yo también pienso en ti.

— Bien. Te recuerdo que no somos hermanos de verdad — ladeó la cabeza —. ¿Lo segundo?

Silencio por mi parte.

Mierda el plan en mi cabeza era perfecto, hacerlo realidad ya era otra cosa.

— ¿Se te olvidó Natacha? — volvió a burlarse de mí, de hecho es lo único que hace, desde que lo conozco.

No Sonrías ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora