Scott
Otro día perdido de mi jodida vida, me la pasé vigilando a mi padre, aunque sea un caso perdido yo mantengo las esperanzas de que en algún momento salga de su casa y no precisamente para ir a emborracharse a un bar de mala muerte.
Suspiro cansado cuando lo veo llegar hasta la puerta después de incontables caídas.
Lo veo y no lo reconozco. Quizás por esto mi madre nos alejó de él. Por más que lo intento no puedo alejarme. Ese hombre me compró mi primera pelota, cuidó de mí y curó mi herida cuando tuve mi primera pelea en el colegio.
Me rehúso a solo ver cómo se apaga poco a poco. Sin que yo pueda hacer mucho por él.
Espero que entre en su casa, luego de unos segundos en total tranquilidad regreso a la mía.
Cuando pensaba que mi día había acabado, que ya nada me haría sonreír entro a mi habitación llevándome una grata sorpresa.
— ¿Qué haces tú aquí?
— Pues chico, no sé por qué extraña razón cada vez que estoy borracha termino buscándote a ti.
— Deberías controlar tu fanatismo con mi persona — ladeo la cabeza — Eso está muy mal.
— Me confundí de habitación.
— Tu habitación está primero que la mía.
— Pero son iguales.
— No se parecen en nada.
— Ok, me has pillado — me señala con un dedo — Quería verte y sentir tu perfume.
— No creo que a esta distancia lo puedas sentir bien.
— La verdad es que no mucho.
— Bueno ven.
En cuestiones de segundos y con pasos torpes esconde su rostro entre mi pecho, rodeado mi cuerpo con sus diminutos brazos.
— Con lo bien que estamos por momentos y a ti se te ocurre ser un imbécil a cada rato.
Acaricio su cabello.
— Scott — vuelve hablar.
— ¿Ahora que?
— Quiero besarte.
— Quédate a dormir conmigo.
— Te intercambio el beso, por una noche juntos — propone.
— Tenemos un trato.
— Primero mi beso.
Levanta la cabeza y acuno su rostro entre mis manos, me quedo anonadado mirando fijamente sus ojos y luego de unos segundos la beso, tranquilo, muevo mis labios sobre los suyos con total suavidad.
— ¿Satisfecha?
Asiente y sin dejar de abrazarme me las arreglo para caer juntos sobre el colchón.
— ¿Te puedo hacer una pregunta? — se aferra con fuerza a mi cuerpo y su boca hace contacto con mi cuello.
— Esto es una.
— Bueno otra.
— Venga, dime.
— ¿Me quieres?
— Sí.
— Pero eso no es suficiente ¿Verdad? Me dices que me quieres y te empeñas en estar alejado de mí.
— Yo no...
— ¿Hay otra? — me interrumpe — de seguro es eso.
Me quedo en silencio, mientras continuo acariciando su cabello.
ESTÁS LEYENDO
No Sonrías ✓
Teen Fiction-No sonrías. -¿Por qué? -Porque tu sonrisa me enamora. Portada @kevmayedo