28

8.9K 569 25
                                    

Scott

Otro día perdido de mi jodida vida, me la pasé vigilando a mi padre, aunque sea un caso perdido yo mantengo las esperanzas de que en algún momento salga de su casa y no precisamente para ir a emborracharse a un bar de mala muerte. 

Suspiro cansado cuando lo veo llegar hasta la puerta después de incontables caídas. 

Lo veo y no lo reconozco. Quizás por esto mi madre nos alejó de él. Por más que lo intento no puedo alejarme. Ese hombre me compró mi primera pelota, cuidó de mí y curó mi herida cuando tuve mi primera pelea en el colegio. 

Me rehúso a solo ver cómo se apaga poco a poco. Sin que yo pueda hacer mucho por él. 

Espero que entre en su casa, luego de unos segundos en total tranquilidad regreso a la mía.

Cuando pensaba que mi día había acabado, que ya nada me haría sonreír entro a mi habitación llevándome una grata sorpresa.

— ¿Qué haces tú aquí?

— Pues chico, no sé por qué extraña razón cada vez que estoy borracha termino buscándote a ti.

— Deberías controlar tu fanatismo con mi persona — ladeo la cabeza — Eso está muy mal.

— Me confundí de habitación.

— Tu habitación está primero que la mía.

— Pero son iguales.

— No se parecen en nada.

— Ok, me has pillado — me señala con un dedo — Quería verte y sentir tu perfume. 

— No creo que a esta distancia lo puedas sentir bien. 

— La verdad es que no mucho. 

— Bueno ven.

En cuestiones de segundos y con pasos torpes esconde su rostro entre mi pecho, rodeado mi cuerpo con sus diminutos brazos.

— Con lo bien que estamos por momentos y a ti se te ocurre ser un imbécil a cada rato.

Acaricio su cabello.

— Scott — vuelve hablar. 

— ¿Ahora que?

— Quiero besarte. 

— Quédate a dormir conmigo.

— Te intercambio el beso, por una noche juntos — propone.

— Tenemos un trato. 

— Primero mi beso. 

Levanta la cabeza y acuno su rostro entre mis manos, me quedo anonadado mirando fijamente sus ojos y luego de unos segundos la beso, tranquilo, muevo mis labios sobre los suyos con total suavidad.

— ¿Satisfecha?

Asiente y sin dejar de abrazarme me las arreglo para caer juntos sobre el colchón.

— ¿Te puedo hacer una pregunta? — se aferra con fuerza a mi cuerpo y su boca hace contacto con mi cuello.

— Esto es una.

— Bueno otra.

— Venga, dime.

— ¿Me quieres?

— Sí.

— Pero eso no es suficiente ¿Verdad? Me dices que me quieres y te empeñas en estar alejado de mí.

— Yo no...

— ¿Hay otra? — me interrumpe — de seguro es eso.

Me quedo en silencio, mientras continuo acariciando su cabello.

No Sonrías ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora