23

11.1K 595 38
                                    

Scott

— ¡Tú me engañaste! — bramo, molesto. Paso las manos por mi cabello. 

— Eso no es así —las lágrimas deslizan por sus mejillas— tienes que escucharme.

— Él no nos abandonó — agrego, frustrado; sintiendo como cada parte de mi cuerpo se tensaba — tú te fuiste, tú lo abandonaste, tú nos alejaste de él.

— Yo no soy la mala de la historia Scott —resopla— Tienes que entenderlo. 

— ¡Entenderlo Cristina ¿en serio?! — sonrío, amargamente — Llevas toda una vida mintiendo. Me he culpado una y mil veces... Creí que le fallé como hijo y resulta que ahora todo se resume en ti. En qué huiste y lo dejaste solo porque te dio la gana.

— Déjame explicarlo.  

— No, no lo hiciste en todos estos años — resoplo — ahora ya es tarde. No quieras ser una madre ejemplar. 

Abrió la boca para decir algo más, pero me limité a irme y dejarla sola. 

Seguí mi camino cerrando de un tirón todas las puertas hasta llegar a la calle. Iba impulsado con tanta rabia que casi caigo cuando paro en seco. 

Natacha venía a unos pocos pasos, su sonrisa angelical, sus cabellos danzaban libres entre el viento, agitaba su mano en gesto de saludo a las personas del vecindario.

Era increíble como iluminaba mi vida con tan poco, lo fácil que se le hacía estar realmente feliz y regalarle un segundo a todos.

¿Era tan jodidamente egoísta quererla solo para mí?

— ¿Estás bien? — me pregunta cuando se acerca, sacándome de mi trance. 

No, no lo estoy. Descubrí que mi madre abandonó a mi padre, nos engañó todo este tiempo y yo me he pasado la vida entera preguntando ¿Por qué?

Nunca fui un hijo ejemplar, nunca fui el mejor, pero creo que nunca fui tan maldito como para merecer esto. 

— ¿Te irías conmigo?

Sus ojos y su boca se abren, sorprendida. Parpadeó varias veces antes de poder decir algo:

— ¿A dónde? — preguntó, confusa.  

— No lo sé — suspiro, cansado de toda esta mierda — Por ahí. Sin rumbo. 

— ¿Por qué quieres huir Scott?

— No, esto no es huir. 

— ¿A no?

— Si quisiera huir de todo me fuera sin más — explico —, pero aquí estoy porque no creo que llegue muy lejos... sin ti. 

Sus mejillas se enrojecieron y no puede evitar sentirme el hombre más afortunado de este mundo por solo unos segundos; porque toda la porquería de mis pensamientos me recuerdan que esto es solo una etapa más, robando oxígeno en un momento feliz que quizás, solo quizás su paso por mi vida sea un instante.

Después de todo no podemos ser  constelaciones...
...pero de pequeño aprendí que si podemos ser efímeros. 

¿Qué carajos me pasaba?

No Sonrías ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora