3

15.5K 835 270
                                    

Este capítulo no altera la historia, pueden leerlo o no. Viene siendo como un extra.

***

Un año atrás.

Nora.

—¿Están buenos? —preguntó Kevin mi mejor amigo una vez más y ya me tenía irritada.

Puse los ojos en blanco.

—Si Kevin, si lo están. Ambos son muy sexis.

Bueno era poco para como estaban. Si tuviera que describirlo, bien daban con el perfil de dioses de la mitología griega.

—¿Y cuándo se mudaron? — continuó investigando de curioso. 

Puede llegar a ser muy molesto cuando se lo propone.

—Ayer en la tarde.

—¿Y..?

—Cállate —le interrumpí—, ni una pregunta más. Sé casi lo mismo que tú, son mis vecinos recién llegados, son guapos y no he hablado con ellos, como para preguntar por el tamaño de su polla. 

¿No entienden verdad? Pues les cuento.

Ayer en la tarde mi madre me comunicó que tendríamos nuevos vecinos. Era una pareja con dos hijos, parecían de mi edad, cada uno era guapo a su manera, ambos eran de piel muy blanca, ojos azules y el pelo muy oscuro, vestían de negro, eran altos, pero uno más musculoso que él otro, supongo que por la edad.

El mayor se llamaba Scott era arrogante, egocéntrico, el típico chico problemático con sus tatuajes, sus piercings y sus cosas.
Diego era más callado, más maduro a pesar de ser el más pequeño, aunque también era un poco sarcástico y hablaba con ironía. 

La llegada de estos chicos provocó un alboroto en la ciudad, ya que al ser nuevos ya todas los querían probar. 

—A veces siento que ya no me quieres como antes —dramatizó y se limpió una lágrima falsa.

—Deja el drama y dime cómo me queda —salí del baño, ya cambiada.

—Estás hermosa —exclamó.

Hoy era mi cumpleaños, cumplo diecisiete y mis padres me dieron permiso de hacer una fiesta en casa y lo mejor es que ellos no estarán. Soy libre de hacer lo que me venga en gana por primera vez en mi vida. Para mi sorpresa mi madre terminó invitando a los vecinos nuevos como muestra de bondad.

—Exageras un poco —reí por lo bajo.

—Nora, mírate en el espejo y dime si exagero.

Me miré de los pies a la cabeza y si tenía razón estaba bonita. Llevaba mi rubio cabello suelto, un vestido rojo que se ajustaba a mi delgado cuerpo y unos zapatos de tacón alto.

—Vamos a bajar, ya casi llegarán los invitados — volteé a mirar a Kev.

—Señorita —burlón, hizo referencia—, después de ti.

—Eres tonto —agarré su brazo.

Bajamos al salón, ya todo estaba arreglado, gracias a un equipo que había contratado mi padre. Los invitados comenzaron a llegar al rato. Kev me ayudó con la música. 

Me dolía la boca de sonreír y dar las gracias a las personas que iban llegando.

La puerta se abrió y aparecieron ellos, los vecinos nuevos, de veras eran muy parecidos. Entraron sin mirar a nadie, se acercaron directamente a mí, me felicitaron, me dieron las gracias por invitarlos y desaparecieron entre la multitud.

Eso fue rápido.

—Sí que están guapos —susurró Kevin en mi oído— ¿Alguno será gay?

—Suerte con eso — palmeé su hombro.

No Sonrías ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora