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Contenido +18 gente ;)

Lees bajo tu responsabilidad.

Natacha.

***

Somos constelaciones...

¿A quien estoy intentando engañar?

Ay no, que alguien me saque del embrujo ¿Qué carajos hago diciendo esas tonterías?

¿Por qué digo carajos?

Dios, yo no soy así.

Scott Rolfs me enfermas de mala manera.

Quizás este sea el momento para que alguien me recuerde ciertas cosas. Cómo por ejemplo:

Que el chico sobre el que estoy es un idiota.

Un idiota que hoy me quiere y mañana no me mira. 

Ese que hoy me quiere y mañana no me mira, es él. Mi hermanastro.

Mi hermanastro, el chico que desde que llegué ha cambiado mi vida en todos los sentidos y justo ahora quería besarlo. 

«Leyeron bien»

¿Qué quería? No lo tenía claro, pero tampoco me pondría a pensarlo en estos momentos.

Incliné mi rostro hasta quedar a centímetros de su boca.

— Creo que te hice una pregunta. 

— No sabría responderla —mordí mi labio.

— ¿Por qué no Natacha?

— Cuando se trata de ti, nunca sé qué decir.

— ¿Te ayudo?

— Por favor.

Scott se sienta conmigo sobre su regazo y rodeé su cintura con mis piernas. Mis manos que antes estaban a cada lado de su cuerpo, ahora estaban sobre sus hombros. 

Sabía lo que venía, sabía lo que esto significaría después y sobre todo sabía que no había vuelta atrás. En este punto daba igual todo porque lo único que deseaba era a él. 

Sus dedos acariciaron delicadamente mi mejilla, luego se deslizó hasta mi boca y se remojó sus labios sin apartar la vista de mí.

— Te he deseado tanto desde que llegaste — susurra — que no sabría ni como explicarlo.

No puedo evitar sonreír ante sus palabras.

— Me vas a hacer perder la cabeza — le digo.

— No me importa — acaricia mi nariz con la suya — yo la perdí hace rato. Y es tu culpa — dice y rompe la magia del momento porque me besa de manera desesperante.  

Pasamos de romántico y cursi a lujurioso y excitante. En solo cuestiones de segundo.

Chupó, mordió y lamió cada rincón de mi boca, enviando escalofríos por todo mi cuerpo cuando el frío metal de su aro tocó mi labio, sus manos me apretaban contra si, y yo comenzaba a sentir como el bulto de su entrepierna crecía.

Joder.

Solté un jadeo por la falta de aire que Scott reprimió con otro beso más intenso.  

Mis pezones comenzaron a notarse debajo de la tela de mi camiseta y la parte más sensible de mi cuerpo también comenzaba a doler. 

Nunca había llegado a este extremo con ningún chico, en otras palabras y resumidas cuentas... era virgen. 

— Tengo que decirte algo — rompo el beso.

No Sonrías ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora