25

9.9K 595 54
                                    

Natacha.

Tres días, tres putos días sin saber absolutamente nada de él, volvió esta mañana tan tranquilo como si nada y sin dirigirme la palabra. Y mi regreso a casa estaba cerca, demasiado cerca para mi gusto. Quería volver, pero... pero, ¿y Scott?

Se la pasó evitando a todos en la casa, no compartió ni un solo segundo con nosotros, lo escuché discutir en la tarde con Cristina, pero al igual que todos me hice la sorda. Luego Scott se largó y aún no ha regresado. 

Llegó la noche y todos dormían, solo Diego y yo nos encontrábamos sentados en el sofá viendo un programa de televisión cuando sentimos la puerta abrirse. 

Lo que me faltaba. Puse los ojos en blanco al reconocer su figura.  Snat que descansaba sobre mi regazo se lanzó al suelo corriendo hasta sus pies en busca de cariño. 

Traidor. 

— Al parecer eres el único que se alegra de verme — dijo Scott, Alzando mi cachorro entre sus brazos. 

— Yo también te quiero hermano — le habló Diego con ironía. 

— Tu amor me hace muy feliz — utilizó su mismo tono — Ah, ahora que recuerdo Nora me dijo que necesitaba verte. 

— Estaba aquí hace unos segundos — Repica. 

Me puse a mirar el techo.

— No sé.

— Si lo que querías era estar solo con Natacha me lo hubieras dicho.

Mi vista viajó de un lado a otro, primero miré a Diego, luego a Scott, que continuaba acariciando a Snat.

— Yo me voy a mi habitación — informé — No me voy a quedar sola aquí con nadie. 

— Si me disculpan — Diego caminó hasta donde estaba su hermano — Yo me llevo a la bola de pelo, esto va a estar intenso y no quiero que le pase nada. Me gusta.

— Se llama Snat — niego — no bola de pelo.

— Ah si, la combinación perfecta entre sus nombres — nos miró a Scott y a mí. 

Mierda.

Mis mejillas comenzaron arder.

Scott estaba analizando la información y por la sonrisa traviesa que se dibujó en su rostro noté que lo había entendido a la perfección.

Doble mierda. 

— Que bonito — murmura.

Bonito eres tú.

Contrólate Natacha por el amor de Dios, se supone que estás brava.

— No le prendan fuego a la casa o Cristina los matará a ustedes y luego a mí, los objetos filosos están prohibidos, no quiero que se hagan daño y el sexo no es una opción ¿Entendieron? — la voz de Diego me sacó de mis pensamientos.

— Nadie tendrá sexo aquí, ni fuego ni objetos filosos porque yo me voy — exclamé — y no quiero hablar con nadie. Así que dame a mi cachorro.

— No y no, Snat se queda conmigo, he dicho. — Diego hace una referencia antes de desaparecer.

Incómodo. Es la única palabra que encuentro ahora mismo para describir la situación.

Carraspeo y nuestras miradas se cruzan al instante.

— No sé por dónde empezar — dice.

— Mejor no empieces. 

— Tú no tenías la culpa y yo la cogí contigo — habla al fin. 

No Sonrías ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora