Capítulo 27

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Evangeline Wright

Me sentía extraña, no me sentía como si estuviera en la cama en la cual he estado durmiendo todo este tiempo en casa de Los Malfoy.

Al abrir mis ojos, los recuerdos de hace unas horas se dispararon por mi mente. A mi derecha, se encontraba una gran ventana, la cual tenía las cortinas recorridas que hacían que pudiera ver la luna y a su alrededor algunas nubes. A mi izquierda, yacía Draco dormido, con la sábanas de su cama recorridas hasta su cintura, tenía su brazo izquierdo en su pecho, mientras que el derecho estaba abierto hacia mi lado, como si me estuviera abrazando y yo me hubiera quitado de él. Su cabello estaba un poco desordenado y tenía la boca ligeramente abierta.

Sonreí ante tal imagen, mi vista se dirigió al reloj que estaba en la mesita de noche de mi lado, el cual marcaba las 22:16 hrs. Tenía un poco de hambre, así que decidí levantarme de la cama y buscar algo que ponerme para bajar a cenar algo.

¿Dónde demonios está mi ropa? —pensé.

La luz que me brindaba la luna, era la única que me ayudaba a no tropezar y no iluminaba mucho, por lo que no encontré ni un rastro de mi ropa.

Con mucho cuidado de no hacer ruido, abrí el armario de Draco, saqué una sudadera —la cuál me quedaba demasiado grande— y uno de sus pantalones de chandal.

Me estaba dirigiendo al baño de su habitación por lo cual tenía que pasar a su lado, al prender la luz de ese pequeño cuarto, pude ver cómo a Draco le comenzaba a sangrar el labio.

Regresé al escritorio frente a la cama, en dónde pude ver con anterioridad que ahí colocamos las cosas con las que se supone que lo estaba curando.

Cuando estaba a punto de tomar un poco de algodón, mi vista cambió de rumbo un poco a la derecha y... —¿Qué es eso?—.

Tomé un palito de madera, de aproximadamente unos 20-25 cm, por la parte de arriba era café y la parte de abajo era negra.

Por alguna razón la palabra varita mágica se me vino a la mente, aunque de hecho eso parecía.

Mi confusión se fue por un momento y en cambio, una sonrisa apareció en mi rostro al imaginarme a Draco jugando con esto.

Escuché como se removía entre las cobijas, así que dejé el... Lo que sea que fuera eso, tomé el algodón y al voltear a su dirección, efectivamente estaba despierto.

Acababa de incorporarse y aún tenía sus ojos un poco cerrados, al verme sonrió.

—Buenas noches, bello durmiente —caminé hacia él.

Él rio ligeramente y con su voz un poco ronca dijo— Lastimosamente me desperté sin un beso— me senté a su lado.

Me pareció tierna la forma en la que lo dijo, así que me acerqué a él y junte nuestros labios.

—Mucho mejor.

—Perdón si te desperté, necesito limpiarte el labio, está comenzando a sangrar.

Rápidamente como si le hubiera dado la orden, dirigió la mano a su boca.

—¡No! Te lo vas a infectar —le di un manotazo, impidiendo que se tocara.

—Vange, no se me va a infectar por tocarme, además ¿te recuerdo donde puse la boca hace unas horas?

—¡Cállate, pervertido! —sonreí, lo cual él también hizo.

Comencé a limpiarlo, me levanté y volví por las demás cosas, para ahora sí, limpiarle sus heridas —o al menos tratar de hacerlo—.

—Te queda bien mi ropa.

—Hum... Perdón, lo que pasa es que tenía frío y...

—No te estoy reprochando nada, solo dije que te queda bien y de hecho, me gusta como te ves con ella.

—No encontraba mi ropa y tenía frío y quería bajar a comer algo y...

Draco rio— Vange, —acarició mi mejilla— tranquila, sé que te pongo nerviosa, pero disimula un poco.

—¿Nerviosa? ¿Que tú me pones nerviosa? Que engreído eres —dije en tono de broma.

—Tendrás que acostumbrarte.

—Me encantaría acostumbrarme a eso —volvimos a acercar nuestros rostros para juntarnos en un beso— ¿Tienes hambre?

—Sí, pero no específicamente de comida.

—¡Draco!

—Bromeo. Sí, sí tengo hambre.

—Genial, bajaré por algo de comer, ¿quieres venir?

Él asintió.

Ambos nos incorporamos, él fue a su armario a buscar algo de ropa, mientras yo lo esperaba de pie en la puerta.

—Listo —me indicó, una vez que terminó de colocarse su camisa.

—Bien, vamos. Por cierto, vi tu "varita mágica", hablo de la que está fuera de tu cuerpo, no vaya a ser que lo mal pensaras.

—¿Te soy sincero? No lo pensé hasta que tú lo dijiste —rio— ¿Pero de qué hablas? ¿Cuál varita mágica?

—Tú sabes, esa que está en el escritorio —la señalé y su vista se dirigió al lugar— Es tierno.... Que juegues con eso, me lo hubieras dicho y compraba una para jugar contigo.

Draco pareció quedarse tieso— ¿Draco? ¿Estás bien?

—Hum... Si, si —me miró nuevamente— ¿Vamos a cenar algo? —se frotó las manos en su pantalón y habló con un tono nervioso.

—Eh, sí, vamos.

La Elegida [d.malfoy] - FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora