Capítulo 28

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Evangeline Wright

Han pasado algunos días desde la primera vez que estuve con Draco.

Después de aquello, pasábamos mucho más tiempo juntos y eso incluía que dormíamos en la misma cama.

La imagen de Draco a mi lado cada vez que despertaba, era algo que no se comparaba con nada más, ese sentimiento era inexplicable.

Hoy fue diferente.

Era sábado y al abrir mis ojos, él no estaba a mi izquierda. Me levanté de la cama, me cambié la pijama y con el reloj marcando las 8:36 a.m., fui a la planta baja.

Para mi buena suerte, estaba en el comedor. Para mi mala suerte, no estaba solo.

Al mirar bien a su alrededor, estaban sus padres y Astoria. Los Señores Malfoy por su posición, me estaban dando la espalda, mientras que por el espacio entre ambos, Draco y Astoria tenían una perfecta visión de mí.

Él me miró enseguida, sus padres notaron su vista hacia atrás, por lo que ellos también voltearon.

—Buenos días, Evangeline —dijo Narcissa.

—Bue-buenos días, ¿Cómo están? —aún mantenía mi vista sobre Draco, pero se añadió algo más. El brazo de Astoria rodeando el del él.

—Tenemos grandes noticias —me informó el Señor Malfoy.

—¿Si? ¿Cuáles? —mi tono de voz sonaba débil. Apagado.

—¡Mi hijo y la Señorita Greengrass se casarán!

Sentí un puñetazo en el estómago, como mi corazón crujía ante esas palabras. Miré a Draco quién parecía tener cara de angustia.

—Bueno, muy pronto será Señora Malfoy, ¿no es así, Astoria? —habló nuevamente Narcissa.

Astoria asintió con la cabeza y una débil sonrisa. Efectivamente, al mirar su mano, tenía un anillo en el dedo anular.

—Es-es genial. Los felicito —por favor lágrimas, no salgan ahora— Si me disculpan, tengo que-que marcarle a mis padres. Con permiso.

Desaparecí de la habitación lo más rápido que pude, para subir las escaleras y caminar hacia el cuarto.

Escuchaba pasos detrás de mí pero trataba de ignorarlos, lo único que me importaba en este momento, era que no se dieran cuenta de mis lágrimas que amenazaban con salir.

A punto de cerrar la puerta de la habitación en la que me quedaba, una mano se posó en ella, evitando que se cerrara.

—Vange, déjame explicartelo por favor —Draco sonaba agitado.

—¿Qué me vas a explicar? ¿Él como permitiste que me ilusionara contigo? ¿Como me mentiste diciéndome que no te casarías? —comencé a sentir las lágrimas calientes descendiendo por mis mejillas.

—No, no digas eso, nunca quise mentirte, siempre quise que te ilusionaras conmigo porque yo también lo estaba contigo... Lo estoy. Quiero estar bien contigo, que seamos una pareja oficial.

—¿Qué estás diciendo? ¡Te vas a casar Draco, por el amor de Dios!

—¡No lo hago porque yo quiera!

—No me salgas con el cuento de que te están obligando ¡Ya tienes 18 años, puedes elegir!

—¡No, yo no puedo!

—¿No? ¿Por qué? Dime, adelante —me crucé de brazos.

Él se quedó callado.

—Ves, no tienes ninguna excusa.

—Nunca he tenido elección. Es complicado de explicártelo, pero...

—¡Pero nada, Draco! Es que, —comencé a caminar por la habitación, mientras las lágrimas amenazaban con salir de nuevo— soy una estúpida, realmente soy una estúpida.

—No digas eso, Vange.

—¡Deja de llamarme así! ¡Nunca más vuelvas a llamarme de esa forma! ¡Evangeline! ¡Me llamo Evangeline y punto! ¡¿Sabes por qué soy estúpida?! Por creerte. Por creer que me escogerías a mí. Claro que no te puedo negar lo preciosa que es Astoria, ¡Vaya, te ganaste la lotería con ella!... Solo te pido que tengas tantita responsabilidad afectiva y que no la ilusiones como a mí.

—¡No te ilusioné a lo tonto! ¡Evangeline, creeme en que quiero estar contigo bien! ¡Te digo la verdad en que no tengo opción!

—Pues es una lástima. Es una lástima porque yo ya no quiero estar contigo y tú deberías de opinar lo mismo, te vas a casar Draco y no me voy a interponer en eso. Es una lastima que haya confiado en ti, dejarte entrar a mi corazón y permitir que te quisiera. Por qué sí, te quiero Draco. Te quería. Realmente lo hacía. Te di mi confianza y así me lo pagas.

Ambos volvimos a guardar silencio. Él parecía estar procesando el hecho de que le dije que lo quería.

—Mañana me iré. Iré con los del departamento de intercambio para ver si puedo quedarme en una residencia o algo así.

—No. Por favor no te vayas. Evangeline no quiero perderte —sus ojos comenzaban a lagrimear.

—Quisiera decirte que nunca me tuviste, pero te mentiría. Realmente me tuviste, Draco, yo era tuya, si tú me decías "intentemoslo, estemos juntos haber que sucede", joder, no hubiera dudado ni un segundo en decirte una respuesta positiva. Pero ahora es momento de que te enfoques en la persona que te está esperando abajo. Sé que es tu casa y que no es mi habitación, pero por favor déjame sola.

—Esta es tu habitación, Vang... Evangeline. Es tu habitación desde el primer día y quiero que siga siendo así, no te vayas por favor.

—Vete por favor.

—Evangeline...

—¡Que te vayas!

Draco dio la vuelta para retirarse— Por favor piénsalo bien. No quiero alejarme de ti. No podría. Por lo menos no quiero que te vayas enojada.

—Adiós Draco.

La Elegida [d.malfoy] - FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora