10.- CASTIGO.

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-Cien azotes. - respondió serio con el ceño fruncido -. Colócate sobre tus rodillas y quítate la camiseta, contarás cada uno en voz alta.

El onceavo guardián, con un intenso dolor de cabeza, sensibilidad a la luz y notable cansancio, obedeció.

-Shion, basta. - dijo Dohko alarmado -. ¿De verdad harás esto?

-Si, lo haré y llama a June de Camaleón, ella será el verdugo. - respondió restándole importancia -. Levántate el cabello.

-No seas necio. ¿Perdiste la maldita cabeza?

El ariano lo miró de mala manera y así el caballero de Libra se fue refunfuñando todo el camino. Mientras el acuariano hacia lo que se le pedía.

Los ojos de Shion recorrieron su cuello y torso notando ciertas marcas. De forma brusca, colocó una mano sobre su cabeza y la ladeó dejando al descubierto los amoratados chupetes.

-¿Quién te hizo eso? - preguntó serio.
-Prefiero no decirlo. - respondió apenado.

-Será mejor que me lo digas, si no quieres recibir 50 azotes más. - intentó negociar -. Si lo haces, la persona que lo hizo será castigada.

-De ser así, acepto mi castigo. - dijo con el rostro serio de siempre -. Las marcas en mi piel fueron totalmente consensuadas. Así que no hay necesidad de castigarle.

La ira de Shion incrementó aún más. Instantes después, llegó la chica con su enorme látigo. El Patriarca le hizo una señal para que iniciara, y así lo hizo.

-Lo siento. - susurró apenada.

Ante el contacto del francés sólo cerró los ojos y apretó con fuerza los puños sobre sus muslos. La rubia golpeó cinco veces más.

-Espera. - pidió el Pontífice -. No te escucho contar, y como no hiciste lo que se te ordenó comenzaremos de nuevo.

El acuariano asintió con la cabeza. Mientras June y Dohko compartían una mirada preocupada. La chica arremetió de nuevo.

-Uno... - dijo aspirando aire.

El castigo continuó, la blanca piel del onceavo custodio, ahora rojiza, se abrió haciéndolo sangrar. Detrás de los pilares, los tres caballeros ocultos miraban todo con angustia. Cada que el látigo tocaba la espalda del acuariano, daban ligero salto, y el sonido que producía los hacía estremecer.

-Tengo que hacer algo. - dijo Géminis con culpa.

-Saga, no interfieras. - advirtió DM.

-El está recibiendo el castigo por mi culpa. Soy yo quien debería recibir los azotes.

-Si lo haces el castigo de Camus será aún peor.

El caballero de Géminis empujó al canceriano y comenzó a correr en dirección de Camus.

Para el golpe número cien, su cuerpo se sentía pesado. Se dejó caer jadeando. Grandes y saladas lágrimas caían por sus mejillas, mientras que su sangre se mezclaba con el sudor producido por los nervios y el calor.

-¡Patriarca! - gritó Saga -. Le pido que detenga el castigo.

-¿Y por qué debería hacerlo?

-Porque toda la culpa es mía.

-¿Qué quieres decir? - preguntó Dohko confundido.

-Primero, Shura y yo tenemos... ciertos problemas. De no ser por Cam... Camus, quiero decir, las cosas hubieran terminado muy mal. - respondió sincero -. Y sobre las marcas de su piel, yo soy completamente responsable. Yo... Yo abusé de él, por lo tanto, soy yo quien debería recibir el castigo.

EL CLUB DE LOS CORAZONES ROTOS (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora