26.- INESPERADO

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Habían pasado varios días desde aquella sesión de sexo y éxtasis en los Campos Elíseos. El Dios y su hija habían abandonado la habitación apenas los primeros rayos del sol salieron. Todos despertaron confundidos y con dolor de cuerpo. Tenían marcas que seguramente tardarían días en desaparecer por completo. Luego de ducharse y cambiarse, se reunieron para una pequeña comida de despedida, así cada delegación partió a su lugar de origen.

Los días venideros eran tranquilos, aunque no para tres caballeros. Después de ser el experimento principal de la familia del Inframundo, su lívido había incrementado considerablemente. En los combates cuerpo a cuerpo, buscaban la manera - demasiado sutil para los demás - de tocarse. Al terminar los entrenamientos, la tercia subía casi corriendo hacia Géminis - puesto que era la casa más cercana - para saciar sus necesidades sexuales. Ya no importaba quien comenzaba o quien terminaba, lo único interesante era su creatividad, sus ganas de poseer un cuerpo ajeno al suyo y que tanto podían provocar al contrario.

Cómo se había hecho costumbre, Athena ordenaba realizar exámenes de seguimiento por salud. Así que todos se presentaron. Al cabo de dos días, el Dios Asclepio, le había entregado los resultados de los mismos mencionándole que había algo raro corriendo por el torrente sanguíneo de todos. Luego de un arduo análisis se llegó a la conclusión que las raras sensaciones se debían a los efectos de la amapola.

Al escuchar la noticia, Athena soltó en un grito fúrico el nombre del Dios del Inframundo. Eso alertó a Shion que se encontraba en el salón patriarcal, así que como un rayo, salió en dirección a su Diosa, seguido por Dohko, encontrándola gritando y gruñendo todo tipo de insultos.

-Princesa... - se aventuró con cierto temor.

-Ese maldito hijo de puta lo hizo, Shion, el muy maldito lo hizo.

-Exactamente, ¿qué hizo?

-El muy hijo de perra nos drogó, nos drogó a todos. Si quería una guerra definitivamente la va a tener. - caminó rápidamente tomando su báculo.

-No será mejor esperar un poco... - dijo Libra con cierto temor.

-¿Esperar? - giró la cabeza de forma brusca hacia él -. ¿Acaso estás sordo? Si lo que quiere es guerra, eso va a tener y...

No terminó de hablar cuando las puertas se abrieron dejando ver a Poseidón y a Hades caminando tranquilamente hacia ellos con risas y algunas bromas.

-¡Athena! - exclamó Julián.

-¡HIJO DE PERRA! - gritó la peli morada abalanzándose con cosmos agresivo hacia el azabache.

Ante el inesperado ataque, ambos cayeron al piso, la chica se posicionó a horcajadas del Dios y comenzó a dar golpes - demasiado suaves para el griego - desesperados. Un tanto molesto, tomó a la Diosa por las muñecas y con un hábil movimiento se incorporó aún con ella en sus piernas.

-¿Quieres explicarme qué está pasando? En serio estoy confundido.

-¡Tú! ¡SI QUERÍAS UNA MALDITA GUERRA SOLO ME LO HUBIERAS DICHO Y NOS ÍBAMOS DIRECTAMENTE AL CAMPO DE BATALLA!

-¿Por qué querría una guerra?

-¡¿CÓMO SE SUPONE QUE LO SEPA?!

El de ojos azules miró a Shion en busca de una explicación, y de forma diplomática él asintió.

-La señorita Athena está molesta, porque en la fiesta en los Campos Elíseos, usted drogó a la orden ateniense.

-¿Todo ese ataque y malas palabras son sólo por una inofensiva broma?

-¡¿Qué esperabas al hacerlo, eh?

-Fue una pequeña broma, no creí que te lo tomarías tan a pecho. Además, aahg. - se vio interrumpido, porque la Diosa no dejaba de moverse encima suyo, dando justo en su zona prohibida -. Deja de moverte. - soltó sus muñecas y la aprisionó contra su pecho -. Si mi plan, era drogarlos e irnos a una guerra, ¿no crees que hubiera atacado cuando estaban sometidos por el éxtasis del momento?

EL CLUB DE LOS CORAZONES ROTOS (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora