Capitulo 16

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El sol cae y empieza a atardecer, ese momento tan hermoso del día en que los rayos solares descienden lentamente, tiñendo todo de un anaranjado cálido, mientras la arena brilla con un resplandor peculiar, más brillante de lo normal. Todo parece detenerse, parece que el mundo mismo estuviera tomando un respiro antes de la oscuridad.

Con la mente intranquila, siento cómo la paz me envuelve suavemente, ayudándome a calmarme, aunque mis pensamientos siguen en caos. Light sigue observando mis pasos en silencio, hasta que, de repente, se detiene y ya no lo tengo a la vista. No me preocupa demasiado, seguro se ha quedado atrás por alguna razón... o tal vez simplemente se detuvo a descansar.

—¡Gina! Corre.

—¿No hay peligros? ¿Por qué debo correr?—Le digo evadiendo sus intentos de engañarme, sin mirar en su dirección.

—¡Claro que los hay!

Y en ese momento, todo cambia. La calma se desvanece en un abrir y cerrar de ojos.

—Light... Eso es...—Las palabras se quedan atascadas en mi garganta cuando una tormenta de arena aparece, arrasando todo a su paso. La nube de polvo se desplaza hacia nosotros a gran velocidad, y la destrucción que deja a su paso es evidente. Los edificios cercanos se esfuerzan por no tambalear ante la furia de la tormenta.

Light me agarra de la muñeca y comienza a correr sin mirar atrás. Mi corazón late desbocado al ver la nube de arena acercándose rápidamente. Afortunadamente, el palacio está cerca, y con un renovado impulso, empiezo a correr más rápido, buscando el refugio que está a la vista.

Pero al devolver la vista, noto que Light ha quedado atrás. Mi corazón se acelera aún más, y me doy vuelta para intentar alcanzarlo, pero no lo veo. La tormenta avanza con rapidez, y el terror comienza a instalarse en mi pecho, justo cuanto ya había logrado desterrarlo.

—¡Light!—Grito con desesperación, pero no hay respuesta. Es lo último que recuerdo antes de que la tormenta se desate por completo y mi mundo se oscurezca.

Cuando finalmente tomo conciencia, todo es confusión. Mi mente está nublada, pero pronto siento unas manos suaves, tomándome con ternura. Abro los ojos y veo a Scheherazade, su rostro está lleno de preocupación, pero se alivia al ver que despierto.

—Aquí estás... Creí que tal vez no despertarías hoy— Su voz suena suave, conteniendo la gran ansiedad.

—¿Qué me ha ocurrido esta vez?—Pregunto.

—La tormenta casi te atrapa, si no hubiera sido por el chico...—Sus palabras son interrumpidas por el sonido de las puertas del salón abriéndose. Al voltear, veo a Light, que se sacude algo de arena, aparentemente ileso, aunque cansado.

—¡Light!—Mi voz se quiebra de alivio, y sin pensarlo, me lanzo hacia él, abrazándolo con fuerza. Me alza y da una vuelta, inspeccionando con disimulo que este a salvo.

—¿Estás bien? El médico ya venía de camino.

—Estoy bien, pero... ¿Qué tal está Luna Llena?

—Para eso he venido, Majestad—La voz de Mikay suena desde la puerta, y su tono es grave—Hay demasiados estragos que necesitan atención.

—Ya veo, vamos a atenderlos—Respondí, asintiendo con la cabeza, sabiendo que no hay tiempo que perder.

Como líder, tomo rápidamente la iniciativa. Salgo a las calles y comienzo a coordinar esfuerzos, preguntando a la gente y ayudando en lo que puedo. Enviamos a varios hombres para buscar heridos y rescatar a quienes pudieran haber quedado atrapados. La ciudad está en caos, y parece que la tormenta ha dejado un rastro de destrucción a su paso. Es, sin duda, uno de los días más ajetreados de mi vida, y todo parece intensificarse aún más cuando la noche cae.

Después de un largo momento de trabajo, me reúno con algunos de mis consejeros para discutir cómo hacer frente a los problemas comunes que siempre siguen a una tormenta como esta.

—Mi Reina, esta tormenta no fue como cualquier otra. Fue mucho peor de lo que se ve. Por suerte, aún no se han reportado bajas.

—Eso está bienRespondo, aliviada, pero con la mente alerta—¿Qué recomiendan?

—Hay dinero y trabajadores suficientes. No se necesita más por el momento—Uno de los consejeros asiente, dando su opinión.

—PerfectoMi respuesta es decidida, aliviada por las recomendaciones.

Y es en ese momento cuando ya me disponía a terminar la reunión entra un hombre por la puerta, interrumpiendo nuestra conversación.

—¡Alteza! La tormenta venía del este—Su voz es urgente, y sus palabras provocan un estremecimiento en mi interior.

—¿Este...?Pregunto, confundida por la información. Mi mente empieza a hacer conexiones rápidamente.

El terror me envuelve al instante, si... yo misma deseo sentir algo diferente pero las circunstancias no dan para más.

La tormenta vino del este... eso significa que algo más está en juego, algo más que una simple tormenta. Y por último recuerdo lo más importante.

—¡Kahir! él ha viajado al Este.

Sin pensarlo, ordeno que se envíen hombres a los alrededores de ese límite de la nación. Kahir puede estar en peligro, y no puedo quedarme de brazos cruzados.

 Kahir puede estar en peligro, y no puedo quedarme de brazos cruzados

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Ahora Soy ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora