Capítulo 8

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Sunny había tenido un día raro.

En el colegio, unos de sus amigos de último año le dijo que olía a muerto y no se le acercó por el resto de la jornada. Ella estaba estupefacta, el único olor que podría tener era al suavizante que utilizaba para la ropa, que era de lavanda. Y, a menos que ese fuera el olor a muerto del que hablaba, no sabía qué otra cosa podía ser.

Lo bueno es que la había saludado a la salida del colegio, por lo que significaba que en realidad no le importaba.

Cuando llegó a su casa, empezó a preparar la cesta para el picnic que tendría con los extraños que conoció. Además de tener una llamada telefónica con su mejor amigo para tratar de entender por qué los había invitado, aunque no sirvió de nada.

Se sintió observada en algunos instantes, mas lo dejó pasar. Nadie iba a esa parte del pueblo, salvo su familia, pues vivía allí.

Al cabo de un rato, comenzó a oír rasguños en la puerta. Pensando que había algún animalito en peligro, decidió abrirla.

Antes de que pudiera saltar del susto, por culpa de los tres lobos gigantes que estaban frente a ella, estos decidieron entrar a la casa y empezar a dar vueltas por su salón.

Kim no sabía qué hacer. ¿Los echaba por su cuenta? ¿Llamaba a control de animales? No, definitivamente no podía hacer eso, si lo hacía iban a matarles. Por lo que decidió hablarles, tal vez fueran como aquel lobo que se cruzó que terminó en una trampa para osos.

—Oigan... lobitos... ¡Lobos! —Cuando se giran a verla ya no sabe cómo proseguir, pues teme que salten sobre ella y le hagan daño. Por lo que se queda callada. Sin embargo, no contaba con que los lobos fueran a subir por las escaleras y se fueran a su habitación.

Cuando llegó arriba con ellos, no podía creer lo que veía. Los lobos se revolcaban en cada rincón que veían, habían desordenado su armario, su cama e incluso su escritorio. Estaba todo desparramado por su cuarto.

Resignada, decide dejarlos jugar e irse a su muy ansiado picnic, pues iba a llegar tarde.

Dejó la puerta trasera abierta para que los lobos tuvieran una salida por si querían irse de su cabaña y emprendió el camino hacia el lago.

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Cuando llegó, aquellos hombres ya estaban esperándola y le sorprendió ver a un tercero en el lugar.

—Hola, lamento llegar tarde. Tuve un problema en la casa.

—No te preocupes, dulzura, nosotros recién llegamos. —Sunny se sonroja por el aquel apodo que le dio el de hombros anchos y se queda mirando al nuevo integrante de su picnic.

—Oh, cierto. Este es nuestro hermano Yoongi, esperamos que no te moleste que lo hayamos invitado. —El hombre sonríe mostrando unos hoyuelos y posa su mano sobre el tal Yoongi. —No podemos dejarlo solo en casa, tal vez decida cocinar y terminé incendiando la cocina.

—¡Oye! —Yoongi reclama mientras lo golpea en el estómago, tal vez demasiado fuerte, por lo que el otro emite un quejido de dolor.

Sunny se ríe y los demás quedan maravillados con ese sonido tan bonito saliendo de la boca de su Luna.

—No te preocupes, no me molesta. Es un placer. —Ella lo mira a los ojos y Yoongi se siente increíble por tener esa mirada solo para él. —Aunque me resultas conocido, ¿nos hemos visto en algún lado? —El gran líder del Clan de Vampiros traga saliva duramente y mira hacia otro lado. Teme que su alma gemela lo reconozca de aquella vez en la que le siseó al líder de la Manada Jung, teniendo sus ojos rojos y los colmillos afuera. —Oh, ya recuerdo. Eres al que le cayó el balón de Wooseok.

A Girl In The Forest [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora