Capítulo 3

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Alden estuvo en mi casa, me aburrí en demasía, el tema era el mismo. Hablamos sobre algunas cosas y luego decidió irse, buena elección, chico.

—Bueno... —dijo en la puerta, levantó la mirada y me observo, alce una ceja, él miraba mis guantes de piel, tomo mis manos entre las suyas, el contacto no era el mismo, no ocasionaba nada en mí.— sabes que si deseas deshacerte de ellos, yo puedo ayudarte.

—Para eso me tiene a mí. —dijo Rocko a mis espaldas, casi sonreí.

—Vete ya, Alden. No necesito tu protección. —le dije en tono frío y cerré la puerta en sus narices.

—Ese chico solo quiere meterse en tus bragas. —dijo cuando me giré hacia él, solté una carcajada sonora. —No es broma, tú misma lo sabes.

—Dejemos que llegue a donde tenga que llegar. Sigue dando buena información. —le guiñe un ojo y subí a mi habitación. Estaba exhausta.

Mi mente vagaba de Pierce a ÉL. Ambos me lastimaron tanto pero de formas distintas; Pierce fue todo para mí, no ahora, pero llegue a aceptar dar mi maldita vida por él, a entregarme en cuerpo y alma a él, a darle todo lo que tenía (que aunque no era mucho, se lo daba con todo mi amor), él no me merecía y yo ya lo había superado.

ÉL es un maldito cerdo, es todo lo que deben saber, destruyo a mi familia, tuve que abandonar todo lo que tenía por su maldita culpa, pero ahora llego mi hora, acabaría con su reinado, tumbaría todo lo que había construido en estos años y en realidad, de todo corazón espero que haya disfrutado cada uno de los segundos que ha respirado, de lo que ha logrado, porque en un abrir y cerrar de ojos, su maldito "imperio" estará en la basura, enterrado, enterrado junto a mi preciosa y querida: Montoya.

Cerré los ojos, tomé mis AirPods y dejé que el sonido de Oasis inundara mis oídos, me dejé llevar por el ritmo, por la canción y la adrenalina saliendo de mí. Baile por toda la habitación hasta cansarme, de pronto me dejé caer en la cama, observé mi techo y pensé en que habría sido de mí en otra realidad. No me veía de otro modo, ni siquiera podía imaginarme a una Marion De' Ath alegre, tranquila y cariñosa, sin guantes, sin odio, sin rencor, sin sangre en sus manos, no existía esa otra Marion, jamás existiría.

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El fin de semana la pase analizando mi siguiente jugada, debía entrar a la Uni lo más rápido que pudiera. Planee junto a Rocko y a Sam nuestras posibilidades, Rocko nos aseguró que al ser jóvenes y «guapas» teníamos posibilidades, sin embargo, algunos miembros podrían rechazarlos y tenernos como "inexpertas", que la mejor forma de entrar era tener una buena estrategia y una mala reputación (punto fácil). Debo admitir que este era un paso más grande para mi, uno que nunca había intentado siquiera, pero siempre hay una primera vez, y aunque me asustaba, debía ser más inteligente que mis oponentes: ¿Que es lo que quieres? Enfócate, Marion.

Así llego el lunes. El temido LUNES.

Rápidamente tomé un top, un Mom jeans, una botas y una gabardina beige, había algo en mí que deseaba verlo de nuevo, ver sus ojos grises y que observara lo que había creado, demostrarle que era más fuerte que la última vez que me había visto, mucho más que él. Pero otra parte de mi me decía que no lo hiciera, que no tentara al destino, que no tenía caso insistir en ello, que solo siguiera mi camino.

Créanme lo intente.

—Vaya, Marion. No sabía que se le daba asilo a cualquiera en tan prestigiosa escuela. —soltó con sorna cuando me observo bajar de la jeep. ¡Dios! Sus largas pestañas caían por sus grises ojos, seguros e intimidantes, su mirada penetrante, sus gruesos labios húmedos, su cabello negro como la noche, la cicatriz debajo de su barbilla que apenas se veía, su voz impactante. Todo hizo que mi mente se desconectara de mi un momento, luego regresé a la realidad.

MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora