Capítulo 4

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Decir que no dormí se queda corto. Pase la noche dando vueltas en la cama sin poder siquiera conciliar el sueño. Era una tortura para mi haber visto a Pierce, era un error, olvidaba el efecto que tenia en mí; que podía clavarse en mi hasta el fondo, en mi piel quedaba como un tatuaje, juré que ya no tenía ese poder sobre mi, pero era falso, era una vil mentira.

Pierce tenía todo de mí y odiaba ese sentimiento, pero también lo amaba. No había un punto medio, sentía ambas cosas fluir en demasía cuando estaba cerca de él. Su solo contacto con mi piel emanaba calor. Y sus palabras me dejaron muy desconcertada, quería que fuera mentira, pero no podía saberlo, nunca podía.

Me metí a la ducha antes de que sonara la alarma, busqué una chaqueta de cuero color negro, un Mom Jean y blusa estilo top en el mismo color, tomé las botas y me las puse. Pase frente al espejo y me maquille rápidamente un poco, al menos tenía que hacer desaparecer las ojeras, era como si cada que me mirase al espejo me gritaran la razón de ellas. Observé el resultado y en realidad taparon más de lo que esperé, mi pequeño cabello estaba sobre mis hombros y solo me pase el cepillo sobre el, pinte mis labios rojos y observé mis delgados dedos, mis uñas largas pintadas de negro, era una pérdida de tiempo, pero cuando las observaba me recordaba que existía otra vida... peor.

Al tomar el pomo de la puerta sentí un escalofrío, este día no sería bueno, podía sentirlo, acomode mis guantes y salí de mi habitación.

—Nos vemos a la salida, iré a casa... debemos tener todo listo para el fin de semana. —anunció Rocko, sólo bajamos y yo asentí.

Mierda. Aquí estaba mi martirio viviente, Sam se agarró a mi brazo y lo apretó, yo me quede un segundo de piedra y luego decidí avanzar, nadie tenia poder sobre mi, mucho menos lo haría ella. Solo podía pensar en ¿que hacía aquí?, ¿cómo había llegado?, ¿por que? No tenía idea de nada. Y lo peor, Pierce a su lado.

Olviden la parte de "no tenia ni idea de nada", ya entendía de que iba esto.

—¡Marion! —exclamó ella con falsa alegría, Pierce se giró hacia mí, les dirigí mi mejor sonrisa— Te he extrañado cada minuto, después del juicio imagino lo avergonzada que estabas de las mentiras que dijiste, me alegro de que hayas huido por tu propio bien. Se cuanto te gusta que te rueguen.

Pierce a su lado sonrió, un escalofrío recorrió mi columna, era una perra, no se como pude estar a su lado, maldita hipócrita, hija de puta. No hay pruebas de que ÉL te haya hecho eso, eres una maldita mentirosa, mira que inventar eso de ÉL, es tú familia. Apuesto lo que quieras a que tú lo incitaste, eres una provocadora. —me dijo con enojo. Yo la mire y apreté mis puños, estaba arta de sus dudas, de su falsa preocupación, ahora lo decía y me sentía libre. Dirigí mi puño a su rostro y la tumbe al suelo, puse mi pie en su garganta y ella luchó por quitarlo, ahora agradecía mi fuerza.
—No dudes de algo que no has vivido, yo también pensé que éramos familia, mi vestimenta no es corta, su educación sí. Eres una idiota, Oriana. —me sentí feliz al ver la mirada de odio y miedo en sus ojos, disfrute.

—Un poco no hace daño, Oriana. —le dije. Ella era todo lo opuesto a mí, ojos grandes y de color miel, cabello rubio larguísimo, delgada pero guapa, y sobre todo, muy popular.

—Primita, no debiste huir. Se lo que les paso a tus padres y lo siento muchísimo. —el peso de la realidad me cayó encima, sin embargo lo disimulé bien, puso su mano en el pecho fingiendo dolor, tragué mi rencor, no sería aquí, no sería hoy. Pierce se atraganto con su saliva.

—Oriana, vámonos. —dijo tomando su brazo, eso me enfermo.

—Pierce, apenas comenzamos. —dije con voz dejada, Sam tomo mi brazo como advirtiéndome que lo dejara.— Es fácil, Oriana: no te metas en mi camino y yo no hago que te arrepientas.

MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora