Capítulo 14

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Marion

Vamos, Alden... se que tienes algo para mi. —le dije con una sonrisa seductora, se resistió todo lo que pudo. En realidad las emociones que me provocaba estar cerca de él eran miles.

—Dios, ¿desde cuando me ruegas? —preguntó él, yo sonreí.

—Agggh, olvídalo. —dije y me levante, él tomo mi mano y lo observé.

—No sabes cuánto he esperado esto, vamos. —anunció y fuimos a la biblioteca, nos metimos a la sección un poco prohibida, donde ni siquiera había focos, ya ustedes imaginaran.

Al llegar al lugar pude sentir como Alden temblaba un poco, quizá la emoción, quizá saber que hacía algo que no debía, quizá de miedo.

Apenas llegamos y comenzó a hablarme, no entiendo porque intentaba algo que sabía a donde llegaría, algo que no nos llevaría a nada. Como siempre.

—Marion, por favor permíteme estar a tu lado, realmente, ofréceme todo lo que tienes, yo te ofrezco lo que soy y siempre lo cumpliré. Quiero ser quien esté a tu lado mientras te construyes, —me dijo, y no saben cuando me dolió, pues cierto día yo pedí lo mismo a una persona que ame más que a nadie y su respuesta fue la misma que yo daría a continuación. Sin embargo mantuve mi expresión neutra, porque ya veía esto venir— o lo que es mejor aun, mientras yo te reconstruyo, no me importaría quedarme sin un alma por ti.

Yo me quede en silencio, es decir, Alden había dado mucho por mí y aunque algo dentro de mi anhelaba un nuevo amor, porque era humana y creía estúpidamente en la magia del amor, que alguien vendría a salvarme como en los libros... pero mi una salvación era yo. Mi expresión y mi voz fueron calmadas como cuando le explicas a un niño porque no debe acercarse al filo de un acantilado.

—Alden, Alden... —dije acercándome a él de forma amenazadora, pues él dio un paso hacia atrás. Lo acorrale contra la pared y sostuve su rostro en mis manos, sus bellas facciones y sus bellos ojos color miel me atraían, quería besarlo, quizá solo para ver hasta donde estaba dispuesto a llegar.— no puedo ofrecerte algo que no tengo, tú lo sabes bien.

A lo lejos escuché una voz, no cualquier voz, la voz de Pierce, sabía que se acercaba a nosotros porque en la biblioteca todo era silencioso, sabía que él estaba buscándome y le daría una probada de su propia medicina. No exactamente a él.

—Pero puedo ofrecerte una cosa... —Alden abrió mucho los ojos y asintió. Yo me lancé sobre sus húmedos labios, el beso fue calmado, sin deseo, pero luego Alden lo intensificó y solo sabía que quería más y más, me giró hacia los libros y abrí los ojos, lo vi parado en el pasillo de los libros, observándonos fijamente, sus ojos grises se fueron a otro lado, su mirada era incrédula, y yo aún en los labios de Alden, le sonreí y le lancé una mirada desafiante, dio media vuelta y se fue. Lo mejor vendría después. Quisiera decir que no sentí nada cuando vi la decepción y la frustración en sus ojos, pero mentiría, removió algo muy dentro de mí y odie eso, odie poder permitirme sentir algo, yo era Marion De' Ath.

Lentamente me separé de Alden, pues comenzaba a subir su mano por mi cintura, me aparte de él suavemente, me convenía tenerlo en mi vida, pero no tan cerca, su contacto aun me provocaba escalofríos, una cosa era un beso...

—Dios... eso fue... —dijo Alden jadeando, sus pupilas estaban dilatadas, su cabello despeinado, mi labial en sus labios y yo solo lo observaba con ojos apacibles, era tan sentimental Alden. Comencé a limpiar mi labial— maravilloso. Acabas de hacerme el hombre más feliz de la tierra, Marion.

MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora