Capítulo 13

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Marion

El dolor en mi era mínimo, la pierna me seguía lastimando y las pequeñas magulladuras en mi rostro eran mínimas, lo mande un poco amenazado e intimidado con Damiano y me asegure de que él no hablara y de que Damiano estuviera sano, salvo y precavido.

Después de darme una ducha rápida, llegue a la habitación de Drew nuevamente, al recostarme tomé mi teléfono celular y me encargué de hacer unas cuantas llamadas, averiguaría quien me vendió y me vengaría de todos... tenía una leve corazonada de quien me vendió, solo esperaba equivocarme.

Drew estaba recostado en su cama y aún muy sucio, en cuanto despertara debía ayudarlo a limpiarse, debíamos recuperarnos pronto, esto estaba a nada de convertirse en un caos y no logré nada.

Tome una novela de mi habitación y me puse a leer, de pronto no fui consiente de lo rápido qué pasó el tiempo y vi como Drew comenzaba a despertar, se movió un poco brusco y emitió un chillido, puse los ojos en blanco.

—Pareces una niñita. —pude ver cómo esbozaba una sonrisa, luego volvió a emitir un auch, yo me incorporé, era tan extraño tocar a las personas con los guantes, nunca se sintió igual, nunca me acostumbrare a tener el cuero sobre mis manos, pero era lo de menos... cuando me daño me fue imposible volver a dejar que las personas me tocaran, aun me cuesta un poco, pero he trabajado lo más que he podido en eso, sigo sin dejar mis guantes, ellos me recuerdan que aunque estoy machada de su sangre, no lo hago literalmente, hay algo que nos separa así sea una ligera tela, evito todo contacto con ellos y me facilita mi trabajo. Durante años he fantaseado con mil cosas que pudiera hacerle, como hacerlo sufrir y que rogara por su muerte y cuando lo veo todo en mi se nubla, solo quiero golpearlo hasta matarlo, pero eso no sería muy inteligente.

—Te quedaste... —dijo riendo un poco, yo esbocé una pequeña sonrisa, no quería hacerlo sentir cómodo, ese no era mi plan, no me vería como una débil.

—Es mi casa. —él puso los ojos en blanco.— Solo quería decirte que ojalá te recuperes, no debiste seguirme, no estarías ahora así.

—Se que debo respetar tu privacidad... —alce una ceja y él ni se inmutó, me observo con sus grisáceos ojos— pero había algo que me rogaba te siguiera... y no es que tú hubieras respetado la mía.

Solté un gran suspiro, tenía razón y lo odiaba, odiaba que supiera mi secreto, unas por otras, podía disponer de mi si así lo deseaba.

—Debo irme, que estes bien. —tome la novela y me dirigí a la puerta.

—¿Vas a algún lado? —preguntó, me giré hacia él y le sonreí con obviedad.

—A clases. —dije y lo dejé varado ahí, en realidad esperaba que se recuperara pronto.

Lo que hice al terminar las clases me marcaría para siempre, lo hice para mi propio bien y nadie podía juzgarme, nadie lo haría, era justo y tenía miedo.

—¿Quien eres? —preguntó el señor, a su espalda vi que la casa estaba vacía y pase.

—Tu peor enemiga o tu mejor inversión, tú decides. —dije cerrando la puerta y observándolo.

—¿Que quieres?

—Poder, quiero que trabajes para mí, que hagas lo que deseo, hoy, mañana y siempre. —él profirió una carcajada que intentó hacer intimidante, solo lo observé, tenía un leve miedo, pero cuando te quitan todo... el miedo es parte de, sus ojos eran muy azules, típico y aburrido, pero lanzaba llamas y ataques mortíferos con ellos.

—¿Por que habría de hacerlo? —pregunto burlón dando un paso hacia mi, puse mi mano en su pecho y lo detuve con mi brazo extendido, él abrió los ojos de par en par. Yo sonreí triunfante.

MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora