Capítulo 15

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Drew

Ojalá la espera fuera fácil, ojalá fuera fácil para mi ser paciente, la espera me carcomía, estaba a nada de perder la compostura si ella no aparecía, pero ella... ella no me gustaba, pero no me perdonaría que muriera a causa nuestra...

Sam casi había echo un agujero en la alfombra de la sala, sus nervios no me sentaban nada bien, todos hablaban muy bajo, algunos ni siquiera lo hacíamos, solo esperábamos a que ella apareciera. Había pasado ya un día y medio, no se había comunicado, no sabíamos que había pasado, yo... salí de casa con Pierce pisando mis talones, lo ignoré y subí a mi auto.

—¿A donde vas? —preguntó abriendo la puerta del copiloto y subiendo.

—¿Importa? —pregunte, él no respondió— No, déjame replantear la pregunta... ¿ahora te importo?

Él puso los ojos en blanco, no era nada nuevo que Pierce y yo no fuéramos los mejores amigos, pero seguíamos teniendo una conexión que ni siquiera yo entendía, al final del día éramos hermanos.

—Iré contigo entonces. —yo cerré los ojos y apreté mis nudillos.

—No, baja ya. —le dije con voz tranquila.

—No, sabes que te seguiré.

—Hazlo desde tu auto entonces.

—Muy gracioso. —dijo con poco humor— Te cubriré la espalda. No seas ridículo, aun estás herido.

Tenía razón, muy a mi pesar seguía herido, sabía que podía lastimarme, pero era eso o volver a... no, aparte por alguna extraña razón quería hacerlo, lo deseaba, mamá solía decirme que contara hasta 10, que el enojo se iría... a veces funcionaba, a veces no. Hoy. No.

Conduje como un loco sin darme cuenta si quiera, estaba desesperado, Pierce no dijo nada pero sabía que justo ahora podía, no se, quizá temerme un poco. Estacione el auto y sin darme cuenta ya estaba aporreando la puerta del apartamento, la furia no me dejaba ver claro, lo que sentía dentro de mi estaba apunto de explotar, debía darle una lección, lo mejor era que nadie me viera así... ¿nadie? ¿O ella? De'Ath es linda. Oh, calla.

—¿Quien? —preguntó, apenas la abrió un poco y entre como un loco, comencé a golpearlo, él ni siquiera me esperaba, luego dio con mi herida y me infringió dolor ahí mismo, Pierce nos observaba, él comenzó a golpearme... este no era mi honor, era más fuerte que él. Agarre su puño con fuerza y me incorpore, el dolor en mi costado me pesaba, hacia que fuera insoportable, sabía que sangraba, sentí la humedad, pero lo ignore. Una vez que me incorpore no pare, me tire sobre él y deje que la adrenalina y la venganza me llenaran, toda la furia que tanto guarde... él comenzaba a perder el conocimiento cuando Pierce me jalo, parecían horas las que pase golpeándolo.

—Vamos... es suficiente. —me dijo mientras nos dirigíamos a la puerta.

—Deja que lo mate... —dije entre jadeos, Pierce seguía jalándome, y el dolor de la herida volvía, la adrenalina se desvanecía y en su lugar quedaba el dolor, solo dolor, grite de dolor cuando me aventó sobre el auto.

Sabía que costaría que cerrara esta maldita herida, pero no me arrepentía, no me arrepentía de nada, ni de arriesgarme por ella cuando la pude haber dejado, ni de la bala, ni de esto, sería capaz de matar a Alden si era necesario.

—Ella vendrá, ¿lo sabes? —preguntó Pierce, yo estaba tirado en el asiento trasero.

—Y se llevará una pequeña sorpresa. —le avise sonriendo— quizá debí terminar por ella.

—Hace tiempo no te miraba así... ¿es...? —se quedó la palabra en el aire cuando vimos que Marion entraba en la habitación, llevaba unos jeans nuevos y una blusa muy mona... adivinen de que color. Sí, blanca.

MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora