Capítulo 30

1 0 0
                                    

Marion

¿Y? —pregunté tranquila. Lo mire desafiante, sólo me haría perder mi tiempo. De nuevo.

—Siempre es un gusto verte.

—Quisiera decir lo mismo.

—¿Qué hacías ahí?

—¿Qué crees tú? —pregunte con burla alzando una ceja. Él negó con la cabeza, sabía todo perfectamente, sino lo decía era por otra cosa.— Me secuestro.

—¿Por qué te creería?

—¿Por que me lo deben? —respondí con otra pregunta.

—Marion, entiendo que a veces la jus...

—No, no entiendes. Porque yo no entiendo de quien fue la idea de poner nuestra libertad o encarcelamiento en manos de otro hombre. Darle a alguien el poder de decidir sobre nuestras libertades, sabiendo que el hombre es corrupto.

—Marion, yo...

—Aún no terminó. —dije interrumpiéndolo de nuevo, una oleada de furia me atravesó.— No tienes idea de cómo he luchado contra ese impulso de matar a cada oficial corrupto, a cada juez. Poco a poco me convertí en el principito cuando abandonó su planeta y conoció la tierra, cuando se pinchó con la espina de una rosa. Los veo a todos iguales.

—Pero la justi....

—Esa mierda nunca existió para mí. Jamás.

—¿Que sugieres?

—Que hagas justicia. Dices ser un policía honorable, que no eres como ellos.... Pruébalo. —saboree cada letra. Él sabía que le daría todo para destruirlo políticamente, tenía tantas ganas de destruirlo como yo, la diferencia era que él creía y tenía mucha fe en la justicia, y las cosas de ley. Yo ya no.

—¿Que pasa si te dejo aquí dentro? —pregunto con una sonrisa, yo aumente la mía. Me acerqué a su rostro, sentía mi cuerpo débil, él me veía y lo sabía.

—No puedes. —le susurre sin dejar de sonreír.— No tienes ninguna prueba para dejarme aquí. Yo tengo más ventajas, lo dejarán ir a ÉL, seria justo que también a mí.

Pareció pensárselo, era arriesgarse mucho, desde su vida, su trabajo y la vida de su familia, esa era la lucha contra ÉL, y podíamos no ser concretos, seguros o tener lo necesario para derrotarlo, por eso nadie se atrevía a desafiarlo. Él rescató a las niñas, me he encargado de recabar toda la información posible, porque le juré que le mostraría quien podía ser este tipo: un maldito violador y acosador, un enfermo.

—Yo...

—Bien, déjame ir y lo haré yo misma.

No se de donde sacaba tanta fuerza, sobre todo mental, estaba tan agotada de esto, todos esos días, semanas o quizá meses encerrada y torturada. El dolor mental era más fuerte que el físico, mucho más. Aparte, todo lo que había pasado con Drew, dudo que algún día me perdonara, pero todo era parte de un todo, uno muy estúpido quizá.

—... estás escuchándome? —parpadeé sorprendida, quizá si estaba muy cansada, él negó con la cabeza y sonrió triste, como si tuviera pena de mi, así que rápidamente puse mi máscara de hielo. Odiaba que me tuviera lastima.

MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora