Capítulo 29

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Marion

Aun recuerdo cómo hice esa peculiar cicatriz en el rostro de aquella bella mujer frente a mí, más de una vez lo he recordado.

Mi cuerpo entero temblaba después de lo que había hecho, su sangre me cubría por completo, asquerosa sangre. Como pude salí de mi habitación, con mucho cuidado, algunas lágrimas rodaban por mi rostro, ni siquiera lo había notado hasta que sentía mis mejillas húmedas y calientes.

—¿Que hiciste, estúpida? —me pregunto mientras me tomaba el brazo fuertemente, dolía, me sostenía tan fuerte que comenzaba a dolerme.

—Yo... —las palabras se me atoraban— yo... él... no s...

—¿ÉL? ¿Cómo se te ocurrió? ¡Perra malagradecida! —me grito y me golpeó, ella siempre fue testigo de lo que nos hacía y nunca intervino, jamás... me golpeé contra el suelo al caer, mi mejilla ardía, pero me estaba humillando una vez más, ya no lo soportaba, estaba harta de esto, harta de todo lo que me hacían... mis lagrimas seguían cayendo cuando sentí como jalaba mi cabello.

—Suéltame. —le dije con voz firme, eso pareció descolocarla un poco, luego volvió en si.— Ahora.

Solo río, pero ya no lo aguantaría una sola vez más, ni siquiera cuando se lo hacía a él podía detenerlo. Con toda la fuerza y entrenamiento que había llevado en las últimas semanas, logré darme la vuelta, levanté un poco mi cintura para descolocarla, luego aproveché eso para empujarla y quedar yo sobre ella, la golpeé tan fuerte como pude en el rostro, sonreí al ver que sangraba un poco. Saque un cuchillo de mi bota y le susurré al oído:

—Ahora siempre me recordarás, míralo como un consejo de vida o algo así. Aprenderás a no meterte con tus victimas, pues vivirás hasta que ellas quieran. —disfrute su mirada de terror cuando comencé a pasar mi cuchillo por su cuello, recorrí con la punta desde su ceja hasta su cuello, lo clave sólo con la fuerza necesaria para que dejara una cicatriz de por vida, su sangre comenzó a brotar mientras ella gritaba una y otra vez, tanto que al final la golpeé para que se callara.

—Te encontrare, y te matare. —me dijo en voz baja antes de desmayarse.

—Te estaré esperando.

Debo admitir que si fui yo quien mató a su hijo, quería joderla tanto como ella a mí. Nunca mato inocentes, así que supongo podrán imaginar a causa de que.

—Hola, perrita. Por fin nos reencontramos. —les ofrezco mi mejor sonrisa para que entiendan mi sarcasmo. No digo nada, y siento como Drew se tensa a mi lado.

—Cariño... ella no es tu madre. —él parece confundido, está no es su madre, su verdadera madre está en el hospital psiquiátrico donde estos malditos la encerraron. Diane, debo admitir que fue con poco estúpida pero fuerte a la vez, no se como lo logro, no se como permitió que la dañaran tanto, Dona, frente a nosotros, es su hermana gemela, ella y ÉL, junto con los padres de ella la obligaron a dejarlo a su merced, pues creían lo peor de Diane. Drew si es hijo de (nombre del papá de verdad), y Pierce es hijo de ÉL y Dona. Una mierda, lo sé.

—Claro que no, son tan idiotas. —río ella y besó sus labios. Cuando secuestre a Rude casi creí que ella era su hija, pero mi alivio fue gigante cuando descubrí que se había enrollado con otra chica joven. Maldito decrépito.

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