23. Descenso al Infierno

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Iré dejando música para leer el capítulo, siento que le da un mejor efecto. Si son de tener su propia música al momento de leer y tienen cuenta en Fanfiction, pueden leerlo allá, pero si lo hacen, no se olviden de dejar su review n_n

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 Lucy no sintió el momento cuando toda la realidad a su alrededor cambió. En un segundo estaba con Lincoln, pero al otro, estaba parada en medio de la calle de un vecindario desconocido. A lo lejos podía ver la silueta de varios edificios y un cielo tan extraño que parecía escurrir sangre; las farolas de la calle eran lo único iluminando la vereda donde de vez en cuando veía pasar a personas con un anormal tono de piel. No se movió de su lugar hasta saber cómo proceder, pues estaba aterrada de tan sólo mirar a los rincones oscuros entre las casas. Apenas estirando su pierna para dar un paso vio que algo salió por entre la penumbra, asustándola. Se trataba de un gato blanco, grande y hermoso de nariz rosada y ojos azules que refulgían con tanta intensidad que lograba ahuyentar la oscuridad alrededor.

—Bolita —dijo al reconocerlo.

El gato de su bisabuela Harriet maulló y dio la vuelta caminando por la calle. Lucy no demoró en seguirlo pues era lo único que identificaba del mundo normal; ahora que había comenzado a moverse las pocas personas que pasaban parecieron notarla, aunque ella hubiera preferido que no fuera así. La piel de esas personas era gris, como si se hubieran cubierto de polvo de concreto. Al cabo de unos minutos caminando llegaron hasta un paso de peatones; más allá empezaba a vislumbrarse una ciudad, incluso con más gente, pero notó todas ellas traían algo cargando en la espalda, algo que no alcanzó a notar en un principio. Una vez que se acercaron Lucy se llevó las manos a la boca conteniendo un grito al ver los seres horrendos adheridos al cuerpo de todos ellos. Se detuvo aterrada de meterse entre la multitud, cosa que no evitó el paso de ellos. Se quedó mirando a un hombre del cual sobresalía un torso lleno de sangre por su espalda, con una boca repleta de colmillos, y aunque pensó que estaba cubierto de púas, en realidad eran clavos tapizando toda su piel purulenta.

Alcanzó a escuchar su voz, susurrando algo que quedaba ahogado entre tosidos sangrientos, y entonces el ser parasitario abrió su mano haciendo brotar de sí mismo un clavo. Con toda la fuerza que le permitía su horroroso cuerpo, se lo encajó a sí mismo haciéndolo soltar un grito de agonía. El hombre se detuvo y de sus ojos negros Lucy vio salir lágrimas negras y espesas. El torso siguió sacando clavos y encajándoselos conforme se alejaban. El gato maulló una vez más para indicarle que la siguiera.

Conforme seguía caminando por el extraño lugar pudo notar estas criaturas en todas las personas, pero cada una en sí misma era tan extraña que no supo cómo definirlos; una sombra nada más, pero otros los llevaban de forma tan tangible que le aterraba pasar al lado suyo u observarlos por la lejanía. Una de ellas fue una mujer con heridas en las muñecas que estremecieron a Lucy cuando les vio la forma de cruz. Una serpiente salió por su espalda y volvió a entrar usando su vagina, sacándole un alarido de dolor cuando su sangre salpicó el suelo.

Agachó la mirada tapándose los oídos, no queriendo oír las voces de todos esos seres, ¿acaso aquí era lugar a donde venía en cada pesadilla? ¿Skippy, Jonathan o el sujeto del incendio estarían asechando por alguna esquina? De pronto la ciudad comenzó a deteriorarse; los cimientos se carcomieron como si de un segundo a otro, los años hubieran transcurrido hasta dejarlos en ruinas que pronto se transformaron en un desierto espeluznante de arena negra y roja donde sólo quedaron esos seres errantes. En un cambio mucho más abrupto, los torsos y formas bestiales colgando de sus espaldas tomaron el control y la persona fue quien se convirtió en el bulto de sombras.

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