La última lluvia

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La última lluvia

—Entonces ve con él —le dijo Cookie—. Es lo que quieres ¿No? Desde que me contaste la razón por la que terminaron pensé que se trataba de una estupidez.

Ronnie Anne no daba crédito a las palabras de su mejor amiga que, para rematar, se lo dijo todo con una simpática y despreocupada sonrisa en el rostro. Para ella no se trataba de un secreto que Cookie estaba bastante enamorada de Lincoln. No obstante, algunos meses después que hubieran terminado su relación, Cookie mantuvo un poco de respeto y no le coqueteó aún con la autorización de Ronnie Anne.

— ¿Estás segura? —preguntó la morena—. No hemos hablado mucho desde entonces, ya sabes, las cosas como que "se marchitan" luego de haber sido pareja. Además, yo sé que Linc te gusta...

—Deja de decir tonterías, Ronalda —reprochó la bajita tras pasarle un pequeño plato con fruta picada con chile en polvo—. Si las cosas se tratan de esto, entonces no le diré nada a Lincoln por varias razones. Para empezar, son pareja de nuevo y ambos se gustan. Ahora, que su relación esté pasando por un mal momento no significa que no puedan arreglarlo.

Ahí estaba de nuevo el traspié que tanto molestaba a la latina y que su pequeña amiga al parecer no podía entender después de tantos meses diciéndoselo directamente. Aun así, trató de contenerse para no alzar la voz.

—Es una mala época desde que comenzamos esta relación —dijo en voz baja, comiendo un trocito de guayaba del plato—. Honestamente siento que estábamos mejor siendo amigos, sin besos ni abrazos ni esas palabras estúpidas con cariñitos.

Se sonrojó un poco al confesar aquella actitud por parte de ambos, pues si bien se juraron nunca actuar como sus hermanos mayores en su relación, con el paso de los días fueron cosas inevitables. Se dejó llevar por las agradables sensaciones producto del enamoramiento, se trataba de algo nuevo para ella, y lo remataba el toque de experimentarlas con el chico que tanto le gustaba desde niña.

—Siempre lo dices y nunca me cuentas las razones —le reclamó Cookie en tono de broma—. Me estás haciendo pensar que eres una especie de masoquista o algo así.

—No digas pendejadas —respondió Ronalda entre risillas fingidas para luego responderle al cabo de unos segundos—. Tienes razón, nunca te lo he contado. Y todo porque suena demasiado vergonzoso, ni yo puedo creerlo del todo aún.

— ¿De qué se trata? —cuestionó la castaña con especial interés al ver que no requirió de mucho tiempo hacerla soltar el chisme completo—. No me digas que es alguna clase de pervertido que quiso manosearte sin permiso.

—Por Dios, claro que no.

— ¿Entonces?

Ya le había dado demasiados rodeos a la situación para contarle a su amiga desde meses atrás, cuando tuvo las primeras sospechas. Entonces, luego de dar un largo suspiro y quedarse mirando al suelo con un gesto de incomodidad, le dijo la inquietud que provocó su primera ruptura amorosa en lo que iba de su corta vida. Normalmente a ella la terminaban y no al revés.

—Creo que Lincoln está engañándome con otra chica —dijo en voz baja para luego exhalar con pesadumbre tras ver el gesto sorprendido de Cookie—. Quizás suene tonto, lo sé, pero hay ciertas cosas que siempre me hicieron sospechar. No sé si me entiendes.

— ¿Por qué nunca me lo habías dicho? —preguntó Cookie con indignación—. No habrás creído que te engañaba conmigo ¿Verdad, Ronnie?

—Te lo estoy diciendo en serio, concéntrate.

—Muy bien, muy bien, lo siento —ambas siguieron comiendo y escuchando la lluvia de afuera, la misma que hizo quedarse a Ronnie a pesar de solo ver una película antes del apagón—. Bueno ¿Has juntado evidencia de algo? ¿Tú lo viste? ¿Alguien te lo dijo o...?

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