Epílogo

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La mirada de Luna se extendió por la ciudad desde la habitación del hotel. Los enormes anuncios de los casinos, hoteles, restaurantes y las largas filas de coches en la calle le parecían algo ajeno a ella misma, pero que extrañamente no le molestaba. La tarde apenas estaba cayendo, el sueño se le fue y con una sonrisa puso la mano en el vidrio de la ventana, mientras sentía que unos fríos brazos cariñosos le pasaban por el cuello, al instante pudo sentir los cálidos labios de Sam en su mejilla.

Luna levantó una de sus manos y miró de nuevo la portada de su primer disco junto a Sam. En la parte de arriba estaba el nombre de la banda: SHOOTING STARS, y debajo, el nombre del disco: WONDERLAND. Ahí estaba Luna disfrazada del Sombrerero Loco, Sam como Alice, Tabby como la Reina de Corazones, Chunk como el Gato Cheshire y Billy como el conejo Blanco. Anoche todos rompieron en carcajadas al verse disfrazados de forma tan chistosa que contrastaba con algunos toques macabros. La sonrisa de las dos chicas se enarcó a lo largo de su cara.

—Jamás pensé que daría este paso —dijo Luna, aguantando un eructo que le supo a cerveza, o quizás a whiskey—. O sea, lo imaginé muchas veces, pero no pensé que alguna vez lo vería con mis propios ojos.

Sam la besó de nuevo sin dejar de abrazarla.

—Pues hazte a la idea, cielo. Es sólo el primer paso, nos falta dar muchos más.

—Lo sé.

Luna volteó sin romper el contacto, pasando los brazos por la cintura desnuda de Sam. El calor de sus pieles desnudas contrastó al estrechar el abrazo, el maquillaje corrido en sus caras y su cabello alborotado les daba un aspecto de divertido desvelo, la apariencia de una noche de juerga, muy típico de Las Vegas.

—Muchas gracias por estar conmigo, cariño —le dijo Luna, para luego darle un beso en los labios—. Gracias por ayudarme a dar este paso, no sé qué haría sin ti.

—Yo lo sé —dijo de forma coqueta—. Serías igual de exitosa que ahora, pero anoche no hubieras tenido a nadie gritando en esa cama.

Las dos empezaron a reírse con las mejillas coloradas, todavía algo excitadas y un poco alcoholizadas.

Tal como lo había dicho muchos meses atrás, las cosas estaban empezando a quedarse en el olvido. Muchos conciertos locales, videos en YouTube, y uno que otro contacto del buen amigo de John, y ahora Luna y sus amigos tenían un disco que se lanzó a la venta la noche anterior.

Respetando que dos de su banda eran menores decidieron comprar algo en la licorería para celebrar; muchas botellas y un poco de marihuana después, estaban en un hotel no muy ostentoso de la ciudad del pecado.

Chunk había caído desmayado en el sofá del pequeño recibidor, Tabby estaba en la otra habitación con Billy -aunque Luna no alcanzó a saber si el coqueteo de los dos terminó igual que su noche con Sam- y ellas dos tomaron la única habitación con baño, claro que nadie quiso tomarla luego de que ella vaciara toda su cena en el lavabo.

—Siento que será un año muy corto —dijo Sam—. Los Ángeles, Atlanta, Nueva York... uf, espero que nos dejen dar un respiro. Además, hay que trabajar en nuevo material, tengo algunas cosas en mente, luego te las mostraré junto con los chicos a ver qué opinan.

Luna dejó correr el agua caliente de la regadera, ignorando las manchas en el lavabo, pero oyéndola con atención.

—Claro, pero si de verdad queremos tocar todo eso, tendremos que hacer crecer la banda, a ver cómo nos va con eso.

—Ja, tanto tiempo rodeada de gaitas no fue bueno —contestó la rubia entre risas—. Y sin mencionar que hay buscar un lugar dónde llegar —Luna volteó a verla con una sonrisa divertida de verla hablar con prisa mientras tomaba aire—. Digo, mamá está cuidando nuestro departamento, pero quisiera que estemos solas si regresamos a Royal Woods y...

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